Del esp¨ªritu de Ermua al de Las Ventas
Desde el asesinato de Miguel ?ngel Blanco por ETA hasta el festival de la plaza de Las Ventas de Madrid, en homenaje al concejal de Ermua asesinado, han pasado dos meses. Con la conmoci¨®n causada por aquella b¨¢rbara ejecuci¨®n surgi¨® lo que se llam¨® el esp¨ªritu de Ermua, que consisti¨® en la combinaci¨®n de un vasto movimiento de repulsa popular contra ETA y la promesa de todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas de colaborar en la acci¨®n antiterrorista y en el aislamiento pol¨ªtico de HB, sin que ninguna intentase utilizar en provecho propio aquel inmenso movimiento de protesta. A la vista de lo ocurrido en Las Ventas, y sus proleg¨®menos en La Moncloa, uno se pregunta qu¨¦ queda de aqu¨¦llo, dos meses despu¨¦s.?Qu¨¦ queda, por ejemplo, de la promesa de no utilizaci¨®n partidista y unilateral de aquella tragedia? El festival de Las Ventas no fue un homenaje masivo y popular en el que se fundieron en una sola pi?a sensibilidades y visiones diferentes, como el de las grandes manifestaciones de julio, sino un acto de propaganda del PP, que utiliz¨® el nombre y la figura del infortunado Miguel Angel Blanco en solitario, cuando hoy ya deber¨ªamos incluirlo como una v¨ªctima m¨¢s en la larga y penos¨ªsima lista de v¨ªctimas de ETA. No creo que se haga ning¨²n favor a la memoria de Miguel Angel Blanco, ni al dolor de sus familiares y amigos, con este empe?o en singularizarlo, con este af¨¢n de apoderarse en exclusiva de su imagen y su tragedia, con esta distinci¨®n entre ¨¦l y la tragedia colectiva de las m¨¢s de ochocientas v¨ªctimas de la locura asesina de ETA.
Pero no s¨®lo se trata de eso. Si hablo de propaganda y no de acto de homenaje en sentido estricto es por el car¨¢cter mismo del festival. Por m¨¢s que lo intento, no consigo entender qu¨¦ ten¨ªa de homenaje aquella terrible foto de La Moncloa con el presidente del Gobierno y su esposa ri¨¦ndose y marcando el paso de Macarena junto con vanos de los artistas que iban a intervenir en el acto. Aquella foto no s¨®lo no tiene nada que ver con el esp¨ªtitu de Ermua, con la emoci¨®n y el llanto de tantos millones de ciudadanos y ciudadanas que salieron a la calle, sino que es una ofensa a todos y, muy especialmente, a los familiares de todas las v¨ªctimas del terrorismo. Lo dec¨ªa muy bien una escueta y contundente carta al director publicada en estas mismas p¨¢ginas el s¨¢bado 13 de septiembre por un lector que no consegu¨ªa imaginarse -dec¨ªa- "a Felipe Gonz¨¢lez y a Carmen Romero bailando Macarena en memoria de Francisco Tom¨¢s y Valiente", constataci¨®n que se podr¨ªa extender a todos los anteriores presidentes del Gobierno de la democracia y a todas y cada una de las v¨ªctimas de ETA. La foto de La Moncloa no es una expresi¨®n de pesar por la tragedia de Miguel ?ngel Blanco, sino un gesto de satisfacci¨®n por estar rodeados de un grupo de artistas conocidos que se disponen a actuar en un festival montado por el PP.
Tampoco tiene nada que ver con el esp¨ªritu de Ermua el desarrollo del festival. No hablo ya de su contenido art¨ªstico, que a m¨ª me pareci¨® m¨¢s bien cutre, m¨¢s bien propio del pasado que del presente y del futuro, pero que debi¨® gustar a los que aplaud¨ªan. Hablo de los silbidos a Raimon y a Jos¨¦ Sacrist¨¢n, que no ten¨ªan nada que ver con el arte y s¨ª con la memoria pol¨ªtica. Como catal¨¢n, me sent¨ª profundamente ofendido por los silbidos a Raimon, pero m¨¢s que ofendido me sent¨ª indignado y angustiado cuando por primera vez en la democracia o¨ª silbar a Jos¨¦ Sacrist¨¢n por hablar de la izquierda y a Raimon por interpretar la misma canci¨®n que hab¨ªa movilizado a tanta gente en las dif¨ªciles condiciones de la dictadura franquista. En los a?os finales del franquismo, miles de ciudadanos madrile?os ovacionaron a Raimon por una canci¨®n que romp¨ªa las amarras de la clandestinidad y anunciaba la democracia y, ahora, otros miles de ciudadanos madrile?os, en plena democracia, rechazaban estrepitosamente la misma canci¨®n en un acto que, si ya ten¨ªa poco de homenaje a la memoria de una v¨ªctima del terrorismo, dejaba de tener el m¨¢s m¨ªnimo sentido como tal para convertirse en una pura expresi¨®n de intolerancia, de rechazo al pluralismo y de partidismo estrecho y miope.
Cuando tantos millones de ciudadanos salieron a la calle hace dos meses para expresar su dolor y su protesta por el asesinato de Miguel ?ngel Blanco, lo hac¨ªan sin condiciones, sin partidismos, sin exclusiones. Dos meses despu¨¦s, el PP ha convertirdo aquel esp¨ªritu en un festival de fiesta mayor, partidista, excluyente y fr¨ªvolo que, sin duda, ha. provocado verg¨¹enza propia y ajena en muchos centenares de miles de los manifestantes de entonces. Era de temer que algo de esto ocurrir¨ªa, pero no me imaginaba que tan pronto y con un techo tan bajo.
Todo esto es un verdadero drama porque tanta incompetencia y tanto partidismo en un tema tan delicado como ¨¦ste s¨®lo pueden favorecer a un terrorismo que debe sentirse encantado con tanta macarena y tanto silbido intolerante. Desde luego, los dem¨¢s participantes en el esp¨ªritu de Ermua estamos en una situaci¨®n muy desagradable porque sentimos que nos han apagado aquella potente llama con silbidos y abucheos reaccionarios y con ¨ªnfulas exclusivistas. A los que estamos en la oposici¨®n no nos sorprende demasiado, pero no s¨¦ c¨®mo los partidos nacionalistas que aseguran con su colaboraci¨®n la mayor¨ªa parlamentaria del PP pueden seguir apoy¨¢ndole sin exigir explicaciones muy serias y sin pedir cambios de rumbo. Me refiero sobre todo a CiU, que est¨¢ apoyando a un partido cuyos dirigentes dicen respetar la opini¨®n de los que han silbado a un cantante dem¨®crata como Raimon por el hecho de homenajear a Miguel ?ngel Blanco en una lengua que el franquismo hab¨ªa prohibido y perseguido. Algunas autoridades de la Generalitat de Catalunya, empezando por su propio presidente, han protestado, pero, ante la gravedad del asunto -que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar califica de pura an¨¦cdota-, somos muchos los que nos preguntamos si basta con una protesta formal y protocolaria. Yo por lo menos no aguantar¨ªa ni un minuto a un socio que adem¨¢s de ofenderme me ridiculice a m¨ª y a lo que yo pueda representar.
Jordi Sol¨¦ Tura es diputado por el PSC-PSOE.
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