Honrar a los que colaboran

El anunciado abandono de la pol¨ªtica del anterior presidente F. W. de Klerk dibuja una justa proporci¨®n de indiferencia e incluso cr¨ªtica en su propio pa¨ªs. (...) Pero eso no le arrebatar¨¢ su destacada contribuci¨®n al elevarse, en un particular momento de la historia, sobre su partido, su posici¨®n y ¨¦l mismo.Cuando muchas naciones se han movido desde el autoritarismo hacia la libertad en tiempos recientes, parte de la credibilidad pasa, justamente, a los disidentes y dem¨®cratas que han sufrido por su ideolog¨ªa, luchado por el cambio y, en pa¨ªses muy afortunados de tener tales figuras, ofrecido un modelo moral durante los confusos a?os de cambio (...) Sin embargo, cada lucha habr¨ªa sido m¨¢s larga y, muy probablemente, m¨¢s sangrienta sin la contribuci¨®n de estos pocos representantes de viejos reg¨ªmenes que, improbablemente, vieron los errores en sistemas que a ellos les hab¨ªan educado.

Estos pol¨ªticos no han tenido buena suerte una vez que la historia ha pasado sobre ellos. (...)

Hay, por supuesto, algo conmovedor en la incapacidad de De Klerk para comprender completamente o prosperar en las nuevas circunstancias que ¨¦l ayud¨® a crear. Pero la impaciencia e ingratitud de su naci¨®n, sus demandas de dignidad, justicia y verdad hist¨®rica, su rudo clamor democr¨¢tico, todo ello es, en parte, su legado. No le puede parecer un premio, pero al final merece m¨¢s la pena que el Nobel.