Las autoridades de China afrontan el riesgo de un estallido social a causa de las privatizaciones
ENVIADO ESPECIAL Dos destacados dirigentes chinos implicados en el proyecto de privatizaciones se han visto obligados a efectuar declaraciones tranquilizadoras sobre la futura venta de gran parte del sector p¨²blico ante la inquietud que ha causado entre los trabajadores la reforma anunciada por el secretario general, Jiang Zemin, en la apertura del XV Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). La reconversi¨®n se llevar¨¢ adelante, pero de manera gradual, sin precipitaciones, ante el temor de que pueda originar un estallido social que tendr¨ªa evidentes y graves consecuencias para la estabilidad del gigante asi¨¢tico, advierten los representantes del Gobierno.
Los l¨ªderes chinos tienen muy bien aprendida la lecci¨®n y no quieren cometer los mismos errores que Rusia. Zhu Rongji, el viceministro encargado de Finanzas y cerebro del plan de reestructuraci¨®n, dijo en una reuni¨®n con delegados de Shanghai que la reforma no pondr¨¢ en peligro el control del Estado, sobre todo porque industrias de sectores estrat¨¦gicos relacionados con defensa, comunicaciones o transporte, entre otros, no pasar¨¢n a otras manos. Se asegura que entre 1.000 y 3.000 empresas continuar¨¢n en propiedad del Estado. Ir¨®nicamente, este pol¨ªtico -a quienes muchos apuntan como futuro sucesor del primer ministro, Li Peng- tambi¨¦n tranquiliz¨® a esos delegados al confesarles que, a su juicio, el sistema de sociedades por acciones no constituye la gran panacea para China, y que los trabajadores no ser¨¢n obligados a comprar acciones de empresas ruinosas si no lo desean. Ha habido casos en este sentido desde que el Gobierno pusiera en marcha t¨ªmidamente un experimento piloto hace dos a?os con un millar de compa?¨ªas, cuya reconversi¨®n puso en la calle, seg¨²n datos no oficiales, a dos millones de personas.
Jiang Zemin anunci¨® en su informe pol¨ªtico la reestructuraci¨®n del sector p¨²blico mediante nuevas f¨®rmulas de propiedad, que contemplan directamente la creaci¨®n de sociedades por acciones cotizables en bolsa, las fusiones de peque?as y medianas empresas y la desaparaci¨®n de aquellas que se hallen en quiebra. El secretario general reconoci¨® que ser¨ªa una tarea ardua. En contra de los tres a?os que ¨¦l sugiri¨®, puede durar diez a?os o m¨¢s, se?alan ahora fuentes oficiales.
El secretario general del PCCh tambi¨¦n admiti¨® que el plan comportar¨¢ despidos. En un r¨¦gimen como el chino, donde en sus textos constitucionales todav¨ªa no se reniega del marxismo aun cuando se proclame la defensa de la "econom¨ªa socialista de mercado", todo ello es un sacrilegio. En cuaquier caso, el pecado se viene cometiendo ya ¨²ltimamente y las protestas laborales arrecian d¨ªa tras d¨ªa en el centro y el noroeste del pa¨ªs.
Otro miembro del Gobierno, Li Boyong, ministro de Trabajo, ha querido aplacar la inquietud al considerar exagerados los comentarios catastrofistas que para algunos observadores extranjeros ha merecido el plan. Li se muestra seguro de que no provocar¨¢ des¨®rdenes sociales, porque el nivel de despidos, ha dicho, entrar¨¢ dentro de unos l¨ªmites tolerables. Sin embargo, economistas independientes calculan que cerca del 30% de los 100 millones de empleados que trabajan en el sector estatal es poblaci¨®n excedentaria. El Gobierno reconoce que al menos la mitad de las empresas p¨²blicas son deficitarias. Otras fuentes ponen esa proporci¨®n en un 70%, y s¨®lo un 1% de ellas son rentables.
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