Con Karadzic no hay salida
Los criminales de guerra se han convertido en el s¨ªmbolo por excelencia de la voluntad de la OTAN en Bosnia
Estados Unidos y sus socios se enfrentan a la mayor y m¨¢s peligrosa crisis de Bosnia desde que se firmaron los acuerdos de Dayton hace 18 meses. Una visita a Bosnia-Herzegovina, Croacia y la Rep¨²blica Serbia durante la ¨²ltima parte de julio y la celebraci¨®n de conversaciones con funcionarios estadounidenses e internacionales en la regi¨®n y en Washington no dejan lugar a dudas de que se ha llegado a un momento crucial en el proceso de paz de Bosnia.Es indispensable que el presidente Clinton ordene sin dilaci¨®n una serie de acciones relacionadas entre s¨ª, por dif¨ªciles que puedan resultar estas decisiones, para reafirmar la autoridad de EE UU y la OTAN en Bosnia, incluso antes de que decida si debe ampliar la presencia de tropas de EE UU en la zona cuando acabe el plazo de julio del a?o que viene. Actualmente, 8.500 estadounidenses participan en las Fuerzas de Estabilizaci¨®n (Sfor) en Bosnia (que cuentan con 32.000 hombres y mujeres).
En primer lugar, Clinton debe resolver las profundas diferencias en el seno de su propia Administraci¨®n sobre la pol¨ªtica b¨¢sica de Bosnia, arrastrar a los con frecuencia reacios aliados europeos e intentar evitar los compromisos contraproducentes. Un ejemplo: el 10 de julio, unos comandos brit¨¢nicos persiguieron a dos criminales de guerra serbobosnios poco importantes, matando a uno en un tiroteo y deteniendo al otro, pero esto no tuvo un seguimiento y 65 supuestos criminales de guerra serbobosnios, entre los que destaca Radovan Karadzic, el poderoso ex l¨ªder de la Rep¨²blica Srpska, contin¨²an en libertad.
Aunque la detenci¨®n de Karadzic es de m¨¢xima prioridad para los pol¨ªticos civiles, sigue siendo desafiantemente intocable porque ni los comandantes militares estadounidenses ni los aliados est¨¢n dispuestos a arriesgarse a sufrir bajas entre sus tropas si intentan atraparle, tanto si tienen ¨¦xito como si no. En Washington, el asunto de Karadzic, que se ha convertido en el s¨ªmbolo por excelencia de la voluntad de la OTAN de hacer que se respeten plenamente los acuerdos de Dayton, que incluyen la disposici¨®n que especifica que los criminales de guerra deben ser detenidos y juzgados ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya, ha dividido profundamente al Departamento de Estado y al Pent¨¢gono, donde se oponen firmemente a dar este paso.
Evidentemente, Karadzic est¨¢ al tanto de esta divisi¨®n y ha tomado la ofensiva una vez m¨¢s, organizando ataques de poca intensidad, pero enormemente molestos contra el personal internacional en Bosnia y una atroz campa?a en los medios de comunicaci¨®n en represalia por el ataque del comando brit¨¢nico.
Desde el punto de vista de Bosnia, el primer paso de Clinton en este momento deber¨ªa ser ordenar la captura de Karadzic, aunque tuviese que imponerse a las autoridades militares de EE UU. La mayor¨ªa de los funcionarios civiles internacionales en Bosnia tienden a quitar importancia a la amenaza de una reacci¨®n violenta a gran escala por parte de sus partidarios, pero se llama la atenci¨®n sobre el hecho de que el env¨ªo de tropas all¨ª, como ha hecho el presidente, no puede ser una empresa con garant¨ªas de no sufrir riesgos.
Cuanto m¨¢s tiempo conserve Karadzic el poder efectivo, sin duda m¨¢s se seguir¨¢n pasando por alto otros aspectos fundamentales de Dayton, como el regreso de, cientos de miles de refugiados bosnios musulmanes a sus hogares en la Rep¨²blica Srpska. Por ¨²ltimo, existe una grave preocupaci¨®n de que Karadzic pudiera dar instrucciones a los serbobosnios para que boicoteen las elecciones municipales del 13 y 14 de septiembre.
Suspender las elecciones municipales ante un boicoteo serbio destrozar¨ªa todo el proceso de paz; celebrarlas en esas circunstancias har¨ªa que no tuvieran sentido. En cualquier caso, una divisi¨®n de facto en Bosnia se convertir¨ªa en una realidad permanente. Para complicar m¨¢s las cosas, los funcionarios est¨¢n divididos sobre si ser¨ªa m¨¢s conveniente detener a Karadzic antes o despu¨¦s de esas elecciones.
