Un susurro de badajos
300 personas asisten en la calle de Alcal¨¢ a un di¨¢logo entre dos torres de campanas
M¨¢s que un duelo de repique de campanas, lo que son¨® en la madrugada de ayer frente al C¨ªrculo de Bellas Artes fue casi un susurro. Y para algunos asistentes, "una tomadura de pelo".Faltaban unos minutos para la una, cuando la calle de Alcal¨¢ entre la plaza de Cibeles y la Gran V¨ªa qued¨® cortada al tr¨¢fico para que el ruido de los motores no arruinara tan curiosa experiencia. El programa advert¨ªa que dos campa?eros, Llorenc Barber desde la tercera planta del C¨ªrculo de Bellas Artes y Joan Posadas en la torre de la iglesia de San Jos¨¦, entablar¨ªan durante 30 minutos un original di¨¢logo. En parte, as¨ª fue.
A la hora acordada, el instrumentista y music¨®logo valenciano Llorenc Barber empez¨® a tocar sus campanas de bronce para despedir al D¨ªa de la M¨²sica, que se celebr¨® el s¨¢bado. Unas 300 personas, en plena calle, alzaban el cuello para intentar no perder detalle de lo que ocurr¨ªa en uno de los balcones de Bellas Artes. Desde la torre de enfrente, Joan Posadas le replic¨® con el mismo lenguaje sonoro, que apenas se o¨ªa. La gente puso mala cara y aguard¨® un tiempo 1 prudencial para empezar con los murmullos y las quejas. "Esto no son las campanas, lo que tocan son platillos y debe ser un ensayo, porque apenas se oye", comentaba un grupo de amigos apostados en plena calle de Alcal¨¢.
El di¨¢logo met¨¢lico iba y venia de una acera a la otra. El p¨²blico insisti¨®: "Esto son los cuartos de las campanas de Fin de A?o, primero hay un anticipo y luego llegan las campanas de verdad". Las manecillas del reloj avanzaron, y el duelo se manten¨ªa: primero un campanero; luego, el otro. Hubo momentos en los que entre campana y campana hasta se col¨® la m¨²sica, mucho m¨¢s machacona, de la fiesta del PSOE con motivo de su 34? Congreso. "Es que apenas se oyen las campanas y eso que no hay tr¨¢fico. Pensaba que esto iba a ser m¨¢s espectacular", coment¨® una se?ora antes de abandonar desilusionada por el espect¨¢culo y enfilar la Gran V¨ªa.
El mensaje que intent¨® lanzar al aire Llorenc Barber no fue captado por la mayor¨ªa de los asistentes. El hombre, seg¨²n asegur¨®, s¨®lo busc¨® que "Madrid se indentificara con el sonido po¨¦tico y tradicional de las campanas en uni¨®n con otros instrumentos met¨¢licos". Un sonido m¨¢gico, calificaron los expertos.
"Un sonido muy flojo para ser el de una campana", defini¨® un joven estudiante. La desilusi¨®n creci¨® cuando las manecillas del reloj llegaron a la 1.20 y los campa?eros se despidieron del personal. Un aplauso m¨¢s bien flojo y se acab¨® el concierto. "Esto se ha quedado en nada", comentaron algunos espectadores antes de marcharse. La experiencia se repetir¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas en Salzburgo, Londres y Palermo.
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