Gato panza arriba, gato panza abajo
Pantani, el esclavo liberado de sus cadenas- Olano vive un d¨ªa m¨¢s de su calvario
Marco Pantani, el escalador calvo, El elefantino, El pirata, devolvi¨® ayer la grandeza al ciclismo. As¨ª lo entendi¨® su padre, llegado de Italia en una caravana con varios amigos, que le lanz¨® un beso apenas a 500 metros de la meta. As¨ª lo entendi¨®, o m¨¢s a¨²n, un paisano suyo, un hombre de unos 50 a?os, de "quintal y medio" de peso, que rompi¨® a llorar a su paso. "Entonces me di cuenta de que hab¨ªa hecho algo grande", dice Pantani en su italiano bajo y sereno. Dos a?os despu¨¦s volv¨ªa a ganar la etapa del Alpe d'Huez, la cumbre de los escaladores. "No me siento un hombre resucitado", contin¨²a, "ese sentimiento lo alcanc¨¦ el d¨ªa que pude tirar las muletas. Me siento liberado como un esclavo al que el amo le da la libertad. Por eso su exclamaci¨®n al cruzar la meta, brazos en alto, pu?os apretados. "No dije nada, fue un grito de liberaci¨®n".No hace tanto, el 18 de octubre de 1995, un veh¨ªculo todoterreno invadi¨® la Mil¨¢n-Tur¨ªn en el descenso de un puerto. Atropell¨® a Pantani y a, otro ciclista, Dall'Olio. El mejor escalador de los ¨²ltimos tiempos despert¨® poco despu¨¦s en el hospital con una visi¨®n devastadora: sus piernas destrozadas. "La primera semana despu¨¦s del accidente pens¨¦ en dejarlo todo, pero los m¨¦dicos me convencieron de que pod¨ªa seguir". Sufri¨® varias operaciones, estuvo vanos meses andando con muletas, sus piernas son un amasijo de hierros, m¨²sculos y huesos. "Lo primero que intent¨¦ fue recuperarme como persona, luego como corredor". Y volvi¨® a ser ciclista. Volvi¨® a la competici¨®n en la Vuelta a Burgos, en agosto del 96, y sigui¨® corriendo, pese a los malos augurios. Y este a?o sigui¨® creciendo en forma hasta que un gato se le cruz¨® durante una etapa del Giro y le hizo caer. Fue un abandono penoso entonces, pero visto dos meses despu¨¦s, casi una buena noticia. Se evit¨® el Giro y ha llegado al Tour fresco como una lechuga.
De vez en cuando, Pantani interrumpe su narraci¨®n para toser con. fuerza. "No me quito la bronquitis de encima", dice. Una enfermedad que no le impidi¨® ayer llevar a cabo su plan. Una idea fija, casi obsesiva, desde que el gato le ech¨® del Giro. El plan era sencillo pero devastador. Se trataba de llevar al pelot¨®n con la lengua fuera durante el llano, tarea en la que se multiplic¨® su equipo, el Mercatone, ocho clones de Pantani: bajitos y menuditos, salvo Siboni, y una vez llegados a la curva 21 del monte salir de estampida. As¨ª lo hizo. "Me puse el primero y arranqu¨¦ con todas mis fuerzas. Nunca mir¨¦ hacia atr¨¢s para pedir relevos, ni cuando ¨ªbamos cinco, ni cuando s¨®lo quedamos tres. Habr¨ªa sido un signo de debilidad". Pantani, de 27 a?os, no se volvi¨®, pero sinti¨® una gran alegr¨ªa cuando dej¨® de o¨ªr el jadeo de Ullrich en su nuca. La cita con la leyenda se cumpl¨ªa. "?se fue el mejor momento, no tanto por dejar a Ullrich sino porque un gran escalador debe llegar solo a la cima".
Pantani, gato panza abajo, destroz¨® a todos. Hizo a Ullrich, el p¨¢nzer que parece sobrehumano, bordear la explosi¨®n; dej¨® a Virenque subir a su ritmo, acab¨® con el subir prudente de Olano. Pero no podr¨¢ ganar el Tour. Su desventaja en el llano se lo impide.
El vasco fue el gato panza abajo. Defendi¨¦ndose, como siempre. "Otro d¨ªa m¨¢s", concluye Olano. "Se ha subido muy r¨¢pido desde el principio y no he podido coger la rueda de ning¨²n favorito, as¨ª que he tenido que subir a mi aire con la ayuda del equipo". Su equipo ve complicada la cuesti¨®n del podio -"sigo repitiendo que es un Tour antiOlano", repite Unzue, " y encima es un Olano al 80%"-, piensa incluso que el quinto puesto est¨¢ amenazado por Casagrande, pero el ciclista persiste: "No tiro la toalla". "Hay que ser optimistas", dice Ech¨¢varri. "A ver si logramos salir de los Alpes usando la calculadora para ver lo que puede recuperar en la contrarreloj de Disneylandia y nos hacemos con un rinconcito en el podio".
La gente sali¨® so?ando con que los escaladores pueden dar la vuelta al Tour. Pero el l¨ªder alem¨¢n confes¨® su tranquilidad. "No he dado el 100% para guardar fuerzas para ma?ana", dice. No necesita calculadora. Las cuentas le salen usando los dedos, sin aritm¨¦tica compleja.
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