Ataques injustificados
Adjunto a estas l¨ªneas remitimos el escrito que la direcci¨®n de Egin ha redactado con motivo de los ¨²ltimos e injustificados ataques de que hemos sido objeto en los m¨¢s diversos medios.Los acontecimientos pol¨ªticos de las ¨²ltimas semanas en Euskal Herria, debidamente combinados con las aspiraciones injustificadas de alg¨²n medio de comunicaci¨®n, intereses pol¨ªticos espurios y frustraciones profesionales de la m¨¢s diversa ¨ªndole, han dado entre sus frutos una campa?a de linchamiento contra Egin que, adem¨¢s de falaz, resulta inaceptable.
La criminalizaci¨®n de los profesionales que hacemos Egin d¨ªa a d¨ªa ha correspondido a los m¨¢s
desprestigiados elementos que parasitan en el digno oficio de informar. Su compulsiva tendencia a emplear la mentira en sustituci¨®n del trabajo profesional les descalifica de forma que sobra aqu¨ª el juicio de quienes s¨®lo entendemos esta profesi¨®n como el derecho y la obligaci¨®n de informar. Desde la leg¨ªtima perspectiva y ¨®ptica de cada cual, pero informar. No mentir.
El linchamiento se ha querido extender tambi¨¦n a la masa social que, con su libre opci¨®n de compra, hace posible que Egin sea una realidad diaria y pujante en el mercado informativo vasco. Linchar, pues, a un lector de Egin es, adem¨¢s de una execrable muestra de analfabetismo e intolerancia, una muestra m¨¢s de los abyectos mecanismos que los que se quisieran l¨ªderes est¨¢n dispuestos a emplear para borrar, por silenciamiento, la parte de la realidad que no les satisface. Como los caprichosos absolutistas, prefieren quedar en evidencia que reconocer una realidad que todas las instancias oficiales pertinentes constatan en sus informes anuales. La frustraci¨®n que su propia incapacidad genera se traduce, as¨ª, en desvergonzado ejercicio de apartheid pol¨ªtico. Con la escandalosa salvedad de ser, fundamentalmente, los elementos ajenos a la sociedad vasca los que pretenden erigirse en tribunal de raza ideol¨®gica.
En tercera instancia la furia desatada se ha cebado con los anunciantes que con absoluta libertad y f¨¦rreos criterios comerciales optan por nuestras p¨¢ginas como escaparate de sus productos. Las amenazas f¨ªsicas a anunciantes, los intentos de chantaje econ¨®mico a las firmas comerciales y la vergonzante manipulaci¨®n de sus voluntades y declaraciones s¨®lo pueden entenderse a la luz del envalentonamiento -ef¨ªmero, sin duda- que ha podido generar la conmoci¨®n social que encabeza estas l¨ªneas.
La tercera pata de la estrategia dise?ada para acabar con Egin se sustenta, pues, en el acoso a los anunciantes y en la en¨¦sima mentira ideada por los estrategas de la intolerancia. Se trata as¨ª de convencer a quien no conozca Egin de la existencia de presiones y veladas amenazas a las firmas comerciales que se publicitan en sus p¨¢ginas. Se trata, en definitiva, de negar el evidente inter¨¦s comercial que gu¨ªa a los anunciantes y someterlos a la dictadura del miedo. No es verdad, pues, que deste las p¨¢ginas de Egin se informe al dictado. No es verdad que los lectores de Egin contribuyan a nada m¨¢s que a su propio beneficio informativo. Y, desde luego, no es verdad que desde Egin se presione a nadie para anunciarse. Quisi¨¦ramos pensar que todos cuantos aprovechan la ocasi¨®n para embestir contra Egin pudieran decir lo mismo.- redactor jefe de Egin. .
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