Voluntariosos
Los toreros estuvieron muy voluntariosos. No es mala disposici¨®n. La voluntad, como la veteran¨ªa, da grado. Un torero voluntarioso no es de los que salen a cumplir y si te he visto no me acuerdo o de los que vienen a pillar, que tambi¨¦n los hay. Un torero se muestra voluntarioso, y goza de la gratitud de las masas. Las masas lo primero que analizan es la predisposici¨®n que traen los toreros para trabajar y sentencian: "Viene con ganas", o "Viene sin ganas". Si el torero viene sin ganas o da esa sensaci¨®n, ya se puede preparar. A veces las apariencias enga?an. Los aficionados saben de corrido que cuanta m¨¢s torer¨ªa atesora un torero, menos pierde el tiempo en demostrar a las masas que tiene ganas de torear.
Pe?ajara/ Jim¨¦nez, Cepeda, Garc¨ªa Toros de Pe?ajara (1? devuelto por inv¨¢lido), con trap¨ªo, flojos y algunos inv¨¢lidos, mansotes
4? sobrero de Astolfi, bien presentado, flojo, manejable. Pep¨ªn Jim¨¦nez: pinchazo y bajonazo (silencio); pinchazo, estocada trasera ladeada a un tiempo y rueda de peones (oreja con algunas protestas). Fernando Cepeda: metisaca infamante en los bajos (silencio); bajonazo (silencio). Juan Carlos Garc¨ªa: pinchazo y metisaca bajos -aviso- y media escandalosamente baja (algunas palmas); bajonazo (aplausos y saludos.Plaza de Las Ventas, 5 de octubre. 6? corrida de feria. Lleno
Hay matices. Los diestros de esta sexta corrida ferial, todos voluntariosos, demostraban sus ganas de distintas formas. Las determinaban los criterios y los estilos. Y tambi¨¦n hab¨ªa una cuesti¨®n cardiaca.
Quienes no ten¨ªan ganas eran los toros; o, por lo menos, no mucha . El que abri¨® plaza, al ver un capote volvi¨® grupas y se puso a galopar al hilo de las tablas, huyendo del hombre blate¨® trapo rojo. La quemaz¨®n de un puyazo le hizo contemplar la vida de otra manera: un toro no puede permanecer pr¨®fugo indefinidamente mientras le zurran la badana. Y resolvi¨® pasar al ataque.
Pep¨ªn Jimenez lo castig¨® por bajo hasta tirarlo y luego en los medios no lograba coger el temple a la mansa embestida. Faena adelante lig¨® algunos muletazos hondos que provocaron ol¨¦s un¨¢nimes, se luci¨® en los ayudados y finalmente se desluci¨® cobrando un bajonazo.
Al cuarto, que era sobrero hierro Astolfi, lo tore¨® mejor. No desde el principio. Pep¨ªn Jim¨¦nez tard¨® en acoplarse a la nobleza del toro, acertar en los terrenos, cogerle la distancia. Y cuando tuvo a punto la estrategia, se emple¨® en tandas por ambos pitones sacando algunos muletazos de extraordinaria calidad. La faena iba de menos a m¨¢s, y los mejores pases los instrument¨® en sus postrimer¨ªas. Volvi¨® a matar mal y obtuvo una de esas orejas que se dan hoy d¨ªa.
Los p¨²blicos tienen ley a las orejas y si no las ven, se creen que les han robado la cartera. Obviamente las orejas no modifican la realidad. Con oreja o sin ella, habr¨ªa quedado igual de claro que a Pep¨ªn Jim¨¦nez de poco se le va el noble toro sin torear. Y que algunos pasajes de su faena emanaron aromas de calidad excelsa, demostrando que es torero de una pieza. El tono cardiaco de Fernando Cepeda iba a distinto ritmo. Fernando Cepeda no se acababa de fiar. Entr¨® a ver¨®nicas con voluntariosa insistencia, pero pocas veces cuaj¨® el lance seg¨²n su reconocida categor¨ªa de capotero. Con el segundo toro no se acopl¨® en los derechazos y en las tandas de naturales gustaron horrores los tres que lig¨®. Al manso y escarb¨®n quinto Cepeda le dio paseo, lo que era de esperar, dadas las presuntas caracter¨ªsticas de su s¨ªstole y su di¨¢stole.
Valiente estuvo Juan Carlos Garc¨ªa con el tercero, que se quedaba corto, aunque no con sigui¨® templarlo. El sexto acab¨® tan inv¨¢lido que apenas se le pod¨ªa torear. Garc¨ªa lo porfiaba valeroso y sufri¨® una voltereta.
Afortunadamente no hubo cornada y, recrecido en su pundonor, el torero a¨²n in tent¨® m¨¢s pases.
Pena de toreros voluntariosos, que les echan saldos. Toros bravos les deber¨ªan poner, y entonces se ver¨ªa cosa buena.
Babelia
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