Los secuestradores de Ortega hac¨ªan vida normal sin relacionarse con nadie
?Y usted qu¨¦ hace aqu¨ª?", le espet¨® uno de los secuestradores -Jes¨²s Manuel Uribetxeberria Bolinaga- al juez Baltasar Garz¨®n, que acompa?aba a los guardias civiles en el momento de la detenci¨®n. Uribetxeberria mostro una gran, sangre fr¨ªa durante la detenci¨®n y en las horas que le siguieron. S¨®lo, cuando los agentes descubrieron el zulo, el etarra -que en todo momento,hab¨ªa negado saber d¨®nde se encontraba Jos¨¦ Antonio Ortega Lara- se "desplom¨® emocionalmente" seg¨²n contaron ayer fuentes jur¨ªdicas.
Ante la pregunta, lanzada en tono despectivo y fingiendo sorpresa, el juez de la Audiencia Nacional le contest¨® que le iban a conducir a un taller de Mondrag¨®n donde sospechaban que estaba secuestra do Ortega, ya que ¨¦l figuraba como el titular del negocio. El etarra insist¨ªa en preguntar para que ten¨ªan que ir all¨ª y sosten¨ªa tozudamente que en la nave no hab¨ªa nadie.Luego, el detenido, con gran frialdad, le dio al juez las llaves de la nave y le dijo que no encontrar¨ªan nada all¨ª. "S¨®lo hay perros" , a?adi¨®. Durante las horas en el taller, mientras los guardias. estaban realizando un registro exhaustivo pero infructuoso, Uribetxeberria no colabor¨® en ning¨²n momento e insist¨ªa en que all¨ª no hab¨ªa nadie. Cuando por fin los agentes dieron con la m¨¢quina bajo la cual pensaban que estaba el funcionario de prisiones, sobre las seis de la ma?ana, Uribetxeberria "se desplom¨® emocionalmente". Entonces s¨ª perdi¨® la sangre fr¨ªa que hab¨ªa de mostrado hasta entonces.
Baltasar Garz¨®n aprovech¨® ese momento para preguntarle si en el zulo hab¨ªa otros terroristas, a lo que Bolinaga contest¨®: "S¨®lo est¨¢ ¨¦se". "?Qui¨¦n es ¨¦se?", insisti¨® el juez. "Ortega Lara.", admiti¨® el etarra. Una vez retirada la m¨¢quina colocada sobre el zulo, un guardia civil entr¨® a cara descubierta en el habit¨¢culo. Fue en ese momento cuando Ortega Lara, que se encontraba confundido y nervioso, grit¨®: "?Matadme de una puta vez!". Entre el guardia y Garz¨®n sacaron al funcionario cogi¨¦ndole por los brazos.
La petici¨®n de Ortega
El juez le ayud¨® a tranquilizarse y le cont¨® que su familia ya conoc¨ªa la noticia de la liberaci¨®n. Antes de abandonar el lugar, Ortega Lara pidi¨® ver el zulo completo, del cual ¨¦l s¨®lo ocupaba un tercio, ya que el resto era una habitaci¨®n desde la cual los terroristas le pasaban la comida. "No notamos nada raro", aseguraban ayer algunos vecinos dela nave donde Jes¨²s Mar¨ªa Uribexeberria Bolinaga, Xabier Ugarte Villar, Jos¨¦ Luis Erostegui y Jos¨¦ Miguel Gaztelu Otxandorena mantuvieron secuestrado a Ortega Lara. Dos guardias civiles que participaron en la investigaci¨®n destacaron ayer a este peri¨®dico la vida "absolutamente normal a los ojos de todos" que llevaban los cuatro etarras. Tres de ellos estaban solteros, y uno -Jos¨¦ Miguel Gaztelu-, casado y con dos hijos. Salvo ¨¦ste, que alternaba su trabajo en la nave con un empleo fijo en una industria de la zona, los restantes figuraban a los ojos de los dem¨¢s como aut¨®nomos. Por eso nadie se extra?¨® de verlos llegar en cualquier momento del d¨ªa a la nave, a donde acud¨ªan de- dos en dos y, normalmente, coincidiendo con la hora del almuerzo y la cena. Uno de ellos se dedicaba a jugar con el perro, y el otro, a preparar la comida de Ortega Lara. Luego se iban tranquilamente a almorzar, siempre, en uno de los peque?os restaurantes de la zona."Hay que tener en cuenta que ellos, que nunca fueron fichados por la polic¨ªa, no ten¨ªan que adoptar las l¨®gicas medidas de seguridad de un liberado de la organizaci¨®n terrorista", explic¨® uno de los guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo, que puso un ejemplo muy gr¨¢fico: "Si, en algunos de los meses del secuestro, alguno, de ellos hubiese sido parado en un control de carreteras, el polic¨ªa de turno no habr¨ªa tenido nada por qu¨¦ detenerle".
