Duelo entre redentores
Ya lo tenemos aqu¨ª, el enfrentamiento entre serbios. Si la presencia de las tropas internacionales no lo impide, puede pronto ser sangriento en esos territorios de Bosnia en los que, en su d¨ªa, Radovan Karadzic y Bi1jana Plavsic proclamaron con gran pompa la Rep¨²blica Srpska. Iba a ser un hito en la lucha centenaria por la uni¨®n de todos los serbios en un Estado, en una Gran Serbia que se extender¨ªa desde la frontera griega hasta los suburbios de Zagreb. Ahora no son m¨¢s que unas tierras tristes y depauperadas, habitadas por gentes desmoralizadas y atemorizadas por los pistoleros que se erigieron en sus salvadores.Samo srbski (s¨®lo serbios), el lema que subyac¨ªa a toda la propaganda b¨¦lica y motor de toda la actividad criminal desplegada por estos dos l¨ªderes del nacionalosocialismo serbio en Bosnia, ven¨ªa a decir que cuando los, serbios estuvieran solos entre ellos, sin la presencia perversora y amenazante de gentes de otras etnias, la armon¨ªa- se instalar¨ªa definitivamente en aquellas tierras.
Resulta que no. Limpiaron ¨¦tnicamente las tierras conquistadas, destruyeron ciudades, llenaron cementerios y fosas comunes y ti?eron el r¨ªo Drina de sangre. Y, sin embargo ahora que est¨¢n solos, los que promet¨ªan el idilio sin fin para toda la naci¨®n, una vez reunida ¨¦sta, limpia por siempre de cuerpos extra?os, se pelean entre ellos y llaman a la movilizaci¨®n de serbios contra serbios.
Karadz?c y Plavsic, los dos inseparables l¨ªderes del ultranacionalismo que ordenaban al alim¨®n los cr¨ªmenes en nombre de la naci¨®n serbia, se tachan mutuamente de traidores y ladrones. Ahora no pod¨ªa ser de otra forma- el mensaje es que el enemigo es poco o mal serbio. El ex c¨®mplice y rival, es el nuevo cuerpo extra?o que hay que extirpar para la supervivencia de la naci¨®n.
La comunidad internacional que intenta imponer el cumplimiento de los acuerdos de Dayton con la presencia de las tropas internacionales (Sfor) ha tomado- partido r¨¢pidamente. En realidad no ha sido dif¨ªcil hacerlo. Plavsic es, sin duda, un personaje pol¨ªtica e intelectualmente tan detestable como Karadzic. Pero es ¨¦ste el que, ejerciendo el poder desde la sombra, supone el mayor obst¨¢culo para una paz real.
Romper los numerosos y s¨®lidos apoyos a Karadzic en el aparato de ese r¨¦gimen de militares y bandoleros dirigido desde Pale es m¨¢xima prioridad. Tanto Estados Unidos como Europa han dejado claro que Plavsic cuenta con su apoyo. Y lo han demostrado con la toma militar de unas comisar¨ªas de polic¨ªa en Banja Luka en las que leales a Karadzic preparaban un golpe de mano contra la presidenta traidora.
La decisi¨®n est¨¢ bien tomada. Y Plavsic va a necesitar la ayuda. Ayer, el estado mayor del Ej¨¦rcito se aline¨® abiertamente con Karadzic. Esto puede obligar a que el apoyo occidental a Plavsic tenga que ser mucho m¨¢s masivo de lo que ser¨ªa conveniente. Primero porque esto permitir¨ªa a Karadzic utilizar contra su nueva adversaria la figura de la vendepatrias, la Quisling al dictado de las fuerzas extranjeras, un argumento muy efectivo entre la poblaci¨®n. Y tambi¨¦n porque comprometerse demasiado con Plavsic puede llevar a sorpresas desagradables. Su nueva enemistad con Karadzic no hace de ella ni en dem¨®crata ni en fiable.
Ante un agravamiento de la crisis,, la comunidad internacional no deber¨ªa olvidar d¨®nde est¨¢ el origen de todo, que es en Belgrado, y qui¨¦n tiene m¨¢s hilos que mover, que es Slobodan Milosevic. Este apoyar¨¢ a la facci¨®n que m¨¢s le convenga a sus intereses. La adhesi¨®n del Ej¨¦rcito a Karadzic puede ser un indicio de que Milosevic quiere poner fin a las nuevas veleidades occidentalistas de Plavsic y se alinea con su antiguo protegido. De lo que no hay duda es de que Milosevic no quiere ver al amigo Radovan declarando ante el tribunal de La Haya.
En todo caso, el conflicto actual es muy ilustrativo de c¨®mo el mito de la redenci¨®n nacional por medio del exterminio genera monstruos que acaban volvi¨¦ndose contra la propia tribu. Quienes se acostumbran al crimen y al expolio siguen cometi¨¦ndolo cuando sus ¨²nicas v¨ªctimas posibles ya son aquellos a quienes dec¨ªan defender y que tanto les aplaudieron.
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