En el t¨²nel del tiempo

M¨²sica y m¨¢s m¨²sica en el Festival de Vitoria. Densa y abundante, para todos los gustos: de lo m¨¢s tradicional, casi etnomusicolog¨ªa pura a lo m¨¢s contempor¨¢neo.Por la tarde, y desafiando un temporal de los que invitaba a quedarse en casa y s¨®lo salir en caso de aut¨¦ntica emergencia, el teatro Principal se llen¨® con Geri Allen. Un concierto intenso y sugerente que pasar¨¢ a los anales del certamen como uno de los m¨¢s interesantes de esta 21? edici¨®n.

En muy poco tiempo la pianista Geri Allen se ha conformado como una de las personalidades m¨¢s atractivas del jazz; actual y en Vitoria despleg¨® ampliamente sus virtudes. Su toque pian¨ªstico es de una sensibilidad exquisita, su fuerza realmente apabullante y su concepci¨®n musical abarca toda la historia del jazz y todav¨ªa va m¨¢s all¨¢.

Realmente magn¨ªfica y m¨¢s contando con la colaboraci¨®n de un bater¨ªa de la categor¨ªa de Lenny White (felizmente recobrado para el jazz). White toc¨® con su contundencia habitual pero con una sensibilidad inusual y perfectamente compenetrado con el piano de Allen. Una lecci¨®n de jazz.

Por la noche, Mendizorrotza se convirti¨® en un t¨²nel del tiempo. Primero el grupo de Michael White con Bob Wilber como estrella invitada nos transport¨® a los inicios del jazz con su Dixie tan intrascendente como pegadizo. Musicalmente de una pobreza trasnochada, la mon¨®tona propuesta de White podr¨ªa servir para animar una glorieta al aire libre pero nunca un concierto de una hora y 45 minutos.

En segundo lugar, el gran Elvin Jones decidi¨® revivir sus a?os dorados con John Coltrane pero utilizando la trompeta de Wynton Marsalis en vez del saxo de cualquiera de sus innumerables imitadores. El resultado fue importante: un aut¨¦ntico concierto para bater¨ªa con trompeta acompa?ante.

A sus 70 a?os Jones toca la bater¨ªa con una energ¨ªa desbordante que ya (quisieran muchos jovencitos y, adem¨¢s, conserva intacta su facilidad para propulsar a sus m¨²sicos a esferas siempre superiores. Esa noche fue Marsalis el que abandon¨® su amaneramiento habitual para demostrar que, cuando quiere o las circunstancias le obligan, puede tocar con sentimiento.

Ya de madrugada, Cyrus Chesnut segu¨ªa desbordando musicalidad en el abarrotado bar del Canciller Ayala. Chesnut hubiera merecido un concierto en el teatro Principal, pero como no hay mal que por bien no venga, al tener estrat¨¦gicamente situado su piano cerca de los ascensores del hotel en el que se alojan todos los m¨²sicos las jam sessions son algo com¨²n.

Si la primera noche fue James Carter el que se subi¨® espont¨¢neamente al escenario, en la segunda fue Marsalis el que sorprendi¨® a los trasnochadores dispuesto a alargar su actuaci¨®n en Vitoria hasta altas horas de la madrugada.