D¨ªa de liberaci¨®n
LA DE ayer fue una jornada reconfortante para quienes creemos en la convivencia y defendemos la libertad. Dos ciudadanos secuestrados por ETA, el funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara y el abogado Cosme Delclaux Zubir¨ªa, fueron liberados despu¨¦s de 532 y 232 d¨ªas, respectivamente, de encierro forzado en condiciones terribles. La libertad de ambos se ha alcanzado por caminos diferentes, podr¨ªa decirse que contradictorios, pero el final de un secuestro es siempre una, buena noticia. En el caso de Ortega Lara hay que congratularse doblemente, porque su rescate ha sido fruto de una brillante operaci¨®n de la Guardia Civil, en la fase de investigaci¨®n y en el asalto, que se realiz¨® sin disparar un tiro. Los cuatro etarras del comando de vigilancia fueron detenidos y, lo que es m¨¢s importante, ETA ha perdido a un reh¨¦n con el que trat¨® de chantajear infructuosamente al Estado. Delclaux alcanz¨® la libertad despu¨¦s de que su familia pagara un rescate de 1.000 millones de pesetas, que ETA emplear¨¢ sin duda para costear su campa?a de terror. Aun as¨ª, vale la reflexi¨®n que hizo ayer el ministro del Interior: ?puede reprocharse a una familia que trate de salvar por cualquier medio a uno de los suyos una vez que ha sido secuestrado?El primer objetivo de las fuerzas de seguridad debe ser ahora prender a los secuestradores de Delclaux y evitar que hagan uso del cuantioso rescate para secuestrar, torturar o asesinar a otros ciudadanos. Esto constituir¨ªa un ¨¦xito pleno para el Estado de derecho. Tres horas despu¨¦s de que Delclaux apareciera atado a un ¨¢rbol en las cercan¨ªas de Elorrio (Vizcaya), guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo y Grupos Antiterroristas Rurales liberaban a Ortega Lara mediante una operaci¨®n rel¨¢mpago, en las proximidades de la poblaci¨®n guipuzcoana de Arrasate (Mondrag¨®n). El estado f¨ªsico del funcionario de prisiones, que presentaba s¨ªntomas de depresi¨®n aguda y que ha perdido 23 kilos de peso durante su confinamiento, es una denuncia lacerante e inapelable del terrible suplicio que significa cualquier secuestro de ETA, y muy en concreto ¨¦ste, que con casi a?o y medio ha sido el m¨¢s largo de los realizados por la banda. ?Qui¨¦n que viera las fotograf¨ªas e im¨¢genes de televisi¨®n de Ortega Lara no record¨® a los supervivientes de los campos de concentraci¨®n nazis? ?C¨®mo no hacer una analog¨ªa entre los terroristas y los carceleros de las SS?
El ¨¦xito policial en la liberaci¨®n de Ortega Lara es un magn¨ªfico colof¨®n pol¨ªtico a la libertad de Delclaux; de este modo se evita la inevitable sensaci¨®n de impotencia del Estado que se hubiera producido en el caso de que Delclaux hubiese sido liberado por voluntad de ETA, tras pagar un fuerte rescate, mientras el funcionario Ortega Lara permanec¨ªa en el agujero sin posibilidad de redenci¨®n. M¨¢s all¨¢ de las casualidades, la coincidencia del rescate de Ortega con la liberaci¨®n de Delclaux plantea algunos interrogantes, pero se, ha hecho realidad la opci¨®n m¨¢s favorable para los intereses del Estado democr¨¢tico. Su rescate es una inyecci¨®n de ¨¢nimo y optimismo para la sociedad espa?ola, seriamente abatida por la aparente impunidad que parec¨ªa proteger a la banda terrorista en su carrera interminable de chantajes, atentados y tiros en la nuca.
De la jornada de ayer cabe extraer tambi¨¦n reflexiones pol¨ªticas esclarecedoras. No hace demasiados d¨ªas que alg¨²n partido pol¨ªtico, caracterizado por su meliflua oposici¨®n al nacionalismo violento vasco, suger¨ªa de forma agorera que el Ministerio del Interior se hab¨ªa olvidado por completo del secuestro de Ortega Lara. Esta acusaci¨®n ha quedado desmentida por los hechos y deja en mal lugar a quienes con tanta irresponsabilidad la emitieron. Tambi¨¦n se han utilizado con demasiada ligereza los secuestros de Delclaux y Ortega Lara como argumento forzado a favor de que el Gobierno avance en la pol¨ªtica de acercamiento de los presos vascos a Euskadi. El intercambio de concesiones y gui?os de complicidad con los terroristas, en t¨¦rminos de equidistancia, es una mala pol¨ªtica, tal como ha demostrado la experiencia de los ¨²ltimos 20 a?os.
El viento ha tomado y es favorable a los intereses del Estado democr¨¢tico. Una vez que el Ministerio del Interior se ha liberado del chantaje de ETA y los dos secuestrados est¨¢n en libertad, no existen impedimentos pol¨ªticos para que atienda lo que se ha configurado, como un consenso social y acerque selectivamente a presos etarras al Pa¨ªs Vasco. Siempre y cuando tal reagrupamiento no signifique un obst¨¢culo para la pol¨ªtica antiterrorista general. Castigar a las familias, oblig¨¢ndolas a largos y costosos viajes para ver a sus familiares presos, es una forma de ampliar el rencor social y en muchos casos equivale a empujar a las familias al entorno organizativo de ETA. Nadie podr¨¢ decir que, en estas circunstancias, el Estado democr¨¢tico cede al chantaje del secuestro. Es la primera vez, desde mayo de 1995, que ETA no tiene a nadie secuestrado. Esto es tambi¨¦n un triunfo de todos los ciudadanos que, con encomiable tenacidad, se han manifestado para denunciar la ignominia terrorista y dejar bien claro que la sociedad no tolera la extorsi¨®n y el crimen. Ganan los dem¨®cratas.
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