El Real por fin
LO QUE ya parec¨ªa imposible va a suceder hoy a las 20.30. Si no surgen fantasmas de ¨²ltima hora que lo impidan, el Teatro Real de Madrid abrir¨¢ a esa hora sus puertas, y la capital de Espa?a, en la que la demanda cultural es muy intensa, contar¨¢ con un teatro de ¨®pera, digno de tal nombre. La apertura llega con muchos a?os de retraso y un coste final que triplica con creces el primer presupuesto, pero al menos pone fin a m¨¢s de tres lustros de controversias pol¨ªticas, incidentes en cadena y pol¨¦micas culturales interminables. Esperemos que sea, como ha dicho Pl¨¢cido Domingo, "uno de los mejores teatros del mundo". S¨ª es as¨ª, pese a todo, habr¨¢ valido la pena.Este teatro, cuyo coste de reapertura ha sido de 21.000 millones de pesetas frente a los 6.000 previstos, ha tenido una vida aciaga desde que se inaugur¨® en 1850. Cerrado durante largas temporadas, se utiliz¨® s¨®lo para m¨²sica sinf¨®nica durante las dos d¨¦cadas anteriores a su ¨²ltimo cierre. El infortunio ha acompa?ado a las obras hasta el final. Su arquitecto, Manuel Gonz¨¢lez Valc¨¢rcel, muri¨® a pie de obra en 1992. La gran l¨¢mpara de ara?a de la Real F¨¢brica, que pesa casi tres toneladas, se desmoron¨® cuando todo parec¨ªa ya concluido. Han sido muchas las contradicciones y las reyertas sobre el teatro que han enfrentado a escen¨®grafos, arquitectos, artistas y pol¨ªticos. Y no abrir¨¢ con el Parsifal wagneriano previsto en un principio, sino con La vida breve de Falla y el ballet de El sombrero de tres picos.
Las mezquindades y las envidias en el mundo de las artes son tan frecuentes como en ¨¢mbitos m¨¢s prosaicos. En ¨¦l es dif¨ªcil evitar los celos, las apropiaciones de ¨¦xitos y las atribuciones de fracasos a terceros. Sucede en todas las ¨®peras del mundo. Todas cuestan dinero p¨²blico. En todas, las diversas administraciones se disputan la representaci¨®n y se atribuyen los gastos unas a otras. Esto han de saberlo los contribuyentes para que pueda hacerse un seguimiento eficaz de su funcionamiento; y ante todo han de utilizarlo, porque la ¨®pera, como el teatro o las pinacotecas, es un baremo de calidad de vida y de la ilusi¨®n por las artes y la belleza que tengamos y queramos transmitir a las generaciones futuras. Pero hoy es el momento de celebrar la culminaci¨®n de la obra y la inauguraci¨®n por parte de los Reyes de un gran teatro que debe poner a Madrid, hoy ya meca mundial de la pintura, en el circuito de las grandes casas de ¨®pera europeas. S¨®lo cabe confiar en que el fantasma del Real desaparezca en cuanto. suene la orquesta.
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