Historia de una depresion
El guardameta Diego, tras dos a?os hundido por lesiones y decepciones, suena con volver a jugar
"Tiene que irse. Va a jugar Idolina lo haga bien o lo haga mal. Y eso usted no lo va a saber aceptar"., Las palabras de Antie, las primeras que le dirig¨ªa depu¨¦s de varias semanas de entrenamienntos, inauguraron un ciclo de dos a?os dram¨¢ticos para Diego D¨ªaz. El entonces guardameta del Atl¨¦tico se cosi¨® a partir de ese instante a la mala suerte, encaden¨® vertiginosamente decepciones y graves lesiones, y su cabeza se convirti¨® en un peligroso laberinto de desilusi¨®n. Cay¨® en una depresi¨®n tan profunda que el propio f¨²tbol, la caja de todos sus sue?os, su adorado modo de vida, lleg¨® a transformarse en la peor enfermedad: hac¨ªa esfuerzos por ver partidos, pero a los cinco minutos ten¨ªa que apagar la televisi¨®n; le llamaban compa?eros para darle ¨¢nimos y, riada m¨¢s colgar, con el f¨²tbol de nuevo revoloteando por su cerebro, se refugiaba a llorar en su habitaci¨®n. El apoyo de Julia, su mujer, de su familia, de los contados amigos que sobrevivieron a su cuesta abajo y, sobre todo, el motor an¨ªmico que supone pelear por un hijo que est¨¢ a punto de cumplir el a?o le rescataron del "pozo negro" en el que se hab¨ªa sumergido. Ahora, vencida la ¨²ltima lesi¨®n y recuperada la ilusi¨®n, Diego amenaza a sus 28 a?os con comerse el mundo.Las palabras de Antic le dolieron. No era aquello de que se le cerraran las puertas del equipo de su alma, al que lleg¨® con tan s¨®lo 13 a?os. Le hirieron las formas, que Antic no fuera de frente. La decisi¨®n estaba tomada mucho antes de que se la comunicaran ya casi sin tiempo para encontrar otro equipo, con la pretemporada muy avanzada.
Pudo agarrarse a su contrato en vigor con el Atl¨¦tico, pero a ¨²ltima hora se le cruz¨® una seductora oferta del Valladolid y, ante el oscuro panorama que- se le avecinaba en Madrid, decidi¨® marcharse. Rafa Ben¨ªtez, el t¨¦cnico, lo quer¨ªa en Zorrilla al precio que fuera. Nada m¨¢s aterrizar en su nuevo equipo, y como lleg¨® con la Liga encima, el entrenador que cont¨® que deb¨ªa esperar una oportunidad que jarn¨¢s lleg¨®. Diego se vino abajo: "Dejo el Atl¨¦tico para jugar y no juego. Adem¨¢s, el equipo iba mal, recib¨ªa goles, pero no hab¨ªa cambios".
Al guardameta s¨®lo le pod¨ªa salvar un cambio de t¨¦cnico. Que efectivamente se produjo -lleg¨® Cantatore-, pero inoportunamente tan s¨®lo 10 d¨ªas despu¨¦s de que una tendinitis rotuliana se cebara con Diego y le impidera entrenarse. Seis meses estuvo la rodilla en tratamiento, con casi diarias extracciones de l¨ªquido, pero todo en vano. Finalmente, en mayo, Diego pasa por el quir¨®fano. El cancerbero termina su recuperaci¨®n en octubre. Como C¨¦sar lo hace de cine en la porter¨ªa del Valladolid, Diego empieza a moverse para el mercado de diciembre. Pero tres semanas m¨¢s tarde en un choque con Quevedo durante un entrenamiento se destroza la tibia.
Definitivamente, Diego estaba gafado, Ya parec¨ªa estarlo en los inicios de su carrera cuando, en su primer a?o con el Atl¨¦tico, acept¨® una cesi¨®n de final de temporada al Sporting justo unos d¨ªas antes de que Abel, el titular rojiblanco, se lesionara: de no haberse Ido a Gij¨®n, Diego se habr¨ªa estrenado como profesional con una final de Copa. Pero nada comparable a la frustaci¨®n de estos dos ¨²ltimos a?os.
Sin embargo, lo peor de su cadena de mala suerte no estaba a la vista. Lo peor se escond¨ªa en su cabeza, que irremediablemente se desorden¨®: "Vengo a jugar, no juego, me lesiono, me recupero, me vuelvo a lesionar, estoy sin equipo... Es d¨ªficil conservar la calma. 0 tu familia est¨¢ muy cerca. para decirte conf¨ªa en t¨ª o te vas a la mierda. Piensas muchas cosas. Dejar el f¨²tbol, si vales o no para esto,. si merece la pena... Lo peor. El pozo negro que llaman".
Su estado de ¨¢nimo era tan fr¨¢gil que bastaba una simple referencia al f¨²tbol para deprimirse. "Es muy duro ver algo que no puedes hacer. Me pon¨ªa a ver un partido y a los cinco minutos lo ten¨ªa que dejar. Le daba vueltas a la cabeza, a mi mala suerte. No pod¨ªa. Luego, hablaba con amigos por tel¨¦fono, y lo agradec¨ªa, pero en cuanto colgaba, volv¨ªa a pensar en lo pasado y en lo que me quedaba por recuperarme".
Pero sobre todos los pensamientos que desarmban ps¨ªquicamente a Diego, hab¨ªa uno que le angustiaba cruelmente: la idea de ,que su hijo Diego no le pudiera ver jugar nunca al f¨²tbol. Finalmente, ese temor result¨® ser su mejor motor para venirse arriba: "Ver a mi hijo me obligaba a seguir peleando. No pod¨ªa estar llorando solo en una habitaci¨®n toda mi vida. Me dije: 'no tienes m¨¢s remedio que vencer a la lesi¨®n y la mala suerte".
Tras dos a?os "en lo que todo era oscuro", en lo que "todo lo que pasaba a nivel profesional era malo", Diego se prepara ahora para regresar al f¨²tbol activo multiplicado de ganas. Sin equipo a¨²n (el Valladolid no le ha renovado), sin las ambiciosas metas de sus primeros a?os, con un c¨ªrculo de amistades que en las malas ha menguado considerablemente ("del f¨²tbol conservo pocos amigos"), endurecido despu¨¦s de dos a?os haci¨¦ndose la misma pregunta ("?por qu¨¦ todo aqu¨ª?"), pero con la moral multiplicada, el f¨ªsico reparado y "m¨¢s ganas que nadie" por devolver debajo de una porter¨ªa toda la ayuda que su gente le ha dado en los momentos dif¨ªciles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.