Relojes victimas del tiempo
Muchos de los viejos mecanismos de fachada y torre de la capital mantienen sus agujas inm¨®viles
Un tesoro y un problema. Es lo que tiene el centro cultural municipal Valverde, del distrito de Fuencarral-El Pardo: un reloj mec¨¢nico franc¨¦s, instalado en 1895 en el campanario, es la joya; el inconveniente, que la rehabilitaci¨®n del edificio no respet¨® el recorrido de las pesas que dan marcha al mecanismo y funciona menos de treinta horas seguidas. El director del centro, Antonio Amieba, lo ha tomado como un asunto personal y le da cuerda diariamente, hasta en los d¨ªas festivos. Cuenta Amieba que cuando llega tarde, ya est¨¢n los viejos. de la plaza esperando y se?al¨¢ndole el reloj parado. De la maquinaria falta la parte encargada de dar los cuartos, una antigua mutilaci¨®n que qued¨® impune; el ¨²nico atenuante posible es que el ruido de las campanadas molestaba a los vecinos. La labor de artesan¨ªa que supone sustituir las piezas desaparecidas por otras a medida cuesta unos cuatro millones de pesetas.El relojero que hizo el presupuesto explica: "Los de torre son como los relojes de pared, con p¨¦ndulo y pesas. Son ¨¦stas las que tiran del mecanismo mientras descienden por su propia gravedad: dar cuerda consiste en elevar las pesas a su posici¨®n inicial. Cuanto m¨¢s largo sea su recorrido, mayor ser¨¢ la autonom¨ªa del aparato". El de Fuencarral resume la situaci¨®n actual de los relojes p¨²blicos antiguos en Madrid. Su imagen y sonido formaban parte de los barrios, pero han sido v¨ªctimas parad¨®jicas del tiempo y han quedado en paro por abandono o falta de personas encargadas de su mantenimiento. La misma Casa del Reloj, en Arganzuela, con un aparato instalado en el a?o 1990, exige la presencia del profesional que lo emplaz¨® para cualquier operaci¨®n: ning¨²n funcionario quiere hacer algo tan simple como ajustar la hora en los dos cambios del a?o.
Viejas glorias
No siempre ha sido as¨ª. Antes de que se extendiera el uso del reloj de pulsera, los de las iglesias y ayuntamientos presid¨ªan la Vida diaria. En Madrid est¨¢n registrados unos diecis¨¦is relojes p¨²blicos ya en el siglo XVII. De ellos sobresal¨ªan los de las parroquias de San Salvador, del Buen Suceso y Santa Cruz y el de la Casa de la Panader¨ªa. Hoy s¨®lo se les sigue la pista a los dos ¨²ltimos.Una de las atalayas del viejo Madrid era la torre de la iglesia de Santa Cruz, en la calle de la Bola. Cuando el marqu¨¦s de Cubas proyect¨® la nueva parroquia de Santa Cruz en Atocha, mantuvo la idea de una torre como elemento predominante. Detr¨¢s de sus cuatro caras, con sendas esferas de agujas hoy paradas, se hallaba uno de los mecanismos m¨¢s antiguos de Madrid, construido sobre 1840. Estuvo durante largo tiempo tirado en los almacenes municipales, con un gran deterioro. Ahora duerme en los del Conde Duque, m¨¢s protegido.
Vecino es el reloj de la Casa de la Panader¨ªa, en la plaza Mayor; su m¨¢quina original ha sido reemplazada por un mecanismo el¨¦ctrico que toca Los Nardos, el Chotis de Madrid, La Verbena de la Paloma y el Himno de la Almudena, seg¨²n la manecilla larga se encuentre junto al tres, al seis, al nueve o al doce. El relojero que lo instal¨®, Pedro Izquierdo, se ha ofrecido a restaurar el viejo aparato de forma altruista para que sea expuesto, en marcha, en el Museo de la Ciudad a la espera de encontrar acomodo definitivo en un futuro Museo del Reloj.
Tras una vitrina se encuentra ya el mecanismo que regulaba la actividad del antiguo hospital militar G¨®mez Ulla desde 1889. Cuando llevaba parado m¨¢s de veinte a?os, un miembro de la casa, el teniente coronel Pedro Portellano P¨¦rez, acometi¨® su restauraci¨®n. Hoy se puede ver el resultado en el vest¨ªbulo del moderno hospital. Antonio Canseco, autor del reloj de aut¨®matas conocido en el siglo pasado como el de "los chinos" (P¨¦rez Gald¨®s lo menciona en sus libros), fue su art¨ªfice.
Mantener el pasado
De la conservaci¨®n de todos los relojes de Patrimonio Nacional, sean de mesa o de fachada, se ocupa Jos¨¦ Mar¨ªa Col¨®n de Carvajal. En Madrid tiene a su cargo los grandes aparatos del Palacio Real del Pardo, del convento de la Encarnaci¨®n, pr¨®ximo al Senado, y el de la plaza de la Armer¨ªa del Palacio Real de Madrid. ?ste indica el tiempo con una sola aguja, como en los siglos XV y XVI, en los que la precisi¨®n del minuto era in¨²til. Tras la esfera, un mecanismo de este siglo, de la casa Viuda de Mur¨²a, de Vitoria, lo empuja.La numeraci¨®n dorada del reloj del Banco de Espa?a luce sobre la plaza de Cibeles. Su maquinaria fue fabricada en 1890 en bronce de ca?¨®n por la empresa brit¨¢nica Glasgow y su soner¨ªa indica, en los cuartos, la hora que les corresponde. El responsable de su buen estado es el relojero de la entidad. En las estaciones de ferrocarril, los relojes no son un lujo. El m¨¢s antiguo, parado, se encuentra al principio de la avenida de la Ciudad de Barcelona, en lo que hoy son las oficinas de Renfe. Pero en 1864 cantaba las horas en el and¨¦n de Atocha; ¨¦sta era su particularidad: llevar soner¨ªa, verdadera rareza en los relojes de estaci¨®n. Unos veinticinco a?os despu¨¦s fue trasladado con todo el edificio, piedra a piedra, al lugar actual. El recorrido por edificios y mecanismos debe terminar por el de la Puerta del Sol, que fabric¨® Jos¨¦ Rodr¨ªguez de Losada en 1865, el m¨¢s popular de todos. Pero este verdadero n¨²mero uno, el del kil¨®metro cero, se encuentra escondido tras una lona. Esta Nochevieja dio la campana da cuando las prisas atragantaron a miles de espa?oles. La pol¨¦mica posterior no se qued¨® en palabras: relojeros de Madrid iniciaron los contactos que han cuajado en un grupo profesional; una de las misiones que se proponen es la custodia del patrimonio de la relojer¨ªa p¨²blica madrile?a. Casos como el de M¨®stoles, donde en salas municipales se descubri¨® un viejo mecanismo, son esperanzadores. Recuperar este reloj (que el grupo se ofrece a hacer de forma altruista) podr¨ªa ser el inicio de una actividad continuada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.