Oro de ley
Mart¨ªn Fiz dinamit¨® la carrera y Abel Ant¨®n impuso su mejor final en otro marat¨®n memorable para los espa?oles
Espa?a subi¨® a¨²n m¨¢s al cielo del marat¨®n. Si en los Europeos de Helsinki, en 1994, cop¨® las tres plazas del podio y dej¨® unas im¨¢genes para la historia, ayer, ante los mejores del mundo, escribi¨® una p¨¢gina todav¨ªa m¨¢s asombrosa. Mart¨ªn Fiz, el campe¨®n del mundo en Gotemburgo 95, dej¨® su t¨ªtulo tras hacer otra gran exhibici¨®n de poder¨ªo y calidad. El vitoriano dinamit¨® a carrera, pero no pudo despegar a Abel Ant¨®n, que impuso su mejor final tras no relevarle ni una sola vez.Fue algo as¨ª como la historia del Mundial de ciclismo de Colombia. Ant¨®n hizo de Olano y Fiz de Indur¨¢in. Pero esta vez todo estaba escrito de antemano y se ajust¨® al gui¨®n. No cambi¨® ni una letra. Simplemente, sali¨® uno de los dos finales que hab¨ªa previstos. Y toda la representaci¨®n transcurri¨® con una facilidad pasmosa. Como si ambos corrieran solos y no hiciera calor. Fue una obra maestra de superioridad.
Luis Miguel Landa, el responsable de fondo, estaba indignado porque Ant¨®n no hab¨ªa tirado. Pero ¨¦l ten¨ªa miedo por el equipo hasta el kil¨®metro 35. Luego les dejaba libertad a sus cualidades. Y Ant¨®n lo tuvo muy claro. Como no vio peligrar los dos primeros puestos, hizo su carrera. A Fiz le molest¨® en principio, pero no se enfad¨®. El tambi¨¦n hac¨ªa su carrera y trat¨® de despegarle con su fuerte ritmo. No pudo. Cada uno jug¨® sus bazas.
A Ant¨®n ni siquiera cabe aplicarle lo de a la tercera va la vencida, porque ha ganado los tres ¨²nicos maratones disputados en un ejemplo ins¨®lito de efectividad. Y con el tercero se ha coronado rey. Los dos mejores atletas hicieron estallar la traca final espa?ola cumpliendo todos los pron¨®sticos. Salvo el madrug¨®n -levantarse antes de las cinco de la ma?ana para ir en autob¨²s hasta Marathon, desde donde sali¨® la carrera-, todo fue distinto al d¨ªa que gan¨® Jes¨²s Angel Garc¨ªa Bragado la medalla de plata en los 50 kil¨®metros marcha. Ning¨²n apuro esta vez, ninguna duda. En cuanto Fiz y Ant¨®n se pusieron en cabeza aquello parec¨ªa ya inamovible. Entre ambos se jugar¨ªan el t¨ªtulo, pero todo quedaba en Espa?a. Y tambi¨¦n fue diferente al final. Apenas cansancio. Poses con la bandera, saludos, abrazos, como si vinieran de darse un paseo. Y acababan de hacer 42,195 kil¨®metros corriendo en poco menos de dos horas y cuarto (2.13.16 y 2.13.21) bajo un sol de 30 grados (28, a la salida), aunque eran poco m¨¢s de las 10 de la ma?ana en Atenas. Tremendo.
"Al principio atacar¨¢n africanos, que son muy an¨¢rquicos corriendo", dijeron ambos la v¨ªspera. Y ah¨ª empez¨® Gahimbare, de Burundi, a cumplir lo previsto. A los cinco kil¨®metros de carrera, al paso por la tumba de los guerreros de Marathon, al burund¨¦s le secundaba en cabeza el et¨ªope Tumo. Ambos desaparecieron en combate poco despu¨¦s, lo mismo que el congol¨¦s (ex zaire?o) Ntambwe. Pero daba igual. Sal¨ªan m¨¢s. Poco antes de empezar el primer puerto de tercera en el kil¨®metro 15 saltaron el namibio Swartbooi y otro congol¨¦s, Kalombo. Fueron los primeros en tomar 50 metros de ventaja al primer grupo de cabeza, en el que Fiz y Ant¨®n marchaban atentos, pero c¨®modamente escondidos a¨²n. La t¨¢ctica era clara: nada de salir a los tirones locos porque el trazado en cuesta y con toboganes era muy duro hasta pasado el kil¨®metro 30.
Pero otro espa?ol, Fabi¨¢n Roncero -sexto en la llegada-, demostr¨® por qu¨¦ hab¨ªa dado las mejores pruebas de lactatos y viniendo de atr¨¢s se fue por la pareja africana, que incluso compart¨ªan agua, otro ejemplo solidario de su caos. A Roncero le sal¨ªa que pod¨ªa hacer 40 repeticiones de 1.000 metros a 3 minutos por kil¨®metro. A Fiz y Ant¨®n sobre 3.01-3.02. El madrile?o se vio bien y s¨ª se atrevi¨® a ir por ellos. Los caz¨® en el kil¨®metro 20 y los fren¨®, hasta que los tres fueron cogidos en el 25 por el grupo de Fiz y Ant¨®n, en el que quiz¨¢ iban ya los que podr¨ªan plantear problemas a los espa?oles en la parte decisiva: dos brasile?os Luiz Dos Santos y De Lima, el australiano Moneghetti, el mexicano Paredes, el tanzano Bayo y el japon¨¦s Hanada.
La ¨²ltima batalla de Fiz y Ant¨®n contra el resto del mundo estaba a punto de producirse. Iba a ser hispano-brasile?a. Tras otro rato en que Roncero marc¨® el ritmo, en el kil¨®metro 25 atac¨® De Lima y Fiz ya sali¨® por ¨¦l, seguido siempre por Ant¨®n, como una lapa. El vitoriano, m¨¢s revolucionado de piernas, por su menor estatura (1,69 metros) y el soriano, 10 cent¨ªmetros m¨¢s alto, con su comod¨ªsima cadencia de zancada. A ellos se uni¨® Dos Santos, que iba a hacer la goma, qued¨¢ndose descolgado tras un tir¨®n de Fiz, pero volviendo a enlazar con los dos espa?oles, hasta que perdi¨® contacto de forma definitiva. Dos Santos acab¨® quinto, superado por Moneghetti, bronce a un minuto de Ant¨®n, y por el italiano Goffi, que fue el que mejor aplic¨® el ataque desde atr¨¢s para no desgastarse. Pero lo inici¨® demasiado tarde y eso le cost¨® el podio.
Hasta el kil¨®metro 30 pudo quedar alguna duda de que Fiz y Ant¨®n podr¨ªan ser alcanzados, pero pasado ese l¨ªmite se despej¨® por completo. Ambos dijeron adi¨®s y pusieron tierra por medio. Fue en los momentos en que Fiz tir¨® m¨¢s y en que pareci¨® pasarlo peor Ant¨®n. Pero el soriano, seg¨²n su forma de correr, aguant¨® y ya en la parte final se vio al vitoriano m¨¢s justo de fuerzas para despegar a un rival que le iba a batir sin remedio en el sprint. Ant¨®n atac¨® a unos 200 metros del estadio, es decir, a 300 de la meta. Cuando faltaban 80, y aunque miraba para atr¨¢s a Fiz por si ¨¦ste ten¨ªa una reacci¨®n imposible, levant¨® ya los brazos para saludar al p¨²blico que le aclamaba en la recta del estadio Panathinaikos, escenario de un marat¨®n memorable para la historia del atletismo espa?ol.
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