Himnos, banderas... y viento
Los reyes de Espa?a inauguraron un acto con sabor espa?ol
Parec¨ªa que nada pod¨ªa escapar al control de la organizaci¨®n de la Copa Ryder, pero ayer hubo una rebeli¨®n que nadie pudo controlar, la del viento de C¨¢diz, que decidi¨® alzarse y desmadejar el acto de inauguraci¨®n, uno de los eventos m¨¢s protocolarios de tan protocolario torneo. Como es habitual, la organizaci¨®n lo ten¨ªa todo calculad¨ªsimo. En el programa que se facilit¨® a la prensa se detallaban hasta los aplausos del respetable. Pero lleg¨® el viento, arras¨® la megafon¨ªa y el p¨²blico, que apenas o¨ªa la m¨²sica y los discursos que all¨ª se ofrecieron, aprovech¨® para vivir una ceremonia de inauguraci¨®n distinta de la oficial, a su aire, jaleando a su equipo y haciendo la ola, que era lo que le apetec¨ªa.La duraci¨®n del acto s¨ª se atuvo a lo previsto: dos horas y media. El apretad¨ªsimo programa trat¨® de imprimir un toque espa?ol a un torneo que, se celebre donde se celebre, es saj¨®n por los cuatro costados. Y ni en esta ocasi¨®n se pudo imponer el sabor espa?ol, porque el concierto de coro y orquesta sinf¨®nica que abri¨® el acto, confeccionado con piezas emblem¨¢ticas de zarzuela, no lleg¨® a los o¨ªdos del p¨²blico. El viento hizo el trabajo. Ante tal desbarajuste, el sector menos selecto del p¨²blico decidi¨® sacar las banderitas que hab¨ªan llevado para jalear a sus equipos y comenz¨® a gritar y a hacer la ola. El desconcierto de los concertistas no ten¨ªa l¨ªmites.
Lo que sigui¨® m¨¢s tarde encaja ya en la tradici¨®n Ryder pura y dura: desfiles militares, protocolo y bendici¨®n eclesi¨¢stica.
En esta parte del acto fue donde entraron los Reyes de Espa?a, don Juan Carlos y Do?a Sof¨ªa, que presidieron el acto y lograron saciar algo el hambre de personajes conocidos del p¨²blico y de los medios de comunicaci¨®n, porque, por m¨¢s que la gente se desoj¨® para intentar descubrir entre los vips a alg¨²n actor de Hollywood de los que se suelen dejar ver en los torneos de golf y cuya presencia se espera en Valderrama -Kevin Costner o Sean Connery, por ejemplo, se daban casi por seguros-, no hubo forma. Ninguno de ellos se anim¨® a acudir a la inauguraci¨®n, igual les hab¨ªan pasado el programa.
La parte Ryder del acto inaugural comenz¨® con la entrada de las esposas de los jugadores uniformadas unas de azul y otras de rojo, y provistas de banderitas de sus respectivas selecciones. Ambas delegaciones tomaron asiento en la tarima y se dispusieron a escuchar la bendici¨®n que impartieron, en espa?ol y en ingl¨¦s, un cura cat¨®lico y un vicario protestante. En el equipo europeo, l¨®gicamente fueron los espa?oles los m¨¢s jaleados. El dicharachero Olaz¨¢bal tuvo que romper el protocolo y levantarse dos veces para corresponder a los aplausos del p¨²blico.
Luego, Ballesteros, el alma de esta Ryder. Para todos tuvo palabras.
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