Fujimori, en crisis
EL POPULISMO autoritario de Alberto Fujimori empieza a hacer aguas en Per¨². La dimisi¨®n del emblem¨¢tico ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Tudela, ha disparado una cadena de renuncias en el Gobierno, como primer efecto de una serie esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, torturas y escuchas ilegales que han emergido por razones a¨²n oscuras. Que el presidente tenga que salir a decir que es ¨¦l quien "gobierna" y no la c¨²pula militar, y que los militares tengan que declarar p¨²blicamente su lealtad al jefe del Estado, refleja la crisis de credibilidad que padece Fujimori, en su nivel m¨¢s bajo desde que lleg¨® a la presidencia siete a?os atr¨¢s.La gota que ha colmado el vaso ha sido la anulaci¨®n de la nacionalidad peruana a Baruch Ivcher, ciudadano de origen israel¨ª y accionista mayoritario de Frecuencia Latina, el Canal 2 de la televisi¨®n peruana, que anteriormente hab¨ªa apoyado a Fujimori. Horas antes de tal decisi¨®n, ese canal hab¨ªa difundido noticias cr¨ªticas al r¨¦gimen y a los servicios de seguridad sobre escuchas ilegales a pol¨ªticos y periodistas, entre ellos a Laura Puertas, colaboradora de EL PA?S en Lima. Posiblemente el entorno presidencial no calcul¨® bien y entendi¨® que su decisi¨®n provocar¨ªa una protesta limitada al ¨¢mbito period¨ªstico (que tambi¨¦n se ha dado, con el encierro de los trabajadores de Canal 2). Pero la crisis se extendi¨® y ha llegado al ¨¢mbito del propio Gobierno.
La dimisi¨®n de Tudela, para distanciarse de los recortes a las libertades en Per¨², es un duro golpe para Fujimori. El ministro de Asuntos Exteriores, que estuvo secuestrado en la Embajada japonesa en Lima, sali¨® de esta crisis herido, pero con una reputaci¨®n en alza por la entereza que demostr¨®. Su dimisi¨®n ha disparado las de otros miembros del Ejecutivo peruano, no siempre vinculadas a un alejamiento de la pol¨ªtica de Fujimori, sino a los esc¨¢ndalos que han salpicado a las fuerzas de seguridad, especialmente por denuncias de torturas. Es el caso del ministro de Defensa.
El origen ¨²ltimo de la crisis est¨¢, sin embargo, en el autoritarismo de Fujimori, cuya popularidad ha descendido dram¨¢ticamente, aunque la oposici¨®n no haya ocupado todav¨ªa el terreno cedido. Fujimori crey¨® construirse a su medida un r¨¦gimen, tras el golpe de Estado de 1992, pero su figura se resquebraja. Muchos peruanos le permitieron quebrar el Estado de derecho mientras se trat¨® de luchar contra el terrorismo, pero cuando los atentados a la libertades se extienden a otros ¨¢mbitos se hacen m¨¢s numerosas las voces que protestan, en una coyuntura econ¨®mica en la que las reformas liberalizadoras no han contado con un colch¨®n de seguridad para paliar sus penosos efectos sociales.
La destituci¨®n parlamentaria de los miembros del Tribunal Constitucional que se negaron a avalar la posibilidad de la tercera reelecci¨®n de Fujimori, su desprecio por la independencia del poder judicial o sus ataques a la prensa est¨¢n provocando la reacci¨®n no s¨®lo de la oposici¨®n pol¨ªtica, sino tambi¨¦n de la Iglesia, de muchos empresarios e incluso de Washington. Esta reacci¨®n se mutiplica conforme se conocen las artima?as de algunos de los pr¨®ximos de Fujimori, caso de Vladimiro Montesinos, el asesor presidencial que controla el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), que ingresa al menos 10 millones de pesetas al mes por servicios privados en los que, sin duda, trafica con informaci¨®n confidencial
Ante la sensaci¨®n de descontrol existe el peligro de que Fujimori reaccione de la ¨²nica manera que hasta ahora ha practicado: con mayores dosis de autoritarismo y de populismo. Peligrosa mezcla que recuerda las peores ¨¦pocas de Am¨¦rica Latina.
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