"La bomba de Hipercor me estalla todos los d¨ªas"
El jueves se cumplen 10 a?os de la matanza m¨¢s cruel de ETA
"La bomba de Hipercor me estalla todos los d¨ªas". "A cada momento revivo el atentado en mis propias carnes, por que los etarras no paran de matar". "No hay d¨ªa en que no me acuerde de la bomba". As¨ª se expresan, 10 a?os despu¨¦s, tres de las v¨ªctimas del atentado m¨¢s sanguinario de ETA: el cometido el viernes 19 de junio de 1987, a las 16.12 horas, al hacer estallar el comando Barcelona un coche bomba en el aparcamiento subterr¨¢neo de los almacenes Hipercor de la Capital catalana con un tremendo resultado: 21 muertos, cuatro de ellos ni?os, y 45 heridos graves.
Un coche cargado de muerte llevaba en su maletero una mezcla infernal: 30 kilos de amonal y 200 litros de un compuesto de gasolina, pegamento adhesivo y cola de contacto. El artefacto era una especie de bomba incendiaria, semejante a las bombas de napalm que hicieron tristemente populares los norteamericanos cuando arrasaban con ellas las aldeas de Vietnam. El napalm se pega a la v¨ªctima sin que se pueda desprender ni apagar.
A las 16.12 horas de aquella tarde de hace 10 a?os, el coche expandi¨® su carga mortal en Hipercor. Fue la mayor matanza efectuada en una sola acci¨®n por ETA. Los terroristas sab¨ªan que las v¨ªctimas de su acci¨®n ser¨ªan sobre todo mujeres y ni?os. Fueron las v¨ªctimas inocentes de la insania etarra.
V¨ªctimas tan inocentes que una incluso no hab¨ªa nacido. El fenomenal estampido de la bomba dej¨® sorda en el vientre de su madre a Jessica, una pizpireta ni?a que ahora tiene nueve a?os. Milagros Rodr¨ªguez Luzuruaga, la madre de Jessica, era cajera de Hipercor y estaba embarazada. El diagn¨®stico del doctor Mozota, del hospital Virgen del Camino de Pamplona, no deja lugar a dudas: la ni?a padece sordera total por blast (onda expansiva).
Cruel paradoja. Jessica no est¨¢ considerada v¨ªctima de aquel atentado, por lo que la ni?a, que en raz¨®n de su grave disminuci¨®n precisa cuidados y educaci¨®n especial, no ha recibido ninguna ayuda oficial porque no tiene derecho a ellas. La Asociaci¨®n V¨ªctimas del Terrorismo lleva una batalla legal para que Jessica y otros familiares de afectados por la bomba de Hipercor sean reconocidos como v¨ªctimas.
Como en todo atentado masivo, la fatalidad tuvo aquel d¨ªa de junio una doble cara: contribuy¨® a salvar vidas en unos casos y a segarlas en otros. A. M., de 43 a?os en la actualidad, y su marido, J. V., que ten¨ªa 43 a?os por aquel entonces, cogieron su coche para ir a comprar a Hipercor. A. M. se baj¨® del veh¨ªculo en la calle y su marido entr¨® con el autom¨®vil en el aparcamiento. Cuando J. V. aparc¨®, estall¨® la bomba etarra. Dej¨® viuda y dos hijos de 13 y 10 a?os. A aquella fat¨ªdica hora del 19 de junio de hace 10 a?os, Robert Manrique Ripoll, que trabajaba en la carnicer¨ªa de Hipercor, ten¨ªa que estar en su casa, ya que su turno era el de ma?ana. Manrique atendi¨® la petici¨®n de un compa?ero para que le cambiara el turno porque ten¨ªa una competici¨®n deportiva.
"Ten¨ªa la bomba bajo mis pies. La plaza en la que los etarras aparcaron el coche bomba est¨¢ justo debajo de la secci¨®n de carnicer¨ªa", precisa Manrique. La mort¨ªfera bomba incendiaria le quem¨® el 80% del cuerpo.
Manrique, un animoso testigo de Jehov¨¢ que ten¨ªa 24 a?os cuando estall¨® la bomba, es el paradigma de v¨ªctima de un atentado terrorista. Cabeza visible en Catalu?a de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, ha hecho de Hipercor el centro de su existencia. "Todas las v¨ªctimas de un atentado lo convierten en el n¨²cleo obsesivo de su vida", precisa Sara Bosch, psic¨®loga experta en tratar a las v¨ªctimas del terrorismo. "Todos se preguntan a todas horas: "?Por qu¨¦ yo? ?Por qu¨¦ me ha tenido que tocar a m¨ª?", se?ala Bosch.
Hay un antes y un despu¨¦s de Hipercor. La sociedad catalana, que nueve d¨ªas antes de la matanza hab¨ªa dado 39.682 votos a Herri Batasuna en las elecciones europeas, se dio de bruces con la realidad y retir¨® el cr¨¦dito a la coalici¨®n independentista.
La imagen de los muertos y heridos quemados por el napalm etarra no ten¨ªa nada que ver con una fotograf¨ªa de la guerra de Vietnam que recorri¨® el mundo: Aquella en la que se ve a la ni?a Kim Phuc, que, desnuda, llorando y con el napalm prendido en su cuerpo, huye con otros ni?os despavoridos del infierno que se adivina a sus espaldas, obra de una pasada de la aviaci¨®n norteamericana por su aldea. La imagen de Kim se convirti¨® en los anos setenta en un s¨ªmbolo de la lucha antiimperialista; la imagen de los muertos de Hipercor, en la representaci¨®n de la infamia.
R¨¦cord de c¨¢rcel
La bomba de Hipercor provoc¨® una sacudida tal en la sociedad que hasta Herri Batasuna expres¨® "su m¨¢s en¨¦rgica cr¨ªtica a este tipo de acciones que conlleva n riesgo para la poblaci¨®n civil". Francisco Letamend¨ªa, ex dirigente de HB, reconoci¨® sin ambages: "Las matanzas masivas de civiles no son lucha armada, sino terrorismo".Los autores de la masacre fueron Rafael Caride Sim¨®n, vigu¨¦s, jefe del comando Barcelona de ETA, ten¨ªa 42 a?os aquel fat¨ªdico 19 de junio de 1987; Domingo Troiti?o, palentino, 32 a?os; y la navarra Mercedes Ernaga, de 36 a?os.. Los tres obedec¨ªan ¨®rdenes de Santiago Arr¨®spide Sarasola, Santi Potros.
Troiti?o y Ernaga fueron condenados en 1989 a sendas penas de 794 a?os de c¨¢rcel, las mayores condenas recibidas nunca por un etarra. Caride y Arrospide cumplen condena en Francia. Cuando acaben, ser¨¢n trasladados a Espa?a para ser juzgados por la bomba de Hipercor.
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