La gloria de Lepanto
A la robusta y encastillada iglesia parroquial de Villarejo de Salvan¨¦s le ha brotado una chata excrecencia de hormig¨®n a modo de campanario y de resultas de una presunta rehabilitaci¨®n, efectuada al parecer con pocos medios y much¨ªsima mala pata hace unos a?os. La iglesia parroquial de Villarejo, consagrada a San Andr¨¦s, es un templo de aspecto "masculino", escribi¨® el cronista viajero Antonio Ponz en el estilo tradicional de las iglesias-fortaleza edificadas por los caballeros de la orden Militar de Santiago que establecieron en Villarejo de Salvan¨¦s la capital de su encomienda m¨¢s poderosa.El templo de San Andr¨¦s, con sus poderosos contrafuertes g¨®ticos, tiene muchas similitudes con el castillo, del que sobrevive, a¨²n m¨¢s poderosa en su aislamiento, la torre del homenaje con sus ocho cubos, una excelente muestra de la arquitectura militar madrile?a y toledana, un hito fundamental en la historia y el paisaje de esta villa. singular que no merece el humilde sufijo que porta su nombre porque este Villarejo es mucha villa que fue m¨¢s ciudadela que villorrio desde sus caballerescos or¨ªgenes.
Las vicisitudes hist¨®ricas por las que ha pasado este pueblo, que hoy cuenta con 5.500 habitantes, apenas caben en las casi 700 p¨¢ginas del libro Villarejo de Salvan¨¦s. Una historia viva, de la historiadora madrile?a Mar¨ªa Isabel Redondo Alcaide, una obra rigurosa y documentada que denota sus or¨ªgenes de tesis doctoral con multitud de gr¨¢ficos, ap¨¦ndices y anotaciones.
Guiado por tan experta gu¨ªa, el cronista, que acaba de visitar la villa, se sumerge en el apasionante pasado de un enclave situado en una estrat¨¦gica encrucijada del centro de la Pen¨ªnsula muy transitada desde el tiempo de los romanos. En las proximidades de Villarejo hay vestigios de antiguas villas romanas, diseminadas como corresponde a sus funciones agr¨ªcolas. Cerca de, aqu¨ª. debi¨® pasar la v¨ªa llamada del esparto, una planta cuyo cultivo y artesan¨ªa permanecieron vivos en la zona hasta hace unos a?os.
El nombre de Salvan¨¦s primero y m¨¢s tarde el del asentamiento posterior de Villar o Villarejo de Salvan¨¦s, empieza a sonar en la historia en las refriegas de la Reconquista, y adquiere carta de naturaleza con el predominio de las ¨®rdenes militares.Los caballeros de Santiago son, los principales herederos del patrimonio, aunque no de la independencia ni de los rituales esot¨¦ricos de la que fuera todopoderosa y maldita orden del Temple. La orden Militar de Santiago, creada por Alfonso VIII en 1182, es ya una organizaci¨®n al servicio de los monarcas castellanos, una vanguardia cristiana, en las fronteras que marca el Tajo. A finales, del siglo XV, la orden de Santiago era la cuarta potencia eclesi¨¢stica de una naci¨®n prol¨ªfica en potencias eclesi¨¢sticas, sobre todo gracias a su eficaz administraci¨®n, un instrumento imprescindible en la gesti¨®n de fincas de 13.500 kil¨®metros cuadrados como la que correspond¨ªa a la Encomienda de Castilla, cuyos comendadores deb¨ªan res¨ªdir al menos tres meses al a?o en Villarejo de Salv¨¢n¨¦s, seg¨²n marcaban los estatutos.
La fortaleza de Villarejo de Salvan¨¦s pudo tener su origen -as¨ª lo recoge la tradici¨®n popular- en un "castillo moro", pero su traza se corresponde con la de las fortificaciones que edificaron los santiaguistas a mediados del siglo XV para defenderse, ya no de los sarracenos, sino de la competencia de otras ¨®rdenes militares y de algunos se?or¨ªos cristianos afincados en los alrededores.
Los santiaguistas dejaron de ser pronto "mitad monjes-mitad soldados" y pasaron a ser "mitad bur¨®cratas-mitad inquilinos" de un latifundio que privatizaban frecuentemente, arrend¨¢ndoselo a particulares o empresas. Los Fugger, banqueros alemanes que financiaron la campa?a electoral de Carlos V, castellanizados como Los F¨²cares, pudieron encubiertos a trav¨¦s de un hombre de paja, entre los arrendadores de la productiva finca rica en Vides, olivos y cereales.
La batalla de Lepanto, que fue "la m¨¢s grande ocasi¨®n que vieron los siglos", seg¨²n dej¨® escrito Cervantes con su mano salva, tuvo una especial¨ªsima y parad¨®jica repercusi¨®n en Villarejo de Salvan¨¦s a trav¨¦s del comendador Luis de Requessens, residente en la villa. La Encomienda de Castilla flet¨® dos naves para la flota de Lepanto. Requessens, "magnate catal¨¢n", era alabado por su prudencia por el mism¨ªsimo rey prudente, que le ten¨ªa como hombre de su mayor confianza, hasta el punto de designarle como censor y supervisor de las acciones de su impulsivo bastardo y audaz capit¨¢n don Juan de Austria. Requessens, lugarteniente de mar y segundo en el escalaf¨®n de la flota cristiana, volvi¨® a su encomienda de Villarejo, a su mar de Castilla, con una virgen y un proyecto. Sobre la talla de la Virgen del Rosario, que no tardar¨ªa en ser entronizada- en Villarejo como Nuestra Se?ora de la Victoria de Lepanto, circulan dos hip¨®tesis: la primera y menos veros¨ªmil afirma que la imagen viajaba a bordo de la nave capitana de la flota, lo que no parece probable por su tama?o y factura, muy diferente a la de las "v¨ªrgenes marineras". La segunda dice que se trata de la imagen frente a la que oy¨® el papa San P¨ªo V durante la trascendental contienda. El proyecto, financiado por el comendador con la colaboraci¨®n obligada de sus encomendados de Villarejo, era el de un convento donde albergar la imagen y a sus guardianes y servidores franciscanos.
El convento de San Francisco, la casa de La Tercia, antigua residencia de los comendadores, y la iglesia de San Andr¨¦s forman, con la torre del castillo, un conjunto monumental e hist¨®rico en el que se puede rastrear la ajetreada vida de una localidad m¨¢s viva que nunca dedicada a sus cultivos tradicionales de la vid, el olivo y el cereal. El cereal tuvo algo que ver sin duda en la instalaci¨®n de la f¨¢brica de galletas Cu¨¦tara, que perfuma con su caracter¨ªstico aroma la entrada del pueblo por la autov¨ªa de Valencia. El logotipo galletero campea en el lomo y la portada del libro de Mar¨ªa Isabel Redondo, editado bajo su patrocinio. Villarejo de Salvan¨¦s es todos los a?os merecida sede de Agromadrid, la feria agroalimentaria m¨¢s importante de la Comunidad, en la que est¨¢n presentes los 3.000 socios de su cooperativa olivarera y, por supuesto, los vinos de sus bodegas, comercializados con el nombre de Jerom¨ªn, apodo que fue de don Juan de Austria.
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