Muere a los 90 a?os Dora Maar, mujer clave en la vida de Picasso

Dora Maar, una de las modelos del pintor Pablo Picasso y tambi¨¦n compa?era sentimental del artista, muri¨® el pasado 16 de julio en Par¨ªs a la edad de 90 a?os, aunque este suceso no se dio a conocer hasta ayer. Fot¨®grafa y pintora, adem¨¢s de modelo del artista malague?o, Dora Maar fue una de las figuras clave en la vida amorosa de Picasso y, por lo tanto, como sucedi¨® con frecuencia en su vida, un punto de inflexi¨®n en su obra.Como tantas veces en la trayectoria vital y creativa de Pablo Picasso, en la que sucesivos nombres clave de mujer que se superponen, en un collage de turbulentos contrastes, en su biograf¨ªa pasional, son tambi¨¦n rostros que imponen su identidad a ciclos decisivos en el devenir de la obra, la relaci¨®n con la fot¨®grafa y pintora, de ascendencia francocroata, Dora Markovitch, m¨¢s conocida como Dora Maar, arroja su sombra sobre casi toda una d¨¦cada de la madurez m¨¢s plena del gran artista malague?o.

Encuentro de leyenda

La an¨¦cdota del encuentro entre ambos personajes es bien conocida y posee rasgos de leyenda. En enero de 1936, estando con su fiel Sabart¨¦s en el c¨¦lebre caf¨¦ parisiense Deux Magots, Picasso qued¨® fascinado por una bella desconocida, de cabello negro y ojos oscuros, que, en una mesa vecina, lanzaba un afilado cuchillo entre los dedos de su otra mano, abierta sobre la madera y enfundada en un guante de encaje. Ya iniciada la relaci¨®n entre ambos, Picasso le pidi¨® que le regalara aquellos guantes que conserv¨® largo tiempo, como un fetiche, en una vitrina de su estudio.Vinculada ya desde antes a los c¨ªrculos surrealistas, Dora Maar fue sin duda, entre los grandes amores picassianos, la mujer con unos intereses intelectuales m¨¢s netamente definidos. Fue Dora Maar la que se encarg¨® de perpetuar para la historia del arte la serie de siete fotograf¨ªas que hizo del proceso de creaci¨®n del Guernica. Trabajo documental que se ha convertido en su herencia personal m¨¢s relevante y la que la une para la posteridad a una de las obras fundamentales de Picasso. Su car¨¢cter, como su fisonom¨ªa, marcan en ese sentido un claro contraste con los de Marie Th¨¦r¨¨se Walter, esa fiel pasi¨®n picassiana que la precede y que el pintor simultanear¨¢ con ella a lo largo de ocho a?os ba?ados por el espectro de dos guerras sucesivas, la civil espa?ola y la europea.

De igual modo, en la huella que las pasiones traducen en la esfera de la obra, la sensual cadencia ondulatoria del rostro y el cuerpo de Marie Th¨¦r¨¨se tendr¨¢ su contrapunto, m¨¢s acorde seguramente con el impacto dram¨¢tico de ese tiempo b¨¦lico, en la angulosa arquitectura de la figura y los rasgos de Dora Maar. Como retratos literales, o prestando su Fisonom¨ªa a alg¨²n tema de acentos m¨¢s aleg¨®ricos, muchas obras clave del Picasso de ese periodo -Mujer sentada con sombrero o Retrato de Dora en un jard¨ªn ambas del 38, El jersey amarillo del 39, Mujer arregl¨¢ndose el pelo del 40, Mujer en verde del 44, o la celeb¨¦rrima serie, que prolonga el ciclo del Guernica, de la Mujer llorando, en el 37- dan testimonio de una relaci¨®n que no se truncar¨ªa, sino hacia el ecuador de los a?os cuarenta, con la irrupci¨®n de otro nombre y otro rostro de mujer, los de Fran?oise Gillot.