El que no mat¨® Liberty Valance
Era un chico idealista y trabajador, el joven abogado Ranis Stoddard, que cre¨ªa que su destino era pacificar el Oeste. No usaba rev¨®lver, de ah¨ª que cuando el terror¨ªfico Liberty Valance le ret¨® a duelo, tuvo que hacer de tripas raz¨®n y empu?¨® uno, s¨®lo para saber luego que ¨¦l, que pas¨® a la historia como el hombre que mat¨® a Liberty, en realidad hab¨ªa errado el tiro. Se qued¨® con la chica, fue elegido en un caucus por sus p pios agradecidos conciudadanos para que fuera el primer represtante en el Congreso de un territorio. Y, sin embargo, toda fama se debi¨® a un malentendido. No hay destino especular en la vida del gran James Stewar ese personaje que interpret¨® en sobrecogedor filme de John Ford Pero tal vez s¨®lo ¨¦l pod¨ªa represtar al mismo tiempo la honestidad de quien act¨²a creyendo en sus palabras y la doblez del que sabe que lleg¨® a la cima montado en las espaldas de otro. Hab¨ªa algo en arquetipo m¨¢s habitual, una apenas visible fractura interior que hizo un vulnerable ejemplo, un espejo privilegiado en el cual el espectador medio americano se mir¨® siempre de frente. Idealista confiado, como en sus filmes para Frank Capra, como en Caballero sin espada o en ?Qu¨¦ bello es vivir! tal vez su papel m¨¢s popular; batadoramente charmant en comedias como El bazar de las sorpresas, Historias de Filadelfia, por la cual obtuvo el Oscar, o en la popular Harvey de Henry Koster Stewart fue mucho m¨¢s que un inspirado actor de comedia.
De hecho, sus papeles m¨¢s imperecederos los realiz¨® para el mejor Alfred Hitchcock, y para el ingl¨¦s fue un inmovilizado voyeur e La ventana indiscreta; pero, sobre todo, el destrozado amante doblemente abandonado por una Kim Novak citada con la muerte de V¨¦rtigo, uno de los grandes paples de la historia del cine. Supo madurar desde sus papeles de adolescente un poco alocado, con los que se mantuvo desde 1935 has el final de la II Guerra Mundial hasta lograr el impresionante pu?ado de interpretaciones magistrales que engalanan su filmograf¨ªa en los cincuenta.
Ah¨ª dio Stewart aut¨¦nticas lecciones de creaci¨®n interior del pesornaje, ayudado por un f¨ªsico enjuto y elegante, y tambi¨¦n, se suele olvidar con frecuencia, por una in teligencia por encima de la media Westems para Anthony Mann, algunos de escritura tan l¨ªmpida como Horizontes lejanos, Win chester 73 o Tierras lejanas, otro para Ford, thrillers de la enjundia moral de Anatom¨ªa de un asesinato y hasta biopics como M¨²sica y l¨¢ grimas lo metieron de cabeza e las mejores p¨¢ginas de la historia del cine. Desde ah¨ª, el lento declivi de una carrera de la que supo apearse a tiempo y no aceptar papeles que pudiesen poner en entre dicho que alguna vez hab¨ªa sido el m¨¢s grande entre los grades.
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