Sarri¨¤, un barrio sutil y complice de la Infanta
Cristina de Borb¨®n va a comprar, no deja que le cedan la tanda y trata de pasar inadvertida
Sarri¨¤ es una zona antigua, elevada y solvente, abundante en colegios selectos, centros acad¨¦micos de prestigio como el Instituto Qu¨ªmico y vestigios del pueblo que fue. En el barrio rigen un ambiente m¨¢s recoleto y una elegancia m¨¢s sutil que en Pedralbes, el ap¨¦ndice aparatoso y millonario que le creci¨® hacia el sur, y residir en Sarri¨¤ es desde siempre para los barceloneses un punto de prestigio: cuando la leyenda busc¨® un lugar de nacimiento apropiado para santa Eulalia, la patrona de la ciudad de Barcelona opt¨® por salir del municipio y desplazar la cuna de la m¨¢rtir hasta Sarri¨¤.Ah¨ª ha vivido durante los ¨²ltimos cinco a?os, y seguir¨¢ viviendo tras su boda, en una vivienda m¨¢s grande y confortable, la infanta Cristina.
La segunda hija de los Reyes de Espa?a se ha labrado entre el vecindario una reputaci¨®n de persona discreta y a la vez, a juzgar por el n¨²mero de avistamientos, cercana: todo el mundo la ha visto, todo el mundo tiene una peque?a an¨¦cdota que contar y casi todo el mundo defiende su presencia como un incremento patrimonial, en un barrio propenso a la transmisi¨®n de bienes y viejas costumbres.
Gentes con posibles
Cristina de Borb¨®n forma parte de la amplia hornada de gentes con posibles que se han establecido en Sarri¨¤ conforme el barrio -que ya en la Edad Media era el pueblo m¨¢s rico del llano barcelon¨¦s- se extend¨ªa y enlazaba con la aglomeraci¨®n urbana.
Entre los 36.000 habitantes abundan los inmigrantes de lujo, espa?oles y extranjeros, pero quien m¨¢s quien menos se hace r¨¢pidamente con los usos locales y se funde en el paisaje. Foix, una pasteler¨ªa tan c¨¦lebre por sus dulces como por haber criado entre sus obradores al poeta J. V. Foix, es, por la v¨ªa del bomb¨®n y del tortell, una de las instituciones vertebradoras del vecindario.
La infanta Cristina es clienta de los dos establecimientos de Foix, el de la calle Major (fundado en 1886) y el de la plaza de Sarri¨¤ (1923), y ser¨¢ Foix quien sirva la reposter¨ªa en su banquete nupcial. "El pedido oficial no lo tenemos todav¨ªa, pero digamos que est¨¢ todo a punto", dice con un gui?o Jordi Madern, el senyor Jordi, que rige el negocio desde un peque?o altillo.
"La Infanta es una chica muy fina, que viene como cualquier otra clienta, pide, paga y se va. Es tan discreta que a veces s¨®lo reparamos en que es ella por la presencia de los guardaespaldas mirando desde la puerta", comenta Jordi Madern.
En bastantes ocasiones, Cristina logra pasar inadvertida. Si la reconocen, puede escap¨¢rsele un leve moh¨ªn de resignaci¨®n. "Pero no deja que le cedan el turno y hace cola como todo el mundo", explica casi con orgullo la dependienta de una charcuter¨ªa que prefiere mantener el anonimato del establecimiento "por no traicionar la confianza" de la distinguida clienta.
La dependienta hace como el vecino que se la cruza casi diariamente y cuenta que vive "en esta misma calle" pero prefiere "no revelar el n¨²mero del portal" (justo ah¨ª enfrente, subrayado por la presencia de un veh¨ªculo policial) porque "no hay que meterse mucho en su vida". Hasta cierto punto, y a veces con exageraciones como las citadas, impera en el barrio un acuerdo t¨¢cito para respetar su privacidad.
Y no es que Cristina de Borb¨®n establezca l¨ªmites a sus desplazamientos por el vecindario. En lo tocante a instituciones locales, uno podr¨ªa pensar que el viejo bar Tom¨¢s -bullicio, olores canallas y legendarias patatas bravas- deber¨ªa serle territorio ajeno. Qu¨¦ va. Ah¨ª tambi¨¦n se han producido avistamientos. "Viene alguna vez con el novio y con otra gente del balonmano, despu¨¦s del partido", explica un camarero. ?Y ustedes qu¨¦ hacen? "Pues... servirles la consumici¨®n, ?no?". A preguntas tontas, respuestas obvias.
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