?Espa?a contra el empleo?
?Aprovechar¨¢ Espa?a la nueva pasi¨®n pro fomento del empleo surgida en la Uni¨®n Europea (UE) al calor de las victorias socialistas en Francia y el Reino Unido? ?O saldr¨¢ escaldada de esta marea?En cualquier caso, el objetivo empleo quedar¨¢ consagrado, con cap¨ªtulo propio, en el nuevo Tratado de Maastricht. Y alguna respuesta se dar¨¢ a la pretensi¨®n francesa de dotar a la Uni¨®n de una suerte de Gobierno econ¨®mico que no deje colgado en el vac¨ªo pol¨ªtico al Banco Central Europeo y estimule la lucha contra el desempleo. Los trabajos de la Conferencia Intergubernamental, adem¨¢s de reforzar el objetivo empleo, han consensuado tambi¨¦n dos mecanismos para perseguirlo. Uno, que toda pol¨ªtica y medida comunitaria, en cualquier ¨¢mbito, lo tenga en cuenta. Dos, la realizaci¨®n de un "informe conjunto anual", a aprobar por el Consejo Europeo sobre el que el Consejo de ministros "podr¨¢ formular recomendaciones", por mayor¨ªa cualificada.
Todos, salvo Alemania y Espa?a -y en parte el Reino Unido- los consideran insuficientes. Propugnan, pues, a?adirle uno: el otorgamiento de "incentivos" financieros al empleo. No est¨¢ claro a¨²n si se limitar¨ªan a bonificar a los los pa¨ªses cumplidores de los objetivos del informe anual, o se desplegar¨ªan adem¨¢s en programas territorializados, planes-piloto en sectores y ciudades; o dise?os de incentivos fiscales.
Alemania se opone alegando que la pol¨ªtica de empleo es competencia nacional. As¨ª es hoy. ?Y ma?ana? Si el paro es un fen¨®meno transeuropeo ?por qu¨¦ raz¨®n no debe atacarse tambi¨¦n con pol¨ªticas y recursos comunitarios? ?O es menos necesaria una pol¨ªtica com¨²n en este ¨¢mbito que en el agr¨ªcola? M¨¢s que un argumento se trata de una coartada, aunque comprensible: Alemania, principal contribuyente neto al presupuesto comunitario (30%), teme verse obligada a incrementar su cheque.
El argumento crudo de Espa?a es parecido, pero inverso. Teme perder parte de los fondos, estructurales, porque absorbe un 26,7%, de ellos (seis billones de pesetas entre 1994 y 1999), mientras que su clave de reparte en una hipot¨¦tica pol¨ªtica de empleo ser¨ªa inferior: un 20%, equivalente a la cuota espa?ola del desempleo total comunitario. El riesgo no es balad¨ª, pues ya ha habido tentativas de erosionarlos. Hace bien por tanto la diplomacia espa?ola en su defensa numantina y en no cambiar a ciegas p¨¢jaro en mano (el dinero que ya obtiene de Bruselas para el reequilibrio de la renta y al desarrollo regional y social) por ciento volando (el hipot¨¦tico para el fomento del empleo).
Pero ?se agota ah¨ª todo su capacidad de maniobra? No es seguro. Cierto que los socios se oponen a aumentar en el futuro las perspectivas financieras plurianuales m¨¢s all¨¢ del techo del 1,27% del PIB de la UE pactado en Edimburgo en 1992. Si no hay m¨¢s dinero, ?de d¨®nde sacarlo para el empleo? Hay margen.
Hay margen, primero porque el actual presupuesto se cifra en el 1, 15% del PIB de la Uni¨®n. Le queda un trecho de 0,12 puntos para alcanzar el techo del 1,27%, y con un crecimiento econ¨®mico previsto en torno al 2%, los recursos no comprometidos y en teor¨ªa disponibles son fara¨®nicos. Segundo, porque si es verdad y no ret¨®rica que el empleo constituye la primera prioridad de la Uni¨®n, puede detraer recursos de otras partidas que no sean las del reequilibrio estructural: desde los m¨¢s de 300.000 millones de pesetas no ejecutados del programa Phare (para el Este) hasta ciertos excesos en la pol¨ªtica agr¨ªcola,
La cuesti¨®n es si el Gobierno est¨¢ o no dispuesto a pasar de una estrategia s¨®lo defensiva a otra ofensiva, apoy¨¢ndose en que Espa?a es el farolillo rojo del paro europeo y aprovechando la marea en favor de las pol¨ªticas de empleo. ?Por qu¨¦ no propugnar un Fondo para el empleo, dejando intocables los estructurales? ?Por qu¨¦ no repetir la experiencia de 1991-1992? Entonces, Felipe Gonz¨¢lez exigi¨® una compensaci¨®n a los esfuerzos Presupuestarios superiores que los pa¨ªses menos desarrollados deb¨ªan realizar para seguir la convergencia y acceder al euro. Primero se cre¨® un Fondo de Cohesi¨®n en el Tratado. Luego, contra casi todo pron¨®stico y a costa de algunas burlas, logr¨® dotarlo en Edimburgo. Como ahora, muy pocos cre¨ªan en su viabilidad. A diferencia de entonces, ahora ni siquiera se ha pensado.
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