Pintadas
Hace ya tiempo que las pintadas callejeras dejaron de alegrar las fachadas de Madrid. Habr¨¢ quien se encoja de hombros, quien se alegre incluso, pero si rascamos un poco en el asunto descubriremos que el problema es serio. Quiz¨¢ esta actividad se encuentre en fase de hibernaci¨®n, o renov¨¢ndose en silencio, o haya tocado fondo por cuestiones de edad; cualquier presunci¨®n vale, ya que no existen estudios profesionales que aclaren las dudas, pero me temo que su despertar no est¨¢ pr¨®ximo. Y ojal¨¢ me equivoque, porque una ciudad sin pintadas no goza de buena salud y es m¨¢s proclive a los infartos.La cosa va por barrios, desde luego, pero, a vista de p¨¢jaro, el panorama es desolador. Hace 20 a?os, casi hab¨ªa que quit¨¢rselas de encima y la gente m¨¢s estudiosa siempre llevaba a mano una libreta y un bol¨ªgrafo por lo que pudiera pasar. Y hac¨ªan bien, puesto que las ofertas alcanzaban niveles de calidad irrepetibles. ?Qui¨¦n no recuerda, sin que se le empa?en los ojos, aquel maravilloso mantra: "?Queremos futbolines con c¨¦sped!"? Un pensamiento an¨®nimo, sencillo, pero hijo de un aut¨¦ntico libertario, eso seguro, y de ah¨ª su triple grandeza. Pero hay que ser fuertes: las pintadas callejeras son un arte ef¨ªmero, como la cocina, y su sabor verdadero no vuelve. Mejor ser¨¢, por tanto, olvidar el pasado y atenerse a lo disponible.
Y buscando destripar esta decadencia, hace unos d¨ªas me. puse a husmear en las paredes del barrio. Chamart¨ªn nunca ha sido un territorio muy rebelde que digamos, eso ya lo sab¨ªa de antes, aunque nunca imagin¨¦ que estuviera tan congelado. No hay mucho donde elegir, en efecto, y los pocos mensajes que se encuentran son tan personales -y, en algunos casos, tan enigm¨¢ticos e indescifrables- que el investigador, descorazonado, siente la tentaci¨®n de solicitar los servicios de un traductor. Habr¨¢ que estar en el ajo, supongo, para entender estos recados, porque yo no cac¨¦ ni el 30%. En la calle de Colombia, por entrar en un caso concreto, casi llegando a Pr¨ªncipe de Vergara, merodea un artista que se trabaja el misterio como nadie. Sus mensajes (que tambi¨¦n pueden verse en otras partes de la ciudad) son hasta cierto punto elegantes, pero no se dir¨ªan de curs¨® legal. Palabras turbadoras, como "HEVOR", "BUT", "MOPT", "MOR" o "JLKA" (y sobre la L, un redondel), salpican la zona; y siempre con dos rayitas a un lado (=). Aunque tampoco las letras son normales: se retuercen, giran sobre s¨ª mismas y se unen a otras sin previo aviso, de tal manera que una A puede formar parte de una K, y ¨¦sta, a su vez, estar unida a una J por el flanco opuesto, lo que da al conjunto un aspecto desquiciado.
Muy cerca de all¨ª, en una calle perpendicular a Colombia, puede encontrarse material m¨¢s cl¨¢sico: "V¨ªctor, hijoputa", por ejemplo, o el siempre c¨¢lido: "Mari Pili, bomb¨®n"; mensajes, en fin, de tipo tabernario que en un momento dado pueden conmover al observador. Justo enfrente, sin embargo, hay uno m¨¢s incisivo: "2?D LADR?N", dice. Contundente, da?ino en verdad, aunque con un fallo log¨ªstico: no est¨¢ lo suficientemente cerca de ning¨²n portal como para identificar al destinatario, y eso le resta mordiente. Rogamos, pues, al autor mayor precisi¨®n en el futuro" dada la gravedad de los cargos.
Y de ah¨ª para abajo, casi nada. Es zona noble, con porteros a la antigua usanza, de los de mono azul y mirada vigilante. De esos que fruncen el ce?o cuando un forastero se detiene en sus dominios. All¨ª, los parterres se ven cuidados y las paredes limpias, y es preciso recorrer por lo menos 400 metros antes de encontrar nuevos mensajes. Pero merece la pena el. esfuerzo, porque, una vez superada la sabana, el explorador llega a una peque?a franja, escondida entre Uