Amsterdam: democracia y eficacia
Los jefes de Estado y de Gobierno de los 15 pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea (UE) van a reunirse en Amsterdam para intentar dar un nuevo paso adelante. Un paso que todav¨ªa no sabemos si va a ser grande o peque?o, ni aun siquiera si ser¨¢ en la buena direcci¨®n. Tampoco sabemos a ciencia cierta si va a producirse en Amsterdam, o habr¨¢ que esperar alg¨²n tiempo m¨¢s.El proceso de integraci¨®n europea ha pasado en diversas ocasiones por momentos clave en los que las decisiones a tomar pod¨ªan afectar positiva o negativamente al conjunto de los ciudadanos de la Uni¨®n Europea. Esta vez nos hallamos ante una verdadera encrucijada en la que s¨®lo un camino es el bueno y varios, en cambio, pueden conducirnos a un destino equivocado. La complejidad que ha alcanzado el funcionamiento de las instituciones y pol¨ªticas comunitarias, el desapego que esta situaci¨®n produce en muchos ciudadanos y la obligaci¨®n de afrontar con garant¨ªas de ¨¦xito la ampliaci¨®n al Este son las tres circunstancias que nos obligan a elegir de una vez por todas el modelo de Europa del que queremos disponer a principios del siglo XXI.
Hasta ahora hemos podido ir trampeando la situaci¨®n, adaptando mal que bien a las sucesivas ampliaciones las estructuras de una Comunidad concebida para un reducido grupo de pa¨ªses. Pero ya no es posible a?adir otro parche a nuestro ya remendado traje. Ha llegado la hora de dar un salto cualitativo que transforme la Uni¨®n Europea en algo mucho m¨¢s cercano a los ciudadanos, m¨¢s sencillo de entender y, por ende, m¨¢s f¨¢cil de controlar. Una Uni¨®n Europea en la que la gente sepa por fin qui¨¦n toma las decisiones, qui¨¦n las ejecuta y qui¨¦n ejerce el imprescindible control democr¨¢tico.
Conseguirlo no va a ser nada f¨¢cil. Lo demuestra la exasperante lentitud con la que se han ido desarrollando los trabajos de la Conferencia Intergubernamental (CIG), en la que durante meses se han bordeado los problemas sin llegar a afrontarlos directamente. Las elecciones en varios Estados miembros no han hecho sino a?adir incertidumbres a este largo proceso negociador.
El Parlamento Europeo lanz¨® un claro mensaje a los miembros del Consejo Europeo al aprobar el pasado 29 de mayo la lista de nuestras 10 prioridades ante la cumbre de Amsterdam. Una r¨¢pida lectura de las mismas pone de relieve que no las hemos fijado pensando en nuestros propios intereses, sino buscando un beneficio claro y directo para todos los ciudadanos. Es algo que subray¨¦ muy particularmente cuando intervine ante los l¨ªderes de los 15 Estados miembros en el Consejo Europeo de Noordwijk y que volver¨¦ a hacer en Amsterdam, as¨ª como cuantas veces sea necesario. Al Parlamento que presido le corresponde defender los intereses generales de todos los europeos, buscando y proponiendo soluciones que faciliten el trabajo en com¨²n.
Nos hemos fijado cuatro objetivos principales: convertir la Uni¨®n en una aut¨¦ntica Europa de los ciudadanos, prepararla para la ampliaci¨®n, reforzar la democracia parlamentaria y fomentar la paz y la estabilidad. La ampliaci¨®n a los pa¨ªses de Europa central y oriental es important¨ªsima, pero nunca llegar¨ªa a buen puerto sin una previa adaptaci¨®n de la actual Uni¨®n Europea a las exigencias, cada vez m¨¢s audibles, de sus ciudadanos. ?De qu¨¦ les servir¨ªa a los nuevos Estados miembros ingresar en una Uni¨®n inoperante y confusa?