A pesar del constante deterioro de la situaci¨®n pol¨ªtica y de seguridad de Bosnia y de la opini¨®n de que se ha alcanzado un punto de inflexi¨®n en la misi¨®n de paz de la OTAN, hasta ahora Washington y sus partidarios han respondido s¨®lo con armas ret¨®ricas. Por ejemplo, incluso sin llegar a detener a Karadzic, la Casa Blanca se ha abstenido de responder a los recientes ataques contra personal y material de Sfor tomando militarmente un se almacenan armas serbobosnias o silenciando las cadenas de televisi¨®n que dirigen la campa?a anti-OTAN. La creencia general es que ¨¦ste ser¨ªa un mensaje que entender¨ªa Karadzic, que supuestamente no desea un enfrentamiento armado con Sfor. La OTAN ya le empuj¨® a la mesa de negociaciones de Dayton con los bombardeos de 1995.Aunque el tiempo apremia, la pol¨ªtica de EE UU y de sus aliados se ha limitado hasta *ahora a amenazas, sin acciones concretas. Durante la segunda mitad de julio, "se ha caldeado la situaci¨®n", como dicen los funcionarios de Washington, debido a duras acusaciones verbales contra el terrorismo y la campa?a en los medios de comunicaci¨®n serbobosnios por parte de una serie de altos cargos aliados, desde Bill Richardson, el representante de EE UU en Naciones Unidas, pasando por John Shattuck, subsecretario de Estado para los Derechos Humanos, hasta el secretario de Exteriores brit¨¢nico, Robin Cook, el ministro de Exteriores alem¨¢n Klaus Kinkel, o el nuevo alto representante civil, el espa?ol Carlos Westendorp.
?ste propuso la idea de congelar los bienes de los criminales de guerra en el extranjero, lo cual no es exactamente un inquietante grito de guerra.
Como consecuencia, los incidentes cesaron la semana pasada y la campa?a en los medios de comunicaci¨®n se ha calmado un poco. Pero ning¨²n funcionario internacional cree que Karadzic, que se juega mucho pol¨ªtica y personalmente, haya adoptado un buen comportamiento eterno. Todav¨ªa piensa que est¨¢ a salvo.Y no se ha hecho ning¨²n esfuerzo visible por resolver el terrible problema de los refugiados; el ¨²nico logro significativo en estecampo tuvo lugar cuando Richardson convenci¨® al presidente croata Franjo Tudjman de que permitiese a los refugiados serbios empezar a regresar a sus hogares en Croacia.
Entretanto, parece que Washington y sus aliados se han convencido a s¨ª mismos de que el dilema de Karadzic puede ser resuelto como consecuencia de su actual batalla con Biljana Plavsic, que le sustituy¨® despu¨¦s de Daylon por cuesti¨®n de apariencias, como presidenta de la Rep¨²blica Srspka. Concebida como marioneta, Plavsic se rebel¨® repentinamente en junio, denunci¨® a Karadzic y a sus asociados por enriquecerse a escala grandiosa a trav¨¦s de contrabando y chanchullos en el mercado negro y convoc¨® nuevas elecciones al Parlamento serbobosnio.
EE UU intervino instant¨¢neamente para demostrarle su apoyo p¨²blicamente, y Bill Richardson fue a visitarla a Banja Luka, la capital oficial serbobosnia en el noreste de Bosnia. Karadzic, instalado en su cuartel general de Pale, cerca de Sarajevo, devolvi¨® el golpe a la entra?able Plavsic expuls¨¢ndola del Partido Democr¨¢tico Serbio (PDS) en el poder. Pero el servicio de espionaje de la OTAN es tan ineficaz que es imposible medir el apoyo de Plavsic o predecir el resultado de la reyerta. Por ejemplo, no est¨¢ claro si controla plenamente la lealtad de los militares que ahora la protegen en el palacio de Banja Luka. Sin embargo, Plavsic es pr¨¢cticamente la ¨²nica carta pol¨ªtica seria que tienen EE UU y sus socios, y les toc¨® s¨®lo por un accidente de la pol¨ªtica interna serbia.
Con el futuro de Bosnia pendiente de un hilo tan fino en este momento y ante la falta de otras pol¨ªticas identificables de EE UU y la OTAN, la credibilidad estadounidense est¨¢ en gran medida en juego, a no ser que Clinton d¨¦ pronto con una posici¨®n convincente ante el empeoramiento de la crisis bosnia. Evidentemente, el tiempo corre contra la paz permanente, la estabilidad a largo plazo y las promesas de democracia en Bosnia. Puede que el Estado multi¨¦tnico previsto en Dayton nunca, se haga realidad. Y hay un consenso absoluto sobre el hecho de que la guerra entre bosnios, serbios y croatas se reanudar¨ªa en el instante en que la OTAN o Estados Unidos abandonen la zona.
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