Ninguno de ellos ten¨ªa carn¨¦ de Herri Batasuna ni se hab¨ªa significado por frecuentar ambientes radicales, aunque s¨ª tomaban copas en algunas herriko tabernas -bares del entorno, de ETA-, peto eso es algo normal en la zona del Goierri. S¨®lo a Bolinaga lo detuvieron, hace ya 10 a?os, como sospechoso de colaborar con la organizaci¨®n terrorista, pero hubo que dejarlo en libertad, ya que nunca se lleg¨® a confirmar la relaci¨®n. De hecho, ahora, despu¨¦s dela detenci¨®n, la Guardia Civil cree que lleva siete a?os como liberado legal, a sueldo de la, organizaci¨®n. De sus nervios de acero pueden hablar los guardias, que no lo vieron pesta?ear mientras -buscaban el zulo en su taller.
Uribetxeberria Bolinaga, natural de Mondrag¨®n (Guip¨²zcoa), puede ser el cabecilla de los cuatro, el que mandaba y recib¨ªa las ¨®rden¨¦s de la banda terrorista. La investigaci¨®n trata de determinar ahora si s¨®lo hac¨ªa labores de carcelero o si tambi¨¦n lleg¨® a cometer en alguna ocasi¨®n alg¨²n atentado terrorista.
No se recog¨ªan tarde, ni ten¨ªan ninguna afici¨®n que los hiciera distintos o llamativos para el resto de sus vecinos. Pese a los 25 millones encontrados junto al zulo, los cuatro etarras, que s¨®lo se relacionaban entre s¨ª, viv¨ªan modestamente, sin ostentaci¨®n, con ropas de trabajador y en viviendas de nivel medio o bajo.
De la normalidad de sus movimientos habla este dato: los habitantes del barrio obrero de Mondrag¨®n donde se encontraba la nave jam¨¢s sospecharon de ellos, informa Maribel Mar¨ªn. "Daba la sensaci¨®n de que ese local estaba abandonado", afirm¨® una vecina. "Ha sido una mala sorpresa para todos", a?adi¨®.
Los trabajadores de Industrias Urzu, f¨¢brica de ganchos para cortinas que se encuentra en la planta superior del pabell¨®n donde fue localizado el zulo, no ten¨ªan ganas de hablar sobre el asunto. Cansados de ver interrumpido su trabajo por los periodistas, s¨®lo dos cesaron sus tareas para admitir que conoc¨ªan a los cuatro activistas de ETA detenidos de vista: "Eran majos, pero tampoco los conoc¨ªamos demasiado". Los empleados de este taller hablaban entre ruidos constantes de m¨¢quinas, los mismos sonidos que permitieron a Ortega Lara distinguir entre el d¨ªa y la noche y no perder la noci¨®n del tiempo.
Por la zona se acerc¨® ayer un joven que s¨ª conoc¨ªa a uno de los terroristas detenidos el martes. "Mi hermano va con su hijo a clase. Estamos flipados, no nos imagin¨¢bamos algo as¨ª. Esto es una pasada", reconoce. Otra persona todav¨ªa trataba de asimilar la noticia: "Los conozco y nunca sospech¨¦ nada. No iban a manifestaciones ni nada por el estilo".
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