Diatribas
Lamento haber le¨ªdo en su peri¨®dico c¨®mo el comentarista Vela del Campo arremete contra el Teatro Real de forma desproporcionada dir¨ªa yo. No me explico c¨®mo una persona que lleva en el mundo de la m¨²sica unos siete u ocho a?os, durante los cuales ha colaborado frecuentemente con la glamurosa Asociaci¨®n de Amigos de la Opera, ahora lanza una serie de diatribas contra ella, carentes de fundamento y que considero pueden inducir a error a muchos de los que no conocen el mundo de la ¨®pera.Madrid era un desierto oper¨ªstico. Por ello, a principios de los a?os sesenta, un grupo de glamurosos aficionados decidi¨® que aquello hab¨ªa que remediarlo y crearon la Asociaci¨®n de Amigos de la ¨®pera. Durante aquel decenio y el siguiente (en los que a¨²n el se?or Del Campo no se encontraba entre los asiduos a la ¨®pera ni creo que a la m¨²sica cl¨¢sica, ya fuese sinf¨®nica o de c¨¢mara), esta manifestaci¨®n art¨ªstica de ¨¦lite fue mantenida por ellos contra viento y marea, intentando salvar algo que parec¨ªa condenado. Pero no fue as¨ª. Merced a su afici¨®n se pudieron ofrecer espect¨¢culos que, sin sus abonos, no habr¨ªan vendido una butaca del aforo. Porque en ¨®pera no todo es Carmen, de Bizet, cosa que sabe muy bien el se?or Vela, tan propicio a toda vanguardia oper¨ªstica. Por esto creo de justicia que ahora que llegan las que se prometen maduras, despu¨¦s de a?os de duras, se les conceda no un trato de favor, sino el merecido por aquellos que, quiz¨¢, han sido los que han hecho la mayor aportaci¨®n al naciente Teatro Real, creando una afici¨®n a la ¨®pera en Madrid. Y los teatros, es bien sabido, solamente sobreviven si hay afici¨®n, si se venden localidades cuando haya pasado la curiosidad inicial por visitar el lugar de moda de la villa y corte.
Respecto al triunfalismo en torno al Teatro Real, no es mayor que el de su admirado se?or Mortier con el Festival de Salzburgo, donde proclama tener los espect¨¢culos llenos hasta los topes, y, sin embargo, las entradas no se acaban m¨¢s que en contadas ocasiones, y nunca antes de mediado el festival. Se?or Vela, en los tiempos de Karajan, la s entradas se agotaban en diciembre, es decir, en cuanto se pon¨ªan a la venta. Nadie me lo ha contado porque yo entonces ya era socio de Salzburgo. Y, por cierto, si todav¨ªa hay una manifestaci¨®n musical glamurosa en el mundo es el Festival de Salzburgo, aunque las propuestas esc¨¦nicas de sus representaciones procedan de Peter Sellars, Bob Wilson o Wernicke.-
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