La educaci¨®n y Tony Blair
Una vez admitido que las grandes magnitudes de la econom¨ªa deben ser embridadas para su buen funcionamiento (con diferencias en la graduaci¨®n y en los tiempos), las contradicciones ideol¨®gicas se trasladan a la asignaci¨®n de recursos. Por ejemplo, en la atenci¨®n a la educaci¨®n y en la sanidad p¨²blicas y, m¨¢s en general, a los cap¨ªtulos que engrosan el contenido del Estado del bienestar (adem¨¢s de los dos mencionados, las pensiones, el desempleo, la cultura y el derecho laboral, cuya doctrina se basa en la seguridad social del ciudadano, por el hecho de serlo).En este sentido, las primeras medidas anuncidas por Tony Blair son muy significativas. El primer ministro brit¨¢nico ha emergido como un abanderado nada ret¨®rico de la educaci¨®n y la sanidad; ya mejorarlas dedicar¨¢ algunos de los nuevos ingresos p¨²blicos que va a generar. Sin duda, Blair no es un neokeynesiano de izquierdas, pero sus apelaciones a enmendar "el da?o causado por 18 a?os de gobiernos conservadores" tampoco permiten conceptualizarlo, como mal¨¦volamente han hecho sus detractores, como Tory Blair.
Existe una blairman¨ªa en Europa que ha sustituido al thatcherismo del pasado. Todos quieren ser Blair. La semana pasada aparec¨ªa un dibujo en Le Monde en el que se ve¨ªa a Jacques Chirac, Alain Jupp¨¦ y Lionel Jospin bajo la misma leyenda: "C'est moi. Tony Blair". No es un asunto s¨®lo de gesti¨®n de lo que hay; la pol¨ªtica sigue existiendo porque la sociedad implica conflictos. Conflictos por el poder y los recursos, y las ideolog¨ªas los resuelven de maneras distintas.
En la inauguraci¨®n del Parlamento brit¨¢nico destacaron, al menos, cinco medidas econ¨®micas propuestas por los laboristas:
- La concesi¨®n al Banco de Inglaterra de "independencia operacional" en la pol¨ªtica monetaria. Disposici¨®n revolucionaria en un partido m¨¢s intervencionista que el conservador. Cuando el laborismo llega al Gobierno, despu¨¦s de 18 a?os de hambre de poder, lo primero que hace es desprenderse de parte de su capacidad para dirigir la econom¨ªa. El canciller del Exchequer fijar¨¢ el objetivo de inflaci¨®n, pero la pol¨ªtica de precios estables la decidir¨¢ el banco central.
-La integraci¨®n en la Carta Social Europea, que es a¨²n m¨¢s simb¨®lica que efectiva, pero supone un severo correctivo al ideario de Margaret Thatcher y John Major, sus antecesores.
- La aplicaci¨®n de un salario m¨ªnimo, que puede reducir la alta rotaci¨®n de mano de obra en los sectores con los salarios m¨¢s bajos. La eliminaci¨®n del salario m¨ªnimo, como m¨¦todo de flexibilizaci¨®n del mercado laboral, es una de las se?as de identidad de la fe neoliberal de nuestros d¨ªas.
- Una ley de la loter¨ªa, juego muy practicado por los brit¨¢nicos, para sustraer nuevos fondos que aplicar, directamente, a la educaci¨®n y a la sanidad p¨²blica.
- La creaci¨®n de un impuesto nuevo a las empresas privatizadas, cuyo objetivo es el de estimular el empleo entre los menores de 25 a?os. Aunque no se conocen los detalles, se trata de un impuesto windfall sobre los beneficios "excesivos" de las empresas de servicios p¨²blicos privatizadas por los gobiernos conservadores (que fueron infravaloradas al privatizarse), muchas de las cuales act¨²an a¨²n en r¨¦gimen de monopolio natural. No se ha detallado ni la cuant¨ªa del impuesto ni si ¨¦ste ser¨¢ una cantidad a pagar en una sola ocasi¨®n o es peri¨®dico, ni si se extender¨¢ a todas las sociedades privatizadas o s¨®lo a algunas.
El laborismo mantiene los objetivos de inflaci¨®n, gasto p¨²blico y privatizaciones del pasado, pero las normas anunciadas cambian las prioridades y la direcci¨®n del debate. No es casual que Clinton y Blair hablen cada vez m¨¢s de educaci¨®n.
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