El laberinto de la escolarizaci¨®n
Un muchacho de Villaverde de 15 a?os a¨²n no ha conseguido ir clase por un enredo burocr¨¢tico
Hay veces que la escolarizaci¨®n obligatoria y gratuita no parece un precepto constitucional, sino una conquista poco menos que heroica. Roberto Vizca¨ªno, un muchacho de 15 a?os vecino de San Crist¨®bal de los ?ngeles (Villaverde), puede dar buena fe de ello. A estas alturas deber¨ªa llevar tres semanas, de clase con sus compa?eros de segundo de Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO), pero la tozuda realidad dice que a¨²n no sabe lo que es pisar un aula. Un fenomenal enredo burocr¨¢tico ha tenido buena parte de la culpa.Vizca¨ªno, al que los estudios le cuestan un triunfo, curs¨® el a?o pasado octavo de EGB en el colegio concertado Gyrsa. No lo super¨®, y el director de este centro le despach¨® haci¨¦ndole entrega del libro de escolaridad. Al tiempo, el chaval se hab¨ªa inscrito para este curso en el instituto de San Crist¨®bal, pero all¨ª no le admitieron porque s¨®lo imparten de tercero de ESO en adelante. La odisea para Dori L¨®pez, la madre del muchacho, no hab¨ªa hecho nada m¨¢s que comenzar.
El martes 16, Dori contact¨® con el inspector de Educaci¨®n en la zona, Ricardo Guti¨¦rr.ez Ballar¨ªn, para comunicarle que su hijo se hab¨ªa quedado s¨²bitamente sin plaza. Ballar¨ªn le contest¨® que en un par de d¨ªas habr¨ªa resuelto el problema. No pasaron 48 horas, sino 96, y el tel¨¦fono en el. domicilio de los Vizca¨ªno L¨®pez segu¨ªa sin sonar.
Lunes 22. Dori contacta con el inspector, pero se encuentra con que ha sido trasladado al distrito de Carabanchel. Quien le ha sucedido en Villaverde no conoce el tema., La mujer localiza a Guti¨¦rrez Ballar¨ªn y le recuerda el tema. "Ah, s¨ª, descuide", responde el inspector.
Mi¨¦rcoles 24. Buenas noticias. El chaval ha sido admitido en el colegio p¨²blico San Carlos, en Villaverde Alto. Todo parece felizmente solucionado.
Jueves 25. Mochila en ristre, Roberto Vizca¨ªno se presenta en su nuevo centro. Pero all¨ª -oh, fatalidad-, nadie ha comunicado al director la inminencia de su incorporaci¨®n. En el centro contactan con la comisi¨®n de escolarizaci¨®n, pero nadie atiende el tel¨¦fono. A Dori y su reto?o les despachan en el colegio con el cl¨¢sico vuelva usted ma?ana. "El director del San Carlos se ha embarullado con la burocracia", se disculp¨® ayer Guti¨¦rrez Ballar¨ªn.
Viernes 26. Con l¨¢grimas en los ojos, Dori acude al jefe de servicio del Ministerio. "Enseguida se lo solucionamos", la tranquiliza una secretaria. Hasta el lunes 29, en cambio, no hay contestaci¨®n: "El jefe de servicio ha pasado la orden a la inspectora". Pero la susodicha, a¨²n en el fragor del traslado, no est¨¢ localizable.
Y as¨ª durante 17 largos d¨ªas en los que Roberto mata el tiempo enclaustrado en su habitaci¨®n, sin libros que abrir -los del a?o pasado, de EGB, no sirven- y aplic¨¢ndose con una videoconsola que le han prestado para la (inesperada) espera. "Menos mal que, hace diez d¨ªas, la ministra, el alcalde y Ruiz-Gallard¨®n firmaron un, convenio por la educaci¨®n en el sur", ironiz¨® ayer Pedro Blasco, del Movimiento por la Calidad de la Ense?anza en el Sur y el Este.
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