Efectos de julio
A DOS meses de la movilizaci¨®n que sigui¨® al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, no parece que el mundo de ETA est¨¦ dispuesto a modificar su actual estrategia de terrorismo m¨¢s intimidaci¨®n fascista de la poblaci¨®n. Para que pueda darse un cambio, son necesarias ciertas mediaciones: HB deber¨ªa comprender que le conviene m¨¢s instar a su brazo armado a abandonar la lucha armada, como lo ha hecho el Sinn Fein ante sus colegas del IRA; y para que HB llegue a esa conclusi¨®n, tiene que haber comprobado la firmeza de las fuerzas democr¨¢ticas frente a sus intentos de imposici¨®n, as¨ª como el respaldo de esas fuerzas a la aplicaci¨®n de la ley a quienes se consideran con derecho a vulnerarla por su proximidad a un grupo terrorista.ETA no ha pensado en renunciar. Antes del asesinato del polic¨ªa Daniel Villar, ya hab¨ªa intentado matar en varios atentados fallidos. El prop¨®sito de asesinar a dos ediles de una localidad malague?a demuestra su voluntad de convertir en v¨ªctimas potenciales a los miles de concejales del PP en cualquier lugar de Espa?a. Junto a ello, las amenazas de muerte a concejales socialistas y de UPN en Navarra y los ataques a los alcaldes nacionalistas que se les han enfrentado tras sus desmanes definen un panorama caracterizado por el intento de amedrentamiento de las fuerzas democr¨¢ticas por la base: extender la idea de que nadie est¨¢ fuera de peligro con la idea de que sean los propios amenazados quienes pidan a sus dirigentes que cedan a las exigencias -presos a Euskadi, negociaci¨®n pol¨ªtica...- esgrimidas por ETA como pretexto para seguir matando.La eficacia de esa estrategia es proporcional a la incertidumbre creada. Generalizar la ansiedad -"t¨² puedes ser el pr¨®ximo"- para que se extienda el derrotismo: "Que les den lo que pidan y nos dejen en paz". Frente a esa presi¨®n, el principal ant¨ªdoto sigue siendo la firmeza de las fuerzas democr¨¢ticas unidas por el compromiso de no ceder al chantaje, y la movilizaci¨®n social respaldando ese compromiso.
Durante estos meses ha habido algunos s¨ªntomas inquietantes respecto a esa firmeza, pero tambi¨¦n indicios de que los efectos de la movilizaci¨®n de julio no ser¨¢n pasajeros. Por una parte, la inercia propia de todo aparato ha hecho que algunos partidos olvidaran r¨¢pidamente los prop¨®sitos de enmienda deslizados al calor de la movilizaci¨®n de julio. Pero, por otra, la actitud de alcaldes como los de Ermua, Basauri, Ibarra, Azkoitia, Zizurkil o Hernani, entre otros, as¨ª como la de los concejales amenazados, han revelado que en ese ¨¢mbito, a pie de obra, existe una mayor sinton¨ªa de los pol¨ªticos con la exigencia de unidad y firmeza expresada en las movilizaciones.
Por lo que han hecho y por lo que han dicho: la masiva manifestaci¨®n de Basaun convocada por el Ayuntamiento tras el asesinato de un polic¨ªa nacional hubiera sido impensable hace algunos meses, y m¨¢s a¨²n la presencia en ella de toda la direcci¨®n del PNV de Vizcaya. Esa movilizaci¨®n responde a una de las lecciones de julio: la de que no hay distinciones entre las v¨ªctimas. Sinton¨ªa tambi¨¦n por lo que han dicho, llamando fascistas a los agresores. Responde a otro efecto de aquellas movilizaciones: acabar con la patra?a del contencioso que todo lo explica.
Persisten inercias en otros niveles. Antes de que ac¨¢base julio, ya hab¨ªa dicho Arzalluz que la l¨ªnea sobre pacificaci¨®n aprobada por su partido en febrero "no era coyuntural", y que segu¨ªa siendo v¨¢lida porque "esto no se termina por la v¨ªa policial". Sin embargo, es precisamente porque no basta con la eficacia policial por lo que se hace imprescindible una mayor firmeza pol¨ªtica: si de lo que se trata es de conseguir que ETA desista, que se convenza de que seguir matando no le servir¨¢ para acercar sus objetivos, habr¨¢ que empezar por dejar claro que: 1) no habr¨¢ di¨¢logo mientras no den garant¨ªas de que renuncian a la violencia; 2) las fuerzas democr¨¢ticas no aceptar¨¢n ning¨²n cambio institucional o de las reglas de juego como resultado de la imposici¨®n violenta. Es decir, los principios de Ajuria Enea que relativizaba el documento aprobado por el PNV en febrero.
En el origen se daba por supuesto que el acuerdo de Ajuria Enea implicaba respaldar las iniciativas de las autoridades leg¨ªtimas en la lucha antiterrorista, en materias como, la pol¨ªtica penitenciaria y otras. Esa confianza se quebr¨® a ra¨ªz, sobre todo, de la resurrecci¨®n del caso Gal, lo que favoreci¨® el surgimiento de iniciativas y din¨¢micas partidistas -paz por autodeterminaci¨®n, cumplimiento ¨ªntegro, acercamiento de presos-. Pareci¨® que el impulso unitario de julio favorecer¨ªa su recomposici¨®n, pero no ha sido as¨ª. Esta semana vuelve a reunirse la Mesa. ?No ser¨ªa el momento de reconocer que no hay rodeos en la lucha antiterrorista y que lo m¨¢s sensato es volver a aquellos principios de 1988, tal como reclamaba el lehendakari a fines de agosto?
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