El eterno retorno

EL MINISTRO del Interior ha dicho que est¨¢ dispuesto a intentar consensuar, con los partidos democr¨¢ticos vascos la pol¨ªtica penitenciaria. La liberaci¨®n de Ortega Lara y el compromiso de los partidos del Pacto de Ajuria Enea de no actuar conjuntamente con HB son los dos factores nuevos que pueden favorecer ese acuerdo. Pero antes incluso de intentarlo ya ha surgido la discrepancia sobre si conviene o no disolver la ponencia sobre acercamiento de presos constituida en el seno de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento vasco.Ortega Lara fue secuestrado en nombre del acercamiento de los presos de ETA a c¨¢rceles vascas, asunto sobre el que exist¨ªa a fines de 1995 un consenso b¨¢sico en Euskadi. El secuestro distorsion¨® ese consenso y favoreci¨® din¨¢mica absurda de enfrentamiento entre los dem¨®cratas de las que ¨²nicamente se beneficiaron ETA y HB. La principal divergencia estaba en que el ministerio consideraba que la pol¨ªtica de acercamiento no deb¨ªa aplicarse indiscriminadamente, sino de forma individualizada, seg¨²n las circunstancias y la actitud de cada recluso.

Por motivos diversos, esa divergencia, c¨ªnicamente manipulada por HB, fue magnificada por algunos partidos, y lo que era una pol¨ªtica penitenciaria simplemente discutible se convirti¨®, en una s¨²bita metamorfosis grotesca, primero en vulneraci¨®n flagrante de la legalidad, y despu¨¦s, en atentado contra los derechos de los presos. Un atentado que hac¨ªa necesario denunciar al Gobierno espa?ol ante los tribunales internacionales de Derechos Humanos (los que juzgan a los genocidas y criminales de guerra, por ejemplo). El asunto cobr¨® una din¨¢mica literalmente incomprensible, con episodios tan ins¨®litos como la humillante visita de la citada comisi¨®n a un jefe de ETA para presentarle un plan de acercamiento de presos, que el susodicho rechaz¨® con desprecio ol¨ªmpico.

Esa din¨¢mica absurda fue interrumpida por la movilizaci¨®n que sigui¨® al asesinato del concejal Miguel ?ngel Blanco, tomado como reh¨¦n alternativo tras la liberaci¨®n de Ortega Lara. Los partidos pol¨ªticos comprendieron lo absurdo de cooperar en iniciativas de defensa de los derechos humanos con quienes se atribu¨ªan el de secuestrar y asesinar a los dem¨¢s (por ejemplo, al propio presidente de la Comisi¨®n de Derechos Humanos); algunos pol¨ªticos incluso dieron la impresi¨®n de haber comprendido que no era posible desligar del todo la confusi¨®n a que hab¨ªan contribuido y el desenlace que todos lamentaban.

La movilizaci¨®n y los acuerdos de romper lazos con HB dieron al PNV, EA e IU un buen pretexto para salirse del laberinto en que se hab¨ªan metido. Lo m¨¢s razonable ser¨ªa disolver la famosa ponencia, lo que podr¨ªan justificar, si consideran que el rid¨ªculo no es motivo suficiente, alegando la imposibilidad reglamentaria de excluir de ella a HB.

Y lo m¨¢s l¨®gico ser¨ªa intentar recomponer en otro marco el consenso sobre pol¨ªtica penitenciaria. Por ejemplo, en la Mesa de Ajuria Enea, de la que HB est¨¢ expresamente excluida por no rechazar la violencia. A estas alturas, s¨®lo el af¨¢n de no dar el brazo a torcer puede justificar la resistencia a una salida de ese tipo, que, es viable y sensata,

Pero tambi¨¦n Interior debe aportar voluntad conciliadora para restaurar el consenso. El principio gen¨¦rico de tratamiento individualizado es compatible con iniciativas m¨¢s audaces. Por ejemplo, del acercamiento de los presos que se encuentran en los penales m¨¢s alejados.