El anciano rey de los rebollos
La dehesa de Rascafr¨ªa alberga un roble de 330 a?os, que acaso es el m¨¢s viejo de la Comunidad
Quienes aseveran que el ser humano es el rey de la creaci¨®n omiten, por mor de la vanidad, que los ¨¢rboles son cien veces m¨¢s antiguos periodo carbon¨ªfero, 200 millones de a?os ha- y que, sin ellos, la vida sobre la Tierra, tal como la conocemos, no ser¨ªa posible, elogio que no cabr¨ªa hacer del ser humano sin provocar un pitorreo de proporciones gal¨¢cticas. Comparado con el viejo roble de la Mata del Pa?uelo, el hombre es un alfe?ique que se tiene en m¨¢s porque piensa, pero ¨¦se es un c¨®gito metaf¨ªsico que lo ¨²nico que demuestra es su jactancia, no su primac¨ªa en el orden natural. Mide aqu¨¦l 15 metros de alto por 6,20 de per¨ªmetro en la base del tronco. Y su edad, calculada mediante el barrenado y el conteo de los anillos de crecimiento, frisa los 330 a?os. De modo que, puestos a comparar, ya era m¨¢s que un pimpollo en los d¨ªas de la dinast¨ªa Tsing y del Rey Sol, de la guerra de sucesi¨®n y la p¨¦rdida de Gibraltar.En la dehesa de Rascafr¨ªa, y m¨¢s concretamente en el paraje conocido como la Mata del Pa?uelo, a 1.480 metros de altitud, se encuentra este venerable ejemplar de Quercus pyrenaica.O sea, quercuez, o ¨¢rbol hermoso al decir de los celtas, y pyrenaica, por su habitaci¨®n predominante al sur de los Pirineos; roble a secas para el lego, y roble melojo o rebollo para los serranos que, desde tiempos remotos, han aprovechado la madera de esta especie como combustible, sea en forma de le?a o de carb¨®n vegetal. De ah¨ª que haya sido mucho el. menoscabo sufrido por los rebollares que anta?o copaban las faldas del Guadarrama y no pocos los que, una vez consumidos, pasaron a engrosar las filas del pinar, m¨¢s rentable econ¨®micamente. De ah¨ª el regocijo de hallar, entre tanto melojo raqu¨ªtico que no levanta seis varas del suelo, un gigante del siglo XVII.
Zigzag por el melojar
Entre los 1.163 metros de Rascafr¨ªa y los casi 1.500 de la Mata del Pa?uelo, cotas id¨®neas para la prosperidad del rebollar en nuestra regi¨®n, discurre precisamente el camino que hoy vamos a seguir: una pista forestal que nace entre las ¨²ltimas casas de la colonia Las Matillas, bordea el campo de f¨²tbol y enfila directamente la monta?a para ir ganando suavemente altura en zigzag por el espeso melojar. En las varias revueltas, el excursionista podr¨¢ aprovechar para echarle sendos vistazos a todo el valle del Lozoya, desde el embalse de Pinilla hasta Pe?alara, cuya cumbre, orlada de neveros gran parte del a?o, se revela des de este ¨¢ngulo picuda y vertiginosa al superpon¨¦rsele el risco de los Claveles. Y aprovechar tambi¨¦n para observar c¨®mo los vecinos siguen haciendo le?a de este bosque comunal a la vieja usanza, sacando los robles pelados al camino con la ayuda de mulas, en lugar de los tracto res y orugas que tanto han desfigurado ya la faz de otros montes.A cuatro kil¨®metros del inicio, una hora y cuarto de andar sin demasiadas contemplaciones, el excursionista se topar¨¢ junto al camino con el decano de los rebollos madrile?os. Algunas ramas secas y el tronco hueco -?cuatro hombres no lo abarcar¨ªan enlazando sus manos!- anuncian sus postrimer¨ªas; pero, aun as¨ª, este roble venerable nos inspira la desaz¨®n de lo que es muy antiguo y nos obliga a sentir que, a su lado, nuestras vidas son como flor de un d¨ªa. Una comparaci¨®n, por cierto, que ya formul¨® su contempor¨¢neo Calder¨®n: "Tales los hombres sus fortunas vieron: / en un d¨ªa nacieron y expiraron, / que, pasados los siglos, horas fueron".Tras un par de revueltas m¨¢s, la pista se bifurca a la altura del raso de la Cierva, debiendo el caminante tirar por el ramal que contin¨²a a nivel por la ladera de estos montes Carpetanos, para llegar, en menos de una hora, a un enclave cuajado de peregrinas excrecencias gran¨ªticas, pe?as legendarias como la Tortuga o el Carro del Diablo. Desde aqu¨ª, una senda jalonada con estacas de madera desciende a mano izquierda por el robledal de los Horcajuelos hasta Rascafr¨ªa, donde la vida de los hombres sigue su ef¨ªmero curso.
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