'Por qu¨¦ la escultura es aburrida'
Por qu¨¦ la escultura es aburrida fue, ni m¨¢s ni menos, el t¨ªtulo elegido por Baudelaire para encabezar uno de sus m¨¢s mordaces cap¨ªtulos de su Sal¨®n de 1846, donde se recopilaban las cr¨ªticas que el genial poeta escribi¨® con motivo de la exposici¨®n art¨ªstica celebrada en dicho a?o en Par¨ªs. Pues bien, lo que explicaba all¨ª, antes de entregarse a la labor de denostaci¨®n implacable de los escultores del d¨ªa, era c¨®mo la escultura era un arte esencialmente antimoderno, en parte por su positivismo brutal y, en parte, o complementariamente, por su naturalismo primitivo.En realidad, Baudelaire estaba pensando en la escultura cl¨¢sica, ¨¦sa cuya definici¨®n hist¨®rica formal se hab¨ªa configurado a trav¨¦s de la estatua ideal, la genuina aportaci¨®n pl¨¢stica de los griegos y sus herederos occidentales.
Con sus proporciones ideales, su serena quietud, su inexpresividad congelada, su moralidad pomposa y, sobre todo, su aire intemporal, estos ¨ªdolos de piedra le resultaban insoportablemente anticuados a este te¨®rico de la modernidad, que cre¨ªa en el artista contempor¨¢neo como un n¨®mada urbano, siempre a la busca de las impresiones fugaces, plenas de vida y color, pura intensidad e ilusi¨®n. En este sentido, Baudelaire se inclinaba decididamente por la pintura, m¨¢s "espiritual", dec¨ªa, en la medida que embut¨ªa la brutal realidad tridimensional en la ficticia e imaginativa bidimensionalidad.
Trece a?os despu¨¦s, en el Sal¨®n de 1859, insistir¨ªa de nuevo Baudelaire en sus invectivas contra la escultura como estatua, aludiendo esta vez, desde una perspectiva pol¨ªtica, al anacronismo que supon¨ªa creer que cualquier h¨¦roe contempor¨¢neo puede durar m¨¢s all¨¢ no ya de su propia generaci¨®n, sino ni siquiera de la puntual circunstancia que le ha elevado por encima del resto de los mortales.
De esta manera comentaba el espanto que le produc¨ªa a cualquier paseante urbano verse se?alado por alguno de estos pr¨®ceres en piedra o bronce, elevados sobre un pedestal, y a los cuales no ten¨ªa el gusto de conocer.
Proceso modernizador
Paradigma de lo intemporal, en fin, la escultura como estatua se acab¨® cayendo de su pedestal por s¨ª misma, como algo imposible de actualizar en el universo moderno. De hecho, como lo ha se?alado R. Krauss, el proceso modernizador de la escultura contempor¨¢nea se desarrolla, a partir de Rodin, como un deshacerse de la estatua, que comienza perdiendo el pedestal para convertirse posteriormente en algo exc¨¦ntrico a cualquier antroprocentrismo, figura, proporci¨®n o espacio."Campo expandido", denomin¨® esta cr¨ªtica americana al territorio indeterminado donde se viene desarrollando eso que seguimos llamando hoy escultura, pero que puede ser igual una fotograf¨ªa, un v¨ªdeo, unas l¨ªneas marcadas en el desierto, en realidad, cualquier cosa definida por su "condici¨®n negativa".
Babelia
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