Fernando

El a?o pasado coincid¨ª con Fernando por casualidad. ?l hab¨ªa sido contratado temporalmente para mantener relucientes unos veh¨ªculos que se presentaban en el exterior de un hotel madrile?o. Yo lo recuerdo enfundado en una bata y spray en ristre. Me llam¨® la atenci¨®n su altura, su cara abierta y sonrosada sus ojos sinceros... y, sobre todo, su actitud de total y permanente colaboraci¨®n, de entrega a lo que en, ese momento era el trabajo que se le hab¨ªa encomendado. Hizo fr¨ªo en ese d¨ªa de octubre, pero Fernando no se mov¨ªa de su puesto, ni siquiera para sus necesidades m¨¢s b¨¢sicas: alguien tuvo que decirle que entrara en el hotel para calentarse, que acudiera al lavabo o que se fuera comer. En aquel momento yo no sab¨ªa que Fernando estudiaba tercero de Derecho, siendo el mayor y principal apoyo de una familia de cuatro hermanos que viv¨ªan con su madre, viuda desde hace dos a?os.Ayer me encontr¨¦ la amable cara de Fernando en EL PA?S, pues ha muerto. brutalmente apu?alado en el coraz¨®n. Nadie es capaz de digerir la inexplicable irracionalidad de esta terrible acci¨®n, y nadie en Majadahonda puede escapar al hecho de que ¨¦stas bestias pululan por sus calles. Pido que no se olvide a Fernando Bertol¨¢ y que su absurda muerte no sea en vano. ?A todos nos corresponde luchar contra esta plaga! ?Que no puedan obligarnos a cambiar de acera a golpe de navaja!.-