Telef¨®nica paga
LA COMPRA de Antena 3 Televisi¨®n por Telef¨®nica es una decisi¨®n dif¨ªcil de entender en clave empresarial, seguramente porque se trata de una operaci¨®n pol¨ªtica que nada tiene que ver con las reglas del mercado. La irrupci¨®n de la compa?¨ªa que preside Juan Villalonga en el ¨¢mbito de las televisiones privadas introduce dosis abrumadoras de confusi¨®n en un mapa audiovisual que el Gobierno pretende controlar abusivamente a trav¨¦s de sus empresas amigas. La estrategia natural de Telef¨®nica como empresa de telecomunicaciones ha sido alterada en beneficio de los intereses de Aznar, con la desahogada convicci¨®n de que ser¨¢n los accionistas quienes paguen las eventuales p¨¦rdidas.Quienes saludan con alborozo esta operaci¨®n -los columnistas de El Mundo coinciden de punta a cabo con el portavoz del Gobierno- har¨ªan bien en considerar aspectos que hacen de Telef¨®nica una empresa peculiar, por mucho que se haya privatizado su capital. Para empezar, todav¨ªa es un monopolio en la telefon¨ªa b¨¢sica. El Gobierno mantiene decisiones clave como la fijaci¨®n de precios y no hay garant¨ªas de competencia transparente tras la adjudicaci¨®n parcial de Retevisi¨®n a un consorcio liderado por la empresa p¨²blica Endesa.
La decisi¨®n de Villalonga contradice de manera flagrante sus propias declaraciones antes y despu¨¦s del ¨²ltimo proceso de privatizaci¨®n. El presidente de Telef¨®nica ha asegurado hasta la n¨¢usea que la estrategia de la empresa se basaba en desarrollar el grueso de su actividad en su h¨¢bitat natural de las telecomunicaciones, de forma que la televisi¨®n era una inversi¨®n marginal. De pronto las prioridades enunciadas parecen haber cambiado bruscamente por razones que s¨®lo pueden explicarse en t¨¦rminos de rentabilidad pol¨ªtica. A la inversi¨®n comprometida para desarrollar una plataforma digital que no termina de ver la luz se suma ahora el riesgo asumido en Antena 3 Televisi¨®n: cerca de 42.000 millones ahora (si se suma la participaci¨®n en GMA) y otros 25.000 dentro de un a?o con la garant¨ªa de recompra ofrecida a los dos socios bancarios.
Pero si en t¨¦rminos empresariales Villalonga y sus mentores pol¨ªticos han optado por la confusi¨®n y el todo vale, los bancos participantes en la operaci¨®n se han visto encerrados a empellones en un callej¨®n abiertamente contradictorio con las normas m¨¢s elementales de la prudencia financiera. La presencia del BCH y el Santander ignora la cauta doctrina del Banco de Espa?a sobre participaciones de la banca en los medios de comunicaci¨®n, un sector que se considera de alto riesgo. No est¨¢n lejanos los d¨ªas en los que Alfredo S¨¢enz, nombrado presidente de Banesto para salvar un banco arruinado entre otras cosas por su afici¨®n a controlar los medios de comunicaci¨®n, anunciaba su deseo de que la entidad abandonara "ordenadamente" este sector. El presidente del Santander, Emilio Bot¨ªn, ha hecho profesi¨®n p¨²blica de su voluntad de mantenerse fuera de los medios.
De las m¨²ltiples y contradictorias versiones facilitadas por los actores de la operaci¨®n puede interpretarse f¨¢cilmente que los bancos aumentan su participaci¨®n en el capital de Antena 3 a t¨ªtulo de tenedores de las acciones. Telef¨®nica ha aparcado el capital que la ley le impide contabilizar en dos instituciones financieras que habr¨ªan recibido garant¨ªas de recompra en posici¨®n ventajosa dentro de un a?o. De este aparcamiento temporal se desprende que Telef¨®nica les ha asegurado una modificaci¨®n de la ley que levantar¨¢ las limitaciones actuales. He aqu¨ª que la estrecha connivencia o unidad de acci¨®n entre el Gobierno y su brazo econ¨®mico, Telef¨®nica, surge de nuevo para cuestionar la rid¨ªcula explicaci¨®n del portavoz Rodr¨ªguez, que desvincula esta operaci¨®n de la estrategia del Gabinete de Aznar.
Los tiempos han cambiado; hoy ya no es necesaria una participaci¨®n en el capital para controlar y manipular una compa?¨ªa y utilizar sus recursos como ariete para atacar las posiciones del adversario. Todas las piezas; del rompecabezas encajan a la perfecci¨®n: una empresa que act¨²a en un mercado fuertemente intervenido, cuyo presidente debe su nombramiento al Gobierno, compra una televisi¨®n privada, en contra de cualquier criterio de rentabilidad, y consigue entrar en dos plataformas digitales, la propia y la competidora. ?No constituye esto un abuso de posici¨®n dominante, cuando esa empresa tiene a¨²n el monopolio de la telefon¨ªa b¨¢sica y una concesi¨®n de cable en todo el territorio espa?ol? Quienes recuerdan que la Comisi¨®n Europea impidi¨® el acuerdo entre Telef¨®nica y PRISA para constituir la operadora Cablevisi¨®n (una empresa mixta de servicios), en raz¨®n de los derechos especiales de la primera, podr¨ªan aplicar este precedente y reconocer que la Comisi¨®n y el Tribunal de la Competencia deber¨ªan aplicar en este caso id¨¦ntica doctrina.
Este Gobierno no puede disimular su ¨¢vida tendencia al monopolio de hecho y al control de los medios. Si para imponer sus tesis tiene que poner en peligro la rentabilidad de una empresa, confundir a los bancos o ridiculizar a la sociedad defendiendo posiciones contrar¨ªas a la libre competencia ante la Comisi¨®n Europea lo hace sin pesta?ear. Barra libre, paga Telef¨®nica.
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