Es¨¢menes
No nos enga?emos: si discutimos tanto de ortograf¨ªa es porque nadie quiere hablar del verdadero problema. Pues las faltas de ortograf¨ªa no son m¨¢s que el s¨ªntoma, dig¨¢moslo de frente, de una indiscutible ignorancia. Es decir, el desconocimiento de lo que se debe saber. Lo alarmante no es tanto que exista esa ignorancia, aunque tambi¨¦n. Lo alarmante es que quienes tienen el deber de combatirla comiencen a buscarle coartadas. Que es lo que acaban de hacer los responsables de las cinco universidades p¨²blicas madrile?as al terminar con la norma seg¨²n la cual con cuatro faltas de ortograf¨ªa -subrayo cuatro- se suspend¨ªa el examen de ingreso en los ejercicios del ¨¢rea de Lengua y Comentario de Texto. En adelante, hasta dos faltas no restar¨¢n ning¨²n punto, y a partir de cuatro se restar¨¢n desde tres puntos hasta un m¨¢ximo de cuatro (!).
Con el ¨¢nimo de tranquilizar a la Academia Espa?ola, que hab¨ªa manifestado una m¨¢s que justificada alarma" los universitarios aclaran que un ejercicio "con reiteradas incorrecciones idiom¨¢ticas" ser¨¢ suspendido, y en todas las ¨¢reas. No se especifica qu¨¦ se entiende por reiteradas incorrecciones idiom¨¢ticas si las nuevas normas admiten las a partir de cuatro citadas. -
Si discutimos de ortograf¨ªa -que en el caso de la espa?ola es la m¨¢s clara y f¨¢cil de Occidente (y no digamos de Oriente)-, es porque la artesan¨ªa de los acentos viene a ser m¨¢s o menos como el m¨ªnimo com¨²n denominador de nuestra vida intelectual. Y como saben quienes pretenden una justicia de manga ancha, porque quien m¨¢s, quien menos, todos hemos tenido en la vida alguna madrugada de acentuaci¨®n incierta, alg¨²n regreso. a casa con las comas vacilantes y salt¨¢ndonos las haches.
A mi modo de ver, la por as¨ª decir corriente tolerante no busca otra cosa que el aplauso del gallinero, como dec¨ªan nuestros abuelos. Algo as¨ª como la vista gorda del alcalde frente al tr¨¢fico porque sabe que mientras ¨¦l frene a sus guardias y nosotros sigamos, como ni?os, empe?ados en aparcar en doble fila, ¨¦l seguir¨¢ ganando elecciones. Pero nadie pretende, hasta ahora, homologar esa marruller¨ªa de pol¨ªtico profesional. Que es lo que en cambio hace la universidad madrile?a, quiz¨¢ por culpa de alg¨²n complejo frente a las auton¨®micas, donde todo son facilidades para la lengua vern¨¢cula. "Nosotros no tenemos m¨¢s lengua vern¨¢cula que el castellano", parece que piensan, "pero eso s¨ª: con ella somos m¨¢s tolerantes que nadie".
Lo que sobre todo demuestra quien a los dieciocho anos sigue cometiendo faltas de ortograf¨ªa es que no ha le¨ªdo lo suficiente. Puede darse el caso pero es muy raro que alguien cometa faltas de ortograf¨ªa que no sean despistes -y desde luego un par de ellas como m¨¢ximo en un examen- si se ha le¨ªdo lo que los planes de estudio dan por supuesto que los chicos han le¨ªdo.
Y llegamos: quiz¨¢ la verdadera discusi¨®n no deba ser sobre si sabemos o no reconocer una palabra esdr¨²jula, sino sobre la preparaci¨®n de nuestros estudiantes, en cualquier nivel pero sobre todo en el muy estrat¨¦gico del paso a la universidad. Creo que una encuesta bien hecha ofrecer¨ªa datos muy reveladores no tanto sobre los j¨®venes, que a fin de cuentas saben lo que les hemos ense?ado -e ignoran cuanto no les hemos dicho, preg¨²ntense por qu¨¦-, sino sobre el verdadero sistema de valores que al margen de la ret¨®rica oficial nos ha regido, no durante este Gobierno ni el anterior, sino en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pues eso es lo que, a mi modo de ver revela un examen de rayos X sobre los libros que una sociedad ense?a o deja de ense?ar en sus aulas, examen que se debe realizar cuando el paciente comete hasta tres faltas de ortograf¨ªa antes del desayuno y encima niega el s¨ªntoma.
Lo m¨¢s asombroso de todo es que los ¨²ltimos en reclamar esa supuesta tolerancia que merecer¨ªa otro nombre son los estudiantes, al menos los que se ganan el sueldo y siempre que no est¨¦n en v¨ªsperas de un examen. Seg¨²n me permiten sospechar tres lustros de clases en una de estas universidades, lo que los estudiantes m¨¢s l¨²cidos lamentan es que les hayan estado tomando el pelo durante tanto tiempo. Por ejemplo, permiti¨¦ndoles creer que una herramienta oxidada vale lo mismo que otra en buen estado.
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