Normas de obligado cumplimiento
La cumbre de Amsterdam ha dejado un gusto amargo y la impresi¨®n de que no corren buenos tiempos en Europa para los defensores de una uni¨®n no s¨®lo monetaria sino tambi¨¦n econ¨®mica y pol¨ªtica. Como en otros momentos de la historia comunitaria, se ha demostrado que cuando los pa¨ªses miembros experimentan una crisis provocada por factores externos (hace a?os la crisis del petr¨®leo, hoy la de la globalizaci¨®n y su corolario de altos ¨ªndices de desempleo) la reacci¨®n de los gobiernos tiende a ser insolidaria y desconfiada y que los heraldos negros de la renacionalizaci¨®n vuelven a asomar el penacho.Lo ¨²nico que qued¨® claro en Amsterdam fue que los dirigentes pol¨ªticos de la UE est¨¢n absoluta y totalmente decididos a seguir adelante con la uni¨®n monetaria. Habr¨¢ o no acuerdo en otros temas, pero en lo que dependa (le ellos (el primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin, incluido), el euro seguir¨¢ su marcha imparable. Y si nuestros dirigentes pol¨ªticos no hablan m¨¢s que de contabilidad, resulta muy dif¨ªcil pretender que los ciudadanos introduzcamos otro tema de conversaci¨®n. Nuestros l¨ªderes quieren que saquemos la calculadora y empecemos a tasar las cosas concretas que traer¨¢ aparejada esa gran revoluci¨®n monetaria.
Hablemos, pues, de cosas concretas. Por ejemplo, de algo que se llama redondeo.
Pongamos que en la primavera de 1998, los ministros de Econom¨ªa y Finanzas de los Quince deciden que el euro tenga un valor parecido a la actual unidad de cuenta europea: 165 pesetas por un ecu. A lo m¨¢s tardar en enero de 2002, se supone que todos los contratos (incluidas las n¨®minas, las pensiones y las cuentas corrientes o libretas de ahorro) pasar¨¢n a traducirse a euros.
Una n¨®mina de 172.000 pesetas supondr¨ªa, en este ejemplo, 1.042 euros con 424 c¨¦ntimos. Y por una pensi¨®n de 61.000 pesetas se recibir¨ªan 369 euros y 697 c¨¦ntimos. Lo razonable ser¨¢ redondear estas cifras y, de hecho, todos los Gobiernos tienen ya previsto dictar una ley al respecto. Lo m¨¢s seguro es que se utilice un mecanismo "neutro": redondear por arriba o por abajo seg¨²n los decimales. En nuestro ejemplo, la n¨®mina ser¨ªa de 1.042,4 euros y la pensi¨®n, de 369,7. Es decir, en el primer caso habr¨ªa perdido cuatro pesetas y en el segundo hab¨ªa ganado cincuenta.Pero una cosa son los contratos y otra, muy distinta, los precios. No hace falta ser un gran experto en marketing para darse cuenta de que no es lo mismo pagar "todo a cien" que "todo a 0,606". O que no es igual de atractivo que una camisa cueste en rebajas 1.999 pesetas o 12,1 euros. ?Pasar¨¢ todo a costar un euro, o medio? ?Y la camisa, la comprar¨¦ por 12 euros o por 12,5?
Quiz¨¢s tienen raz¨®n quienes advierten que en vez reclamar una Constituci¨®n europea, lo que tenemos que hacer los ciudadanos es estar atentos a los decimales.
Ya se sabe que hay cosas que son de obligado cumplimiento. Un juez no puede tomar decisiones injustas movido por sus intereses particulares o su man¨ªa persecutoria. Un cirujano est¨¢ obligado, siempre, a contar las compresas que mete en una herida, para volver a sacarlas. Un conductor de cami¨®n no iniciar¨¢ un viaje largo sin revisar el aceite y la presi¨®n de los neum¨¢ticos. Un periodista nunca, baje) ning¨²n concepto y con ning¨²n pretexto, manipular¨¢ al lector mezclando informaci¨®n sobre una rueda de prensa con sus opiniones particulares.
Para convertirse en ciudadano europeo -lo que casi empieza a confundirse con ser un consumidor europeo-, la ¨²nica norma de obligado cumplimiento es, por el momento, llevar una calculadora en el bolsillo.
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