Prioridades en Calcuta
Son ciertos los hechos en los que se basan las cr¨ªticas que se han vertido en los ¨²ltimos d¨ªas en Occidente sobre la forma de combatir la miseria de la madre Teresa. Es cierto que ignoraba los criterios m¨¦dicos con harta frecuencia y que mezclaba a tuberculosos con tullidos, ancianos, ni?os y leprosos. Es cierto que nunca puso en duda el orden social y pol¨ªtico. Y que se code¨® con poderosos de toda cala?a, inclu¨ªdos Baby Doc de Hait¨ª o Ceaucescu de Ruman¨ªa. Es verdad que nunca quiso entrar en el debate sobre grandes ideas ni luchar por soluciones que fueran m¨¢s all¨¢ d¨¦ los parches de la caridad. Y que la guiaba un culto a la pasi¨®n que no intenta evitar el sufrimiento, sino se reconforta con el mismo. En el alivio del sufriente, ella y sus seguidores han encontrado el sentido a la vida.Nunca combatieron las causas, sino los efectos de la abismal miseria que se extiende por el mundo desde Goa a Nueva York, desde Buenos Aires a Kisangali.
Y sin embargo, en este inmenso pozo negro que son los suburbios de Calcuta, en los que centenares de miles de personas viven en chozas de ca?a y hojas de palmera y juncos, casi sumergidos ahora, al final de la temporada de lluvias monz¨®nicas, en un mar de lodo y aguas fecales, las disquisiciones sociol¨®gicas occidentales sobre la correcci¨®n pol¨ªtica de la madre Teresa pierden todo sentido. Se convierten en puro sar-casmo. Las prioridades aqu¨ª son muy distintas a las de los miradores cr¨ªticos del Primer Mundo.
El ej¨¦rcito de mendigos en el centro son la ¨¦lite de los desharrapados y a¨²n luchan por conseguir algo para comer ese d¨ªa. y llegar al siguiente. Los leprosos en los suburbios, sin dedos en pies y manos, tumbados sobre un cart¨®n en el barro, que intentan conmover a la limosna a gentes de vida casi tan ,miserable como la propia, no entienden de mejoras sociales. Hay veces que nadie se entera de que han muerto hasta que los cuervos, que hacen estremecer con sus graznidos esos pestilentes paisajes, se ponen a picotear sus cuerpos. A esta gente la llevaba a morir, que no a curar, la madre Teresa a sus casas de acogida. No hay esperanza que darles en este mundo, se dec¨ªa. Aqu¨ª le dan la raz¨®n. Toda Calcuta, los musulmanes y los hind¨²es, la ¨ªnfima minor¨ªa cristiana, todas las castas se lo agradecen ahora con emoci¨®n.
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