El poder chino cambia para durar
La modernizaci¨®n del partido le obliga a incorporar intelectuales y famosos
ENVIADO ESPECIAL Concluidos los fastos congresuales y satisfechos de ritual ideol¨®gico, los dirigentes comunistas chinos parecen ser conscientes de que el partido debe cambiar para continuar reteniendo el poder. Sin embargo, a medida que se desarrolla la reforma econ¨®mica emprendida por China desde hace dos d¨¦cadas, aumentan las contradicciones hasta el extremo de cuestionar en un futuro no lejano la utilidad del Partido Comunista Chino (PCCh), que con sus 58 millones de afiliados -aproximadamente el 5% de la poblaci¨®n del pa¨ªs- constituye la organizaci¨®n de masas mayor del mundo.
"Hoy en d¨ªa ser miembro del partido contin¨²a siendo de gran utilidad para todo aquel que quiera hacer carrera pol¨ªtica o promocionarse socialmente. Es como pertenecer a un selecto club de golf. No cuenta mucho la ideolog¨ªa, pero el ingreso no es f¨¢cil y se estudia con cuidado el historial familiar de los aspirantes", comenta una fuente diplom¨¢tica occidental. El rico empresario que ha surgido con la econom¨ªa socialista de mercado no busca desesperadamente la filiaci¨®n, pero estima conveniente estar a bien con los dirigentes locales comunistas de los que depende en gran parte el ¨¦xito del negocio y que exigen el favor econ¨®mico correspondiente.
Uno de los pilares del partido, el empleado de la industria estatal, puede dar pr¨®ximamente la espalda a la organizaci¨®n que monopoliza el poder desde hace casi medio siglo si ve esfumarse la garant¨ªa de trabajo con el plan de reestructuraci¨®n del sector p¨²blico. Si se lleva a cabo, como ha anunciado Jiang Zemin en el XV Congreso, es muy probable que una tercera parte de los cien millones de empleados de la industria p¨²blica tengan que abandonar su puesto de, trabajo. El Estado conservar¨¢ entre mil y tres mil empresas estrat¨¦gicas y el resto ser¨¢n vendidas para transformarse en compa?¨ªas por acciones privadas o semiprivadas en las que el consejo de administraci¨®n te¨®ricamente no tendr¨¢ que depender del Gobierno ni de los favores del PCCh. La propiedad privada existe ya, pero la reconversi¨®n del sector p¨²blico ha comenzado a nivel experimental hace dos a?os.
Un diario hongkon¨¦s destacaba el pasado s¨¢bado que la lista de las personas m¨¢s poderosas de China se reduce a 24, entre ellos s¨®lo una mujer, la ministra de Comercio Exterior, Wu Yi. Adem¨¢s de Jiang Zemin y los otros seis miembros de la ejecutiva, los dem¨¢s pertenecen al Politbur¨®. "El partido es el director y el Consejo de Estado (como se denomina al Gobierno de la naci¨®n) es simplemente el agente", explica un sin¨®logo. Es una reducida clase dirigente, que cuenta con un enorme aparato burocr¨¢tico. El grueso del nuevo Comit¨¦ Central est¨¢ formado por cuadros de la administraci¨®n central y de las instituciones provinciales y locales, as¨ª como del Ej¨¦rcito. Entre los m¨¢s de 300 miembros no abundan los intelectuales. Figura un director de cine de la generaci¨®n anterior al famoso realizador Zhang Yimou. La ex mujer de ¨¦ste, por cierto, la bella actriz Gong Li, es desde hace unos a?os diputada de la Asamblea Nacional Popular.
Tanto Mao Zedong como Deng Xiaoping odiaban a la intelectualidad por considerarla una r¨¦mora burguesa frente a la vanguardia campesina y proletaria. La Revoluci¨®n Cultural (1966-1976) se ensa?¨® con los intelectuales. Los nuevos l¨ªderes parecen sentir menos tales prejuicios. Creen que la reforma exige reclutar gente m¨¢s preparada. La prensa oficial ha destacado que el 90% de los miembros del nuevo comit¨¦ central tiene educaci¨®n universitaria. La propia ejecutiva exhibe un aire m¨¢s tecnocr¨¢tico conforme a la modernizaci¨®n que le quieren dar los dirigentes de ahora. Se busca gente m¨¢s joven, con perfil t¨¦cnico, de pasado pol¨ªticamente correcto. Seg¨²n una informaci¨®n del China Daily, el diario oficial en ingl¨¦s, el n¨²mero de afiliados habr¨ªa aumentado un 20% en los ¨²ltimos cinco a?os y casi 15 millones de personas han solicitado el ingreso. Resultan sorprendentes estas cifras cuando el pulso de la calle parece estar muy distante de lo que se cuece en la c¨²pula comunista. "No es tanto divorcio como indiferencia hacia lo que dicen los dirigentes", observa un experto.
En 1989, los sangrientos sucesos de Tiananmen dejaron huella entre la poblaci¨®n juvenil. El partido se vio rebasado por el incontenible movimiento de protesta democr¨¢tica y de denuncia sobre la corrupci¨®n rampante. Deng hab¨ªa jaleado con la reforma el enriquecimiento. Pero el de unos antes que otros. Desde entonces hasta ahora la situaci¨®n ha empeorado y la ¨¦tica pol¨ªtica se desvanece en provecho de una praxis menos socialista, aunque revestida todav¨ªa de enorme verborrea ideol¨®gica. Datos oficiales se?alan que m¨¢s de 630.000 casos de corrupci¨®n dentro del partido han sido investigados entre 1993 hasta marzo del presente a?o. Los culpables, entre ellos m¨¢s de 20.000 cuadros dirigentes, han sido sancionados. Tales cifras parecen quedarse cortas a juzgar por los llamamientos de Jiang a luchar contra la corrupci¨®n.
Li Suli, una obrera modelo ensalzada por la propaganda del partido por su entrega ciega al trabajo, elogia los valores del socialismo chino. Li es conductora de una l¨ªnea de autobuses de Pek¨ªn. Chen Xitong, ex alcalde y ex secretario general del partido en Pek¨ªn, glorific¨® tambi¨¦n hasta hace poco las maravillas del r¨¦gimen. Ahora lo hace menos tras haber sido expulsado del PCCh por "corrupto y vida decadente". Son dos ¨®pticas distintas de los comunistas chinos de hoy.
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