El d¨ªa de la barbarie
Como de costumbre en este desdichado Tour, la etapa de ayer no nos dejaba sucesos que comentar y nuestra atenci¨®n se volc¨® naturalmente en ese tr¨¢gico acontecimiento que nos conmueve a niveles rabiosos a todos los que hemos luchado tanto en nuestras vidas como en nuestras obras contra la absurda barbarie de penalizar con la muerte, venga de donde venga esta cruel decisi¨®n, a cualquier ciudadano del mundo.Me entristece a¨²n m¨¢s que el hecho haya sucedido en unas tierras donde tanta afici¨®n, posiblemente la m¨¢s entendida, existe, tierras generadoras tambi¨¦n de casi todas las grandes figuras de nuestro ciclismo, puedan estar detr¨¢s de un acto tan tremendo para mi condici¨®n humana, incluso tambi¨¦n para mi salud.
Malos augurios, pues, de desbordantes alegr¨ªas en esas etapas pirenaicas que se nos echan encima y a las que est¨¢bamos acostumbrados de contemplar junto a los corredores, aficionados animando a los escapados con r¨®tulos escritos en el asfalto y banderas sin lazos negros.
No s¨¦ con qu¨¦ ¨¢nimo habr¨¢n salido esta ma?ana nuestros corredores camino de Pau. Me gustar¨ªa naturalmente que. ganase alguno de ellos y que dedicase su triunfo a quien le d¨¦ la gana. Pero a los viejos aficionados nos costar¨¢ bastante dar palmadas a nuestros contertulios de televisor y no Podremos dejar de pensar en alguien que casi seguro habr¨ªa compartido el deseo de que un compatriota llevase a m¨¢s de 100 corredores luchando ag¨®nicamente detr¨¢s de ¨¦l.
Ya el a?o pasado perd¨ªa un gran amigo, compa?ero de locuras por estas gestas ciclistas, unos d¨ªas antes del inicio del Tour. No quisiera que el a?o que viene faltase alguien m¨¢s cuando contemplemos la subida al Tourmalet.
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