0ubi?a, atado

"ESTA VEZ le tenemos atado y bien atado", proclaman los responsables del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), cuyos agentes dieron la pasada semana, por sorpresa, con Laureano Oubi?a cuando buscaban un alijo de tabaco de contrabando. Aunque no se haya ofrecido todav¨ªa una versi¨®n completa de los hechos, algunas circunstancias abonan el optimismo oficial: Oubi?a fue detenido de madrugada en Vigo, a pocos kil¨®metros de la playa donde se descargaban tres toneladas de hach¨ªs. Parece que las intervenciones telef¨®nicas practicadas comprometen seriamente a quien s¨®lo pudo ser condenado por delito fiscal en la Operaci¨®n N¨¦cora. Si as¨ª ocurriera, se habr¨ªa hecho un gran servicio a la credibilidad de la polic¨ªa y la justicia. Es dif¨ªcil no compartir la sensaci¨®n de que Oubi?a lleva una d¨¦cada burl¨¢ndose del Estado, por mucho que ese argumento aparezca a menudo envuelto en el populismo m¨¢s grosero.Que la justicia no pudiese probar la ilicitud de la fortuna de Oubi?a empezaba ya a ser indigerible para la sociedad, sobre todo si se sumaban sus insultos a las madres contra la droga, el espect¨¢culo de su cohorte de guardaespaldas o la obscenidad de su apelaci¨®n a los tribunales para querellarse contra todo aquel que le llamara capo. S¨®lo por poner coto a todo eso ha merecido la pena la redada de Vigo; aunque la experiencia de los ¨²ltimos a?os aconseja no emitir conclusiones precipitadas antes de que un tribunal examine los hechos.

El caso de Oubi?a, como el conjunto de la llamada Operaci¨®n N¨¦cora, permite interrogamos sobre la verdadera efectividad de los espectaculares despliegues de medios, que lucen muy bien ante las c¨¢maras, pero que a la hora de la verdad se desinflan por la endeblez de las pruebas. Con ello se refuerza la sensaci¨®n de impunidad de los capos y se deja el camino abierto a los m¨¢s airados para que exijan reformas legislativas dudosamente conciliables con el principio constitucional a la presunci¨®n de inocencia. Por fortuna, parece que esta vez se le ha cogido en flagrante delito.

Si nadie puede cerrar los ojos ante los lacerantes dramas humanos de las v¨ªctimas de la droga, el caso de Oubi?a nos recuerda tambi¨¦n que el narcotr¨¢fico es un problema bastante m¨¢s complejo. Parece muy probable que la fortuna del presunto capo se haya erigido casi enteramente sobre el tr¨¢fico de hach¨ªs, una sustancia que no es inocua para la salud, pero que tampoco est¨¢ probado que cause m¨¢s estragos que el alcohol o el mismo tabaco, por citar dos productos legales. Que la prohibici¨®n del comercio de una sustancia permita a individuos de esa laya edificar imperios econ¨®micos es un hecho que no deber¨ªan pasar por alto los que se oponen al m¨¢s m¨ªnimo cambio de enfoque en la pol¨ªtica de lucha contra la droga.

Porque la alegr¨ªa tras la captura de Oubi?a deja tambi¨¦n su poso de desaz¨®n: nos ha vuelto a demostrar que el narco raramente se redime; que apenas sale de la c¨¢rcel le falta tiempo para volver a las andadas, y a los que permanecen entre rejas los releva de inmediato cualquier lugarteniente ¨¢vido de fortuna y notoriedad. Entretanto, el negocio no cesa de crecer.