Los enemigos del pueblo
ETA HA ejecutado implacablemente su amenaza sin importarle el clamor de todo un pueblo. Miguel ?ngel Blanco fue encontrado con dos tiros en la cabeza y las manos atadas en la espalda. Fue una ejecuci¨®n fr¨ªa, premeditada, orquestada como un desaf¨ªo escarnecedor al Estado y a toda la sociedad. La movilizaci¨®n masiva del pueblo no ha traspasado el b¨²nker en el que vive ETA ni ha podido salvar al joven concejal del PP, pero ha servido para medir las fuerzas: nosotros somos muchos, ellos est¨¢n definitivamente solos. Esta unidad de los ciudadanos y sus representantes pol¨ªticos es la ¨²nica respuesta al terrorismo. En boca de un dirigente nacionalista vasco, este nuevo crimen "es el suicidio de ETA". La banda terrorista se ha revelado una vez m¨¢s impermeable, pero nos cabe la esperanza de que no ocurra lo mismo entre los votantes de HB. ?Podr¨¢n seguir ignorando tanto horror?La sociedad espa?ola se moviliz¨® ayer, de forma masiva, para evitar el crimen anticipado de ETA. No hubo despreocupaci¨®n o pesimismo, sino participaci¨®n; de forma espont¨¢nea en la mayor parte de las ocasiones, o acuciados por el dolor especial de la proximidad -como en Ermua, la localidad vizca¨ªna del joven secuestrado- El hecho es que los ciudadanos, con especial menci¨®n para los del Pa¨ªs Vasco, enviaron un mensaje claro a los verdugos, autorreconvertidos en salvadores de la patria y libertadores del, pueblo vasco: ?basta ya! La propia amplitud de las movilizaciones presagiaba el crimen de ETA: ten¨ªa que tapar con el tiro en la nuca la unanimidad de las protestas contra su extorsi¨®n.
Quienes apoyan, explican, justifican o suministran comprensi¨®n para ETA deber¨¢n tener en cuenta ahora que no se trata ya (le un mensaje pol¨ªtico, mejor o peor filtrado o amplificado por intermediarios, sino el grito un¨¢nime de -una sociedad que no ha necesitado de sofisticados sistemas de organizaci¨®n para salir a la calle, ocupar las avenidas y pedir la liberaci¨®n de un ciudadano. Si lo que hubo ayer en las Calles no es el pueblo, ese pueblo al que continuamente apelan los torturadores, ?qui¨¦n es el pueblo? Que respondan sus ide¨®logos. La movilizaci¨®n de ayer -en un lado, todos; en el otro, en una clamorosa soledad, los asesinos y sus acompa?antes- explicita con nitidez qui¨¦nes son los enemigos del pueblo. No es de extra?ar que, conocido el desenlace de Blanco Garrido, el grito de la gente fuese "ETA kanpora", "HB, fuera de Euskadi". ?Cabe mayor paradoja mortificante para quienes se autocalifican de movimiento de liberaci¨®n nacional que sus vecinos los quieran fuera del territorio, de sus vidas?
La jornada de ayer, dolorosa y triste por la suerte que ha corrido el ¨²ltimo reh¨¦n de ETA, confirm¨® los peores temores sobre la despiadada estrategia de los terroristas y sobre su condici¨®n humana: la ¨²nica capacidad que les queda es poner cad¨¢veres, encima de la mesa. Est¨¢ claro ya, si acaso no lo estuvo en las 48 horas anteriores, que ETA hab¨ªa dictado una sentencia anticipada contra Miguel ?ngel Blanco -una muerte a c¨¢mara lenta, como las de los campos de exterminio nazis-, al imponer un plazo y unas exigencias imposibles de cumplir. No era un secuestro, sino la escenificaci¨®n de un asesinato, como dijo el ministro del Interior.
?Qu¨¦ va a pasar ahora con los presos etarras, pretexto del chantaje? Las condiciones para su acercamiento a las c¨¢rceles del Pa¨ªs Vasco han empeorado notablemente. La opini¨®n p¨²blica no entender¨ªa un cambio en la pol¨ªtica penitenciaria como respuesta a la locura etarra. Aparece as¨ª, sin simulaci¨®n alguna, el papel de carne de ca?¨®n de los presos ante la direcci¨®n de ETA.
La irrealizable coartada pol¨ªtica encubr¨ªa, probablemente para consumo interno o justificaci¨®n ante su fanatismo, una respuesta r¨¢pida y vengativa por la liberaci¨®n de Jos¨¦ Ortega Lara. La necia autocomplacencia de la banda de asesinos en su eficacia no pod¨ªa soportar el fracaso que ha supuesto el descubrimiento del zulo de Ortega ni la alegr¨ªa de la sociedad vasca y la del resto del pa¨ªs por la liberaci¨®n del funcionario de prisiones.
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