La reventa
El compromiso fue contra¨ªdo, como suele suceder, de forma atolondrada. "No te preocupes, conf¨ªa en m¨ª". La entra?able amiga Simone es una reflexiva y cartesiana aficionada a la fiesta que nosotros llamarnos nacional, y deseaba asistir a tres o cuatro representaciones en las inacabables saturnales de San Isidro. Un placer rendir tal servicio a esta mujer que disfruta de la buena faena y lamenta con resignaci¨®n el fiasco, la pobre embestida, el lance desafortunado, la espada irresoluta. Es decir, una aficionada de cierta calidad.En los bellos ojos claros de Simone cabe la plaza entera: la enigm¨¢tica salida del toro, la mano del se?or presidente con el pa?uelo que concierta a los clarines, la ceremoniosa compostura de las cuadrillas, el trote premeditado de los jamelgos, el viento, tan frecuente, que procura colarse para estropear el pasodoble; la carambola entre el banderillero y la fiera, los pases que la van urgiendo a comportarse como decorosa v¨ªctima del sacrificio hasta el momento en que en el aire queda suspendida la moneda del momento supremo y el torero adelanta la mand¨ªbula inferior, entreabre los labios para que penetre el valor en el ¨¢nimo y lanza el rayo del estoque."Yo me ocupo de sacar unas buenas entradas" es una de las frases que nunca deben pronunciarse en vano. Ni de cualquier manera, porque si no se encuentra uno entre el limitado n¨²mero de los abonados habituales -menos de 20.000, el aforo de la plaza de Las Ventas-, ver¨¢ ensombrecidas sus jornadas, desfalleciente el amor propio y plagadas las noches de l¨²gubres pesadillas. Cualquier persona fr¨ªvola e ignorante puede caer en la tentaci¨®n de confiar en que visitando las ventanillas de la plaza con suficiente antelaci¨®n es posible encontrar entradas. No se despachan por anticipado, y en ello hay cierta coherencia, pues representar¨ªa un imposible almacenamiento de papel para las tres novilladas con picadores, dos corridas de rejones y las 22 de toros, adem¨¢s de la goyesca y las otras tres novilladas con que la Comunidad celebra el mayo florido y hermoso, que ha marcado de lo lindo 31 festejos.
Hay unas cuantas empresas que, a lo largo del a?o, disponen de boletos para cines, teatros, conciertos y f¨²tbol, con un recargo autorizado del 20% sobre el precio oficial. Desempe?an una funci¨®n de servicio, y la tasa se abona con gusto o, al menos, con resignaci¨®n, pues evita el desplazamiento y p¨¦rdida de tiempo ante el siempre caprichoso horario de las taquillas. Parece que la idea de este beneficio, que supone la quinta parte del precio, es considerada entre espasmos de risa nerviosa por quienes han incorporado y homologado las ferias con la cultura del pelotazo.
El asunto se encuentra -como casi todo lo que concierne al mundo ritual de la torer¨ªa- casi perfectamente regulado. La columna vertebral de la afici¨®n dispone de los abonos, que han de adquirirse en bloque con tarjeta datada en oto?o de 1996, renovada en la mitad del mes de abril mediante la presentaci¨®n del DNI actualizado, requisitos parejos a los exigidos para obtener una licencia de arma corta. Nada se especifica que recuerde la presunta obligaci¨®n de que haya un n¨²mero determinado de entradas a la venta. "Si las hubiera" es la f¨®rmula cautelosa. Ah¨ª entra la personalidad del revendedor, su organizaci¨®n privada, los contactos, experiencia e influencias en la explanada de Las Ventas. El cuartel general suele estar ubicado en bares de los alrededores, donde se reciben las solicitudes, facilitan las informaciones (la m¨¢s frecuente es "no hay tendidos bajos") y se comunican los precios, que en caso alguno pueden ser objeto de regateo.
Un tendido bajo el sol, cuyo precio oficial, IVA incluido, es de 2.350 pesetas, tiene la cotizaci¨®n cerrada, blindada y a tocateja de 10.000 pelas, unas 4,25 veces m¨¢s de suculenta plusval¨ªa. Como las lentejas. Eso a trav¨¦s de una reventa cuya fama y prestigio la sit¨²an entre los inmarcesibles y probos. Mi encantadora amiga Simone ha recibido con gratitud y contento los boletos encargados y ha intentado pagarme su importe ¨ªntegro. Lo he rechazado, con gesto que quiso ser espl¨¦ndido' y se?orial. La experiencia tiene un coste que uno est¨¢ decidido a no repetir en el futuro.
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