Los ciudadanos s¨®lo apoyar¨¢n el proyecto europeo si ven su utilidad pr¨¢ctica y pueden entenderlo. Lo primero exige incorporar al nuevo tratado instrumentos ¨²tiles para afrontar los problemas que preocupan al europeo de a pie: el desempleo, la inseguridad, la salud p¨²blica, la protecci¨®n del medio ambiente o la del consumidor son seguramente los principales. Lo segundo supone mejorar los procedimientos de decisi¨®n, democratizarlos y facilitar al mismo tiempo el acceso de los ciudadanos a la informaci¨®n.
Necesitamos una Uni¨®n m¨¢s eficaz y a la vez m¨¢s democr¨¢tica, en la que un n¨²mero cada vez mayor de decisiones se tome por mayor¨ªa para evitar que uno solo de los Estados miembros pueda bloquearlas indefinidamente. Nuestra Uni¨®n Europea no puede permitirse el lujo de no tomar decisiones con la misma rapidez y agilidad que nuestros competidores a nivel mundial. La experiencia indica, adem¨¢s, que la posibilidad de decidir por mayor¨ªa empuja a los Gobiernos a buscar el consenso y permite que muchas decisiones se tomen sin necesidad siquiera de votar.
Esa mayor eficacia en las decisiones debe ir acompa?ada del imprescindible control democr¨¢tico. Un control que corresponde ejercer al Parlamento Europeo, del mismo modo que a cada Gobierno nacional le controla su respectivo Parlamento. La Euroc¨¢mara ha demostrado hace poco, con motivo del grave problema de las vacas locas, que sabe ejercer ese control en beneficio de los ciudadanos. Ahora pide que se ampl¨ªe su poder de aprobar leyes en igualdad con el Consejo, para evitar a tiempo que problemas como ¨¦se puedan volver a producirse.
Democracia y eficacia tambi¨¦n deben estar presentes en la pol¨ªtica exterior y de seguridad de la UE. Hasta ahora no hemos tenido ni una ni otra. ?Cu¨¢l ha sido el resultado de esta doble carencia? Que, a pesar de que Europa gasta grandes sumas en cooperaci¨®n internacional y ayuda humanitaria, ese enorme esfuerzo no sirve todo lo que har¨ªa falta para lograr la paz y la estabilidad. Bosnia ha herido e indignado la sensibilidad de muchos europeos. Ahora tenemos la ocasi¨®n de hacer lo que no se hizo en Maastricht, dando a la Uni¨®n los medios necesarios para evitar que esa tragedia se repita. El Parlamento Europeo ha presentado a la Conferencia Intergubernamental propuestas prudentes y meditadas para lograr ese objetivo.
Una ¨²ltima cuesti¨®n: la misma transparencia que el Parlamento pide en los asuntos comunitarios se la exige tambi¨¦n a s¨ª mismo. Por ello ha iniciado ya una completa revisi¨®n de las normas de acceso a sus documentos y ha pedido a la CIG que abra la puerta a la aprobaci¨®n de un estatuto ¨²nico para todos los parlamentarios que ponga fin a la absurda situaci¨®n de que a diputados que ejercen las mismas Funciones les correspondan deberes y derechos diferentes. Es una reivindicaci¨®n tan evidente que sorprende pensar que hasta hoy no se hubiera planteado. No pedimos privilegios. Todo lo que queremos es transparencia e igualdad.
El pr¨®ximo 16 de junio volver¨¦ a recordar a los miembros del Consejo Europeo que el objetivo com¨²n de todas estas reivindicaciones no es otro que responder correctamente a las exigencias de los europeos. Acabamos de celebrar el 40? aniversario de la firma del Tratado de Roma, que al instituir la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) dio paso al m¨¢s largo periodo de paz, estabilidad y progreso de la historia reciente de buena parte del continente europeo. Tenemos la doble obligaci¨®n de legarlo a las generaciones venideras y de permitir que tambi¨¦n puedan disfrutar de ¨¦l los ciudadanos e aquellos pa¨ªses que durante tantos a?os vivieron detr¨¢s del tel¨®n de acero. Son europeos como nosotros, y con nosotros deben estar.
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