La cruenta batalla del voto
La reforma institucional se centra en el reparto del poder en el Consejo
La reforma de las instituciones, clave para afrontar con ¨¦xito la ampliaci¨®n a Europa del Este, puede acabar en una mera batalla por el voto. Los Quince parecen incapaces de acordar una reforma de la Comisi¨®n Europea, y tanto la extensi¨®n de las decisiones a tomar por mayor¨ªa cualificada como el mecanismo m¨¢s innovador de la reforma, la flexibilidad, tendr¨¢n efectos limitados.La del voto ser¨¢ la ¨²ltima batalla de Amsterdam. Y quiz¨¢ la m¨¢s cruenta. Es una lucha con dos bandos: los pa¨ªses con mayor n¨²mero de habitantes, por un lado (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Espa?a), y el resto, enfrente (Pa¨ªses Bajos, B¨¦lgica, Luxemburgo, Portugal, Grecia, Austria, Finlandia, Dinamarca, Suecia e Irlanda).
Los votos en el Consejo est¨¢n repartidos en funci¨®n de la poblaci¨®n, pero sin una traslaci¨®n directa de ese factor. Es un equilibrio muy delicado, que busca que las decisiones tengan el apoyo de varios pa¨ªses grandes. Naci¨® con la Europa de los seis fundadores (Alemania, Francia, Italia y los tres peque?os del Benelux). El equilibrio empez¨® a descompensarse con las ampliaciones al Reino Unido, Irlanda y Dinamarca (1972) y a Grecia (1979). La adhesi¨®n de Espa?a y Portugal (1986) dej¨® las cosas en cinco grandes y siete peque?os, cerca del empate inicial.
Pero todo se resquebraj¨® con el ingreso de Austria, Suecia y Finlandia (1996). Hasta entonces bastaba con que un grupo de pa¨ªses obtuviera 23 de los 76 votos del Consejo para bloquear una decisi¨®n. Despu¨¦s de esa ampliaci¨®n se requer¨ªan 26 de los 87 votos. La ruptura se sald¨® con un acuerdo provisional en loannina (Grecia), que prolonga el proceso cuando los votos en el Consejo se sit¨²an entre la antigua y la actual minor¨ªa de bloqueo. Pero todo esto ya no servir¨¢ cuando ingresen los pa¨ªses del Este: uno grande (Polonia), uno mediano (Rumania) y nueve peque?os (Rep¨²blica Checa, Eslovaquia Eslovenia, Hungr¨ªa, Bulgaria, Lituania, Letonia, Estonia y Chipre).
Varios pa¨ªses han anunciado un veto a la reforma si no obtienen satisfacci¨®n en este asunto Espa?a, Francia y Reino Unido son los m¨¢s beligerantes en esta materia. Alemania, confiada en que su influencia y su peso tienen m¨¢s importancia que los votos, se conforma con una reforma m¨ªnima. Italia es, como tantas veces, una inc¨®gnita.
La propuesta presentada por la presidencia holandesa no satisface a Espa?a (v¨¦ase el gr¨¢fico). Antes de la ¨²ltima ampliaci¨®n lograba bloquear una decisi¨®n con el apoyo de uno de los pa¨ªses grandes y otro de los peque?o-medianos. Tanto con la actual votaci¨®n como con la que propone la presidencia, Espa?a necesita sumar a sus votos el apoyo de tres de los quince socios.
Francia ha paralizado una v¨ªa alternativa que ha surgido de los medios acad¨¦micos y que empezaba a hacerse un hueco de apoyos en Bruselas: la doble mayor¨ªa. Una decisi¨®n que necesitar¨ªa en ese caso el apoyo de una mayor¨ªa de pa¨ªses miembros, sea cual sea su tama?o, pero con la condici¨®n de que representasen a un determinado porcentaje de la poblaci¨®n europea. Los pa¨ªses peque?os sit¨²an ese porcentaje entre el 60% y el 65%. Espa?a reclama entre el 75% y el 80%. Francia no ha querido saber nada, porque rompe el actual empate de los cuatro grandes. Alemania, el pa¨ªs m¨¢s poblado, saldr¨ªa muy fortalecida.
Sea cual sea la f¨®rmula pactada, otro punto pol¨¦mico es la fecha de su entrada en vigor. La presidencia ha propuesto que se pacte ahora la reforma del voto, pero que no entre en vigor hasta que la Uni¨®n tenga 18 miembros. Espa?a acepta dejarlo en suspenso hasta que se ampl¨ªe la UE aunque ingrese un solo pa¨ªs.
La reforma del voto es importante para recuperar los antiguos equilibrios, pero tambi¨¦n porque ¨¦stos ser¨¢n m¨¢s necesarios en el futuro. El nuevo tratado quiere ampliar el n¨²mero de decisiones que se tomen por mayor¨ªa cualificada en lugar de por unanimidad (cuando hay unanimidad no hace falta contar votos: se necesita el apoyo (le todos los socios).
El proyecto de tratado que se presenta en Amsterdam propone eliminar el veto en varias pol¨ªticas importantes (industria, agua, investigaci¨®n y desarrollo o medio ambiente) y en parte de la pol¨ªtica exterior y de seguridad. Espa?a contempla con temor la posibilidad de perder el derecho de veto en muchos de estos ¨¢mbitos.
Mejor solo que mal acompa?ado
La cumbre de Amsterdam deber¨ªa dar su visto bueno a uno de los elementos m¨¢s innovadores de la reforma del Tratado de Maastricht. Como en tantos casos, su nombre es incomprensible: la flexibilidad o cooperaciones reforzadas. Se trata de permitir que un grupo de pa¨ªses avance en la construcci¨®n europea sin tener que arrastrar a los que prefieran quedarse donde est¨¢n. El proyecto naci¨® al calor de las dificultades puestas tradicionalmente por el Reino Unido para permitir un impulso hacia una Europa m¨¢s unida.Pero el mecanismo que va a ser aprobado est¨¢ rodeado de cautelas y condiciones. Es la ¨²nica forma de evitar que la Uni¨®n acabe fragment¨¢ndose por la influencia de la flexibilidad o permanezca paralizada sin ¨¦sta.
Los Estados que quieran participar en una cooperaci¨®n reforzada deber¨¢n ser m¨¢s de la mitad de los socios existentes y respetar el Tratado y el marco institucional ¨²nico de la Uni¨®n. La flexibilidad debe ser el ¨²ltimo recurso, no afectar a los derechos de los que no participan en ella y permitirles incorporarse en cualquier momento.
Quedan excluidos de la flexibilidad los ¨¢mbitos que sean de exclusiva competencia de la Comunidad: las pol¨ªticas, acciones o programas comunitarios. No podr¨¢n afectar a la ciudadan¨ªa de la Uni¨®n ni discriminar entre nacionales comunitarios. Ni suponer trabas al libre comercio o falsear la libre competencia.
El proceso se abrir¨¢ previo dictamen de la Comisi¨®n Europea y deber¨¢ ser aprobado por el Consejo por mayor¨ªa cualificada. Su desarrollo es competencia s¨®lo de los pa¨ªses que participen en ¨¦l, que adoptar¨¢n las decisiones por mayor¨ªa cualificada. Pero los dem¨¢s tienen derecho a participar en las deliberaciones, aunque se abstendr¨¢n de votar.
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