El Bar?a comienza como l¨ªder
Rivaldo y Giovanni abaten a una Real muy quebradiza en un partido prometedor
Nace un nuevo Bar?a con el inicio de otra Liga. Un equipo que aparece m¨¢s aseado, m¨¢s puesto, m¨¢s excitante y, sobre todo, m¨¢s futbol¨ªstico. Y, como sensible que es, tambi¨¦n m¨¢s imprevisible y liviano: cuesta verle los huesos. Ning¨²n atributo le garantiza un mejor resultado que el que muri¨® con la partida de Ronaldo. Tiene, en cualquier caso, buena pinta, porque pese a sus manifiestas volubilidad y debilidad, progresa con el paso de los d¨ªas. El equipo respondi¨® ayer a las exigencias. Se le ped¨ªa una respuesta a las dudas exhibidas en partidos anteriores, y su r¨¦plica fue notable.Ha vuelto al Camp Nou el juego combinativo frente al f¨²tbol directo. Hay una idea asumida por todos y el grupo la aplica con esmero. Es hoy el Bar?a un equipo con cuerpo holand¨¦s y sangre brasile?a, una combinaci¨®n que por norma asegura tardes de f¨²tbol c¨®modas frente a rivales indolentes que, como la Real, combaten sin pies ni manos, y noches tensas contra . adversarios de empaque. El liderato refrenda de momento un d¨ªa de buen juego y los goles avalan a Rivaldo como el nuevo abanderado del equipo azulgrana.
Hu¨¦rfano de la simplicidad con la que Ronaldo resolv¨ªa el d¨ªa a d¨ªa, el Bar?a es ahora esclavo de la carpeta de Van Gaal, que va con la biblia del Ajax bajo el brazo. El t¨¦cnico parte de una premisa no asumida a¨²n por la hinchada ni la cr¨ªtica: se supone que todo futbolista que est¨¢ en el Camp Nou debe ser capaz de desarrollar distintas funciones en la cancha. Van Gaal cree en el jugador universal y no repara en las secuelas de sus decisiones.
El Camp Nou qued¨® ayer sobrecogido con la puesta en escena azulgrana. Lesionado Guardiola, Van Gaal puso en el campo a dos futbolistas in¨¦ditos en lo que va de curso: Celades, de libre, y De la Pe?a, de medio centro. La presunta fragilidad del espinazo del equipo barcelonista, sin embargo, qued¨® desmentida.
Ten¨ªa el colectivo azulgrana un punto en com¨²n por encima de las caracter¨ªsticas individuales: el gusto por el bal¨®n. Naci¨® un partido de buen ver de principio a fin. La Real se encorajin¨® en el inicio por entender que nunca mas se encontrar¨ªa con un rival tan quebradizo. Su l¨ªnea de presi¨®n inutiliz¨® la salida de bal¨®n azulgrana, que no ten¨ªa l¨ªnea de pase. Las p¨¦rdidas de la pelota eran continuas, el pase largo se impon¨ªa al entrejuego y la lentitud atrapaba al partido. El Bar?a no conectaba: no llegaba y no chutaba. La Real, sin embargo, no supo agarrar el choque. La contienda estuvo en todo momento del bando local.
El gol de falta de Rivaldo alumbr¨® un tramo de partido espl¨¦ndido por parte azulgrana: la pelota al suelo, la cabeza levantada, el adversario anestesiado y la hinchada entregada. Fue un cuarto de hora bien largo, presidido por el pase, el toque, la movilidad, el cambio de posici¨®n, el desmarque. El cuero mandaba. El choque estaba muy vivo. La grada cantaba. El buen juego azulgrana se cerr¨® con la llegada el segundo gol, una obra de arte brasile?a, originada por Anderson y firmada por Giovanni.
La Real s¨®lo respir¨® tras el primer cuarto de la reanudaci¨®n, cuando el Bar?a se dej¨® ir. La p¨¦rdida de intensidad y tambi¨¦n de concentraci¨®n del grupo de Van Gaal dej¨® el choque a manos del adversario. No tuvo fortuna. Dispuso de un par de opciones de gol que desperdici¨® de forma lamentable. A la Real le falta pegada y cuerpo. No tiene, por ejemplo, un tipo como Rivaldo. El brasile?o apareci¨® de nuevo en el ¨²ltimo largo del partido y cerr¨® la noche con otro gol que dio el liderato al equipo. Un final muy luminoso ante la confusi¨®n con la que arranc¨® el choque y la falta de volumen que se le aprecia al colectivo.. El Bar?a se gan¨® al menos el derecho a llegar al segundo partido sin adjetivos peyorativos. Es el l¨ªder.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.