El 'vengador an¨®nimo' viaja en autob¨²s
El microb¨²s segu¨ªa su ruta, el pasado domingo, por la colonia Progreso Nacional, al norte de la Ciudad de M¨¦xico. Dos hombres j¨®venes se subieron a bordo. Casi de inmediato sacaron dos pistolas. Uno de ellos apunt¨® al conductor. El otro se dirigi¨® al fondo del veh¨ªculo, mientras exig¨ªa a los presentes que entregaran sus pertenencias. No tuvo tiempo para mucho. Un pasajero lo mat¨® de un balazo.Su colega se asust¨® y salt¨® a la calle. El pasajero fue tras ¨¦l, le dio alcance y le descerraj¨® un tiro en la cabeza y otro en el pecho. Despu¨¦s desapareci¨®. Lo mismo hicieron, de paso, los de m¨¢s viajeros, que dejaron solo al conductor para dar explicaciones a la polic¨ªa. Son siete ya los asaltantes de autobuses de la capital que han muerto en id¨¦nticas circunstancias en lo que va de a?o. Hasta ahora, los heridos o los muertos los pon¨ªa el pasaje de los peseros, as¨ª llamados por el antiguo precio del billete, de un pes¨®. Pero, desde marzo, cinco atracos se han visto frustrados por un pasajero que desenfunda una pistola, acaba con los ladrones y desaparece. El diario La Cr¨®nica lo ha bautizado: el vengador an¨®nimo. Y lo describe como un "hombre maduro de mirada triste".
Las autoridades han salido al paso de la existencia de este personaje. "No hay tal vengador. Ha habido siete ejecuciones, pero los autores, seg¨²n los testimonios, son distintos", asegura un portavoz de la Procuradur¨ªa del Distrito Federal.
Es cierto que en todos los casos el pasajero vengador ha actuado de forma similar, dando muestra de una enorme sangre fr¨ªa y excelente punter¨ªa. Pero eso lleva a pensar a los investigadores que se trata de polic¨ªas o militares francos de servicio, o bien de guardas privados. "En varias ocasiones, los asaltantes han matado a un pasajero porque iba uniformado o porque entre sus pertenencias encontraban una credencial oficial, aunque fuera puramente administrativa. Esto ha puesto en guardia al personal de seguridad", explica este portavoz.
Sea como fuere, la imaginaci¨®n popular se reconforta peligrosamente con la idea de un angel exterminador de mirada melanc¨®lica que protege a los indefensos usuarios del transporte p¨²blico. La criminalidad galopante en la capital mexicana, la impunidad de los delincuentes y la corrupci¨®n policial han propiciado de hecho la condescendencia de los ciudadanos, cuando no el apoyo abierto, hacia aquellos que se defienden como pueden o que se toman la justicia por su mano.
Cuatro delincuentes han muerto en la ¨²ltima semana a manos de sus v¨ªctimas. Otros tres han sido asesinados en lo que su presume un ajuste de cuentas en el que podr¨ªan estar implicados elementos policiales. Tres reporteros de un programa televisivo de sucesos han sido secuestrados y golpeados por supuestos agentes de la ley. El regente (alcalde) de la ciudad, Oscar Espinosa, ha asegurado que seguir¨¢ dando la batalla "para restablecer la paz y la armon¨ªa". Pero la sensaci¨®n general es que el problema se le ha do de las manos a las autoridades de la Ciudad de M¨¦xico.
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