La muchacha que pudo ser Emmanuelle (4)
La paradoja del actorPor MANUEL V?ZQUEZ MONTALB?N
CADA VEZ QUE CARVALHO pon¨ªa los pies en la llamada Villa Ol¨ªmpica deb¨ªa superar la impresi¨®n de que entraba en un ¨¢mbito de casas de cart¨®n recortables y construidas por los miembros del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional. Y sin embargo le atra¨ªa el nuevo barrio como escenario por llenar de vida y man¨ªas humanas, demasiado dependiente todav¨ªa del referente magn¨ªfico, absoluto del mar. El almac¨¦n donde ensayaba Alfredo Dieste era de nueva planta y a la espera de m¨¢s positivos negocios hab¨ªa acogido a la troupe de un grupo teatral independiente.-Estamos esperando una peque?a subvenci¨®n para montar Postpiazzolla, una idea que tengo en la cabeza desde que se muri¨® Astor y que yo le hab¨ªa explicado muchas veces, cuando coincidimos en Par¨ªs. Yo le dec¨ªa, el tango pasa por vos como la geograf¨ªa, pasa por. el ecuador, antes y despu¨¦s. Y cuento contigo, Dorotea. Te he buscado el papel de una vieja tanguera que al final presta la moraleja de la historia.
En efecto, se refer¨ªa a la misma Dorotea presente, que quiso saciar la sorpresa de Carvalho
-Me gusta cantar tangos. Quiz¨¢ por motivos antropol¨®gicos. Con los a?os creo que forman parte de la esencia de los argentinos, en el caso de que eso exista. Y no podemos salirnos de esa cultura.
Aquella mujer se pasaba el d¨ªa diagnosticando y citando, y para evitar una nueva hornada de citas, Carvalho centr¨® la cuesti¨®n.
-Venimos a que nos hable de la muchacha que estuvo a punto de ser Emmanuelle, la Enmanuelle argentina.
Dieste cruz¨® una mirada con Dorotea y empez¨® la interpretaci¨®n del actor que evoca algo nebuloso de un pasado que adem¨¢s no es estrictamente el suyo, interpretaci¨®n dedicada a un Carvalho. esc¨¦ptico y una Dorotea divertida por el histrionismo del personaje.
-La argentina que estuvo a punto de ser Emmanuelle. ?Se refiere a Julia Alsogaray? Ah, no, ¨¦sa estuvo a punto de ser la Venus de las pieles.
Dieste qued¨® un momento en silencio.
-S¨ª, recuerdo a la argentina que estuvo a punto de ser Emmanuelle. Se llamaba, Alma, digo Helga y Rocco me la present¨® para que hiciera algo por ella, para que la puliera como actriz y estaba para tir¨¢rsela pero no para pulirla. Como actriz era un joven zapato, joven pero zapato. Todos ¨¦ramos muy inocentes y le pas¨¦ libros de Stanislavsky, Strasberg, Piscator, tambi¨¦n de Jouvet, porque yo siempre he sido culturalmente pluralista, y La paradoja del actor, de Diderot -se ech¨® a re¨ªr-. Cuando le di el ensayo de Diderot se qued¨® estupefacta, me mir¨® a m¨ª, y Tir¨® a Rocco como una n¨¢ufraga, en un oc¨¦ano de estupidez. Rocco, no, perd¨®n le llamaba Quino, supongo que de Rocchino o algo por el estilo. ?Quino, la muy boluda! -imit¨® su voz- Quino, ?qu¨¦ es una paradoja? Una enfermedad ven¨¦rea, le conteste. Luego le aclar¨¦:
conseguir emocionar sin emocionarse. Pero se empe?¨® y lleg¨® incluso a actuar ante el p¨²blico. Pobre p¨²blico. El p¨²blico casi siempre es un hijo de puta maloliente y reaccionario, pero no se merec¨ªa a aquella pobre chica. Puedo evocarla como si la estuviera viendo. En el escenario de un teatro, Helga vest¨ªa con la sobriedad de una actriz del Berliner Ensemble al servicio de textos fundamentales. Inici¨® el recitado de un mon¨®logo, con bastante soltura a pesar de que yo me tem¨ªa lo peor.
Ante el sorprendido Carvalho y la regocijada Dorotea, Dieste se meti¨® en la antigua piel de Helga y afemin¨® la voz para imitar su mon¨®logo.
Me han dicho que venga a hablarles de la paradoja del actor. ?Paradoja?? Qu¨¦ es una paradoja? ? Una enfermedad ven¨¦rea, un par¨¢sito? No. Una contradiccion, dicen los cl¨¢sicos y algunas cl¨¢sicas, comprendo que es demasiado abstracto. Les pondr¨¦ un ejemplo.
Dieste manotea ante sus visitantes como si jugara con sus supuestas tetas
-Se abri¨® el vestido y le salieron dos tetas espl¨¦ndidas. ?He aqu¨ª dos paradojas!, exclam¨®. ?Estaba improvisando! ?No era tan negada como todos nos hab¨ªamos temido! Rocco estaba loco, loco por aquel cuerpo, con una pasi¨®n que s¨®lo puede tener un cuarent¨®n ante un cuerpo est¨²pido aunque hermoso.
