El amo de la OTAN
AL ANUNCIAR de manera unilateral a qu¨¦ tres pa¨ªses se va a invitar a ingresar en la OTAN, Estados Unidos ha dejado claro qui¨¦n manda en la Alianza Atl¨¢ntica. Washington pretende imponer su voluntad, ya sea en materia de ampliaci¨®n o de europeizaci¨®n. No parece ¨¦sta la mejor v¨ªa hacia una nueva Alianza, que requiere mayor consenso para culminar su profunda reforma interna y externa. No es bueno que la ampliaci¨®n de la OTAN provoque m¨¢s conflictos en el seno de la Alianza que los originados con Rusia.El proceso de ampliaci¨®n fue acelerado por el propio Clinton en su campa?a electoral del pasado a?o, para responder sobre todo a los deseos, de algunas minor¨ªas ¨¦tnicas en Estados Unidos, principalmente polacos y h¨²ngaros. Si nadie pone en duda las candidaturas de Polonia, Rep¨²blica Checa y Hungr¨ªa, algunos pa¨ªses querr¨ªan a?adir a esta primera lista Eslovenia y Rumania. De otro modo, se dar¨ªa la impresi¨®n de una primera ampliaci¨®n limitada a los mejores y sin claros visos de continuidad. Bien es verdad que la ampliaci¨®n de la OTAN significa, sobre todo, el compromiso de defensa de EE UU hacia los pa¨ªses que se incorporen a ella, y que hay costes econ¨®micos en juego. Pero al anunciar brusca y unilateralmente su decisi¨®n -desde la Casa Blanca, cuando los ministros de la OTAN estaban reunidos en Bruselas-, EE UU ha quebrado las normas en el fondo y en la forma. Y puede provocar reacciones enconadas en los pa¨ªses que se sientan marginados, especialmente Rumania.
Con decisiones anticipadas de esta ¨ªndole, la cumbre de la OTAN convocada en Madrid para el 8 y 9 de julio se vac¨ªa de contenido. Ni la reforma interna de la estructura de mandos ni la organizaci¨®n de las fuerzas est¨¢n maduras para que se aprueben en Madrid m¨¢s que en sus l¨ªneas generales. No parece probable que se llegue a analizar los mandos de segundo nivel, que son los que m¨¢s interesan a Espa?a: ni el asunto de la vinculaci¨®n de Canarias al mando espa?ol en la OTAN ni la desaparici¨®n del mando en Gibraltar se podr¨¢n resolver en esta cumbre, con lo que la plena integraci¨®n espa?ola tendr¨¢ que esperar. Tal integraci¨®n no puede hacerse, como ha afirmado el ministro de Defensa, Eduardo Serra, otorgando un cheque en blanco a la organizaci¨®n. Menos a¨²n cuando emergen los mismos problemas que se plantearon cuando en 1982 Espa?a intent¨® su primera aproximaci¨®n a la integraci¨®n militar. Las diferencias con Londres o Lisboa siguen vigentes.
Tampoco Francia -y en este terreno el presidente Chirac est¨¢ en sinton¨ªa con el primer ministro Jospin ve m¨ªnimamente satisfechas sus demandas respecto a la europeizaci¨®n del mando mediterr¨¢neo de N¨¢poles y otras reivindicaciones. Francia ha hecho esfuerzos para aproximarse a la OTAN: se hab¨ªa convencido de que lo m¨¢s razonable -y m¨¢s barato- era que la Alianza se convirtiera en una especie de estructura militar de la Uni¨®n Europea, sin menoscabar por ello el papel de bisagra entre la UE y la Alianza que pudiera desempe?ar la Uni¨®n Europea Occidental (UEO). Para ello anunci¨® su intenci¨®n de reintegrarse en la estructura militar de la Alianza, rompiendo por fin uno de los viejos tab¨²es gaullistas. Esta participaci¨®n, de momento, no parece viable. La ausencia de Francia pone en peligro una parte importante de la llamada nueva arquitectura de seguridad europea que se deb¨ªa consagrar en Madrid. La europeizaci¨®n de la OTAN carece en buena parte de sentido y de operatividad sin Francia y sin Espa?a.
Recuperar la cita de Madrid como un hito importante de la transformaci¨®n de la OTAN responde al inter¨¦s del conjunto de Europa. A nadie beneficia este c¨²mulo de errores y la prepotencia estadounidense. El secretario general de la Alianza Atl¨¢ntica, el espa?ol Javier Solana, habr¨¢ de desplegar nuevamente el talento mediador que ha acreditado. Pero est¨¢ claro qui¨¦n manda en la OTAN. Justamente por ello, EE UU ganar¨ªa en autoridad si apostara decididamente por Europa. No por una Europa a medias ni por media Europa.
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