Las plazas del insomnio y la porquer¨ªa
Los residentes de Malasa?a claman contra el esc¨¢ndalo y la suciedad de su barrio los d¨ªas festivos
"Sed bienvenidos a nuestro barrio. No estamos contra vosotros". As¨ª empieza un bando por la convivencia de la Asociaci¨®n de Vecinos de Malasa?a. Este barrio (en donde residen unas 28.000 personas), que fue el primero de la ciudad en ser declarado zona medioambientalmente protegida, se ve invadido por decenas de j¨®venes todos los fines de semana, en especial las plazas de Juan Pujol, San Ildefonso, Barcel¨® y Chueca."Estamos orgullosos de la oferta cultural y de ocio de nuestro barrio, y queremos dejar claro que el hecho de estar en la calle no es ning¨²n delito", recalca Vicente Hern¨¢ndez, responsable de cultura y fiestas de la asociaci¨®n. "Pero esto se transform¨® en el calvario de los vecinos". En Malasa?a, o barrio de Maravillas, los problemas son dos: el de los chavales que se juntan en las plazas, y el del ruido de los bares, que no respetan ni los horarios ni los niveles de m¨²sica autorizados.
La movida empieza temprano, los viernes a partir de las siete de la tarde. Los chicos, que no pueden entrar a los bares por ser menores de 16 a?os, compran coca-cola y vino de mesa en tiendas de comestibles, abiertas hasta mucho despu¨¦s del horario reglamentario (nueve y media de la noche), para prepararse el calimocho.
Papeleras y urinarios
"Uno de los mayores problemas es la suciedad: los s¨¢bados por la ma?ana, el olor a v¨®mito y a orinas es insoportable", cuenta una vecina que sale en todas las manifestaciones de protesta organizadas los viernes por la Uni¨®n de Vecinos y Comerciantes de Rastrillo-Maravillas. La Asociaci¨®n de Vecinos de Malasa?a ha pedido muchas veces urinarios y contenedores. El concejal de Limpieza, Luis Molina, que acostumbra a pasarse por esta zona todos los s¨¢bados por la ma?ana, mand¨® colocar el viernes un par de contenedores en cada una de las plazas conflictivas, informa Antonio Jim¨¦nez. Pero el ¨¦xito de esta iniciativa fue escaso. Hab¨ªa m¨¢s vasos y botellas en el suelo que dentro de los contenedores, desoladoramente vac¨ªos. "Bueno, hay que esperar y dar tiempo a la gente para que se conciencie", dice Molina, que sostiene que la plaza de Juan Pujol, los s¨¢bados por la ma?ana, antes de que pasen los barrenderos, "es la que m¨¢s porquer¨ªa recoge por metro cuadrado de toda Espa?a". Los empleados de la limpieza tienen que fajarse a fondo para adecentarla y cerrar un c¨ªrculo vicioso que se vuelve a repetir el fin de semana siguiente Molina tambi¨¦n ha solicitado un urinario para la plaza de Juan Pujol."?Pero para qu¨¦ tanto trabajo si luego los j¨®venes lo destruyen todo de nuevo?", pregunta Javier, que lleva viviendo 14 a?os en la calle de Velarde. "Los fines de semana tengo que dormir con tapones", se queja.Tres bares de copas rodean su casa. Hoy sue?a con poder marcharse.
"Pensar que los chavales son delincuentes es rid¨ªculo. Es un problema de educaci¨®n. Resulta imprescindible construir un centro cultural y de deportes para convertir el ocio juvenil en un ocio constructivo' otro vecino.
"No estamos en contra del ambiente, sino del ruido", dice uno de los residentes que sufren el amplio horario nocturno de los bares de la plaza de Chueca. Vicenta Gonz¨¢lez vive, sin descansar, sobre uno de estos locales. Ense?a un certificado de inspecci¨®n del ¨¢rea de Medio Ambiente del Ayuntamiento en el que se lee: "Los ruidos transmitidos por el normal funciona miento de la actividad [del bar], a la vivienda m¨¢s afectada, su peraban los l¨ªmites m¨¢ximos en la vigente ordenanza". "Pero el Ayuntamiento no hace nada. Llevamos m¨¢s de cinco a?os as¨ª y nadie hace caso", sigue Vicenta, que naci¨® en la misma casa que hoy es su pesadilla. M¨¢s de 70 vecinos firmaron contra los ruidos que causan cinco de los bares de la plaza. Llamadas al 092, escritos dirigidos a Comunidad y Ayuntamiento no han dado resultado.
Cuando llega el buen tiempo, el problema se agrava con las terrazas al aire libre. Seg¨²n explica los vecinos, los veladores no respetan ni el horario de cierre, ni el espacio asignado, ni el volumen de la m¨²sica.Y duran toda la semana, varios meses. Los residentes, que han pedido intervenir en el pr¨®ximo pleno de la Junta municipal, pretenden llevar sus reclamaciones hasta el Defensor del Pueblo: le pedir¨¢n "que se respeten las ordenanzas y dejen dormir a los vecinos".
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