-Te hace hablar el despecho, porque Rocco se la tiraba y t¨² no.
-Ni siquiera se la tiraba. En aquellos tiempos ¨¦ramos plat¨®nicos y respet¨¢bamos la libertad de los dem¨¢s y Rocco quer¨ªa serte fiel porque estabas en manos de los milicos. De hecho nos casamos v¨ªrgenes. ?No puedo hablar por ti, Dorotea?
-No habl¨¢s por vos. Vos ni llegaste a casarte.
-Es que no era virgen.
Carvalho rompi¨® el cruce de memorias.
-?Qu¨¦ se hizo de Helga.?
-Acab¨® su relaci¨®n con Rocco precisamente porque era demasiado ambiciosa y se dio cuenta de que ¨¦l estaba en mala situaci¨®n pol¨ªtica. Ten¨ªa a la mujer desaparecida, es decir, t¨² y un d¨ªa u otro ir¨ªan a por ¨¦l. Rocco s¨®lo pod¨ªa ofrecerle ser conejillo de Indias de su sentimentalidad, de su sexualidad, ella quer¨ªa ser una actriz, mejor dicho, una estrella. Su modelo hubiera sido Susana Jim¨¦nez, una cosa as¨ª. Por eso no me sorprendi¨® Cuando dos a?os despu¨¦s apareci¨® en las p¨¢ginas de espect¨¢culos, present¨¢ndose a un concurso para ser la Emmanuelle argentina, con otras cinco muchachas en sendos sillones de mimbres semidesnudas seg¨²n la pose m¨¢s divulgada convencional de Silvia Kristel. No sali¨® el asunto. Yo tampoco me interes¨¦ mucho m¨¢s porque deb¨ªa salir de gira y quer¨ªa aprovechar la oportunidad por si encontraba trabajo o amparo fuera de Buenos Aires. Los milicos a¨²n coleaban, estaban nerviosos y de aquel nerviosismo saldr¨ªa la estupidez borracha de Galtieri empezando la guerra de las Malvinas.
?Dec¨ªs que Helga se vino a Espa?a? Yo no recal¨¦ aqu¨ª hasta el 85 y no se mov¨ªa por c¨ªrculos de paisanos, al menos de gente de teatro, poca gente argentina de teatro hay aqu¨ª porque el teatro se hace casi todo en catal¨¢n. Pero dar¨¦ voces.
Aunque ¨¦l da por terminado su mon¨®logo, Dorotea no est¨¢ satisfecha.
-Te guard¨¢s algo.
-?Qu¨¦ iba a guardarme?
-S¨¦ que sab¨¦s algo m¨¢s. S¨¦ que tuviste alguna relaci¨®n con ella, aqu¨ª, en esta ciudad.
A Dieste le salt¨® el tap¨®n de la histeria.
-?Yo tengo relaci¨®n con quien me sale de las bolas! ?Forma parte de mi vida privada! ?Qui¨¦n ha sido el desgraciado que te ha dicho que me relacion¨¦ con Helga aqu¨ª?
-S¨¦ que te relacionaste con Helga.
-Este... Vengan con un abogado si tienen bolas para hacerlo. Esto es una encerrona.
Les ha dado la espalda y el mutis y cuando Dorotea marcha tras ¨¦l con la indignaci¨®n precipitada, Carvalho la retiene y le propone salir del local. Ya en la calle Icaria deciden los cuerpos espont¨¢neamente orientarse hacia las torres mellizas que no gemelas que abren el ¨¢mbito del Port Nou para llegar al gran zoco de restaurantes que rodea las embarcaciones. Se sientan sobre las gradas contemplando, las idas y venidas de los barcos, protagonistas de un rinc¨®n que parece transportado piedra a piedra, barco a barco, litro de agua a litro de agua, r¨®tulo a r¨®tulo, desde un puerto norteamericano moderno y recoleto.
-Antes los americanos se llevaban monumentos, mansiones, casas europeas para reconstruirlas all¨ª. Ahora es al rev¨¦s. Toda esta Barcelona ol¨ªmpica, esta nueva Barcelona parece un traslado de algo esencialmente yanqui.
-Yo soy extranjera y no soy de su parecer. Es m¨¢s. Vivo en la Villa Ol¨ªmpica, a tres calles del almac¨¦n donde ensaya Dieste. Esta parte de la ciudad propone otro programa de vida en el que se incluye vivir el mar.
-Aqu¨ª no hay memoria.
-Eso es cierto, es una parte de la ciudad sin arqueolog¨ªa. Como Argentina. Como una tierra a la que le otorgan identidad los inmigrantes. En la Villa Ol¨ªmpica coexisten emigrantes de muy diferentes Barcelonas y de esa mezcla saldr¨¢ algo.
-Pero sin memoria.
-?Por qu¨¦ ese empe?o? Aqu¨ª se construir¨¢ otra memoria.
Se ha callado la antrop¨®loga, pero estudia al detective con intensidad, como si todas las arrugas de su cara avejentadamente hermosa dependieran de descifrar el c¨®digo secreto de Carvalho y va a decirle las conclusiones de su estudio cuando a sus suena una voz de hombre:
-?Pepe Carvalho?
La cara pertenece a alguien vagamente conocido.
-Me presento. Soy el inspector Lifante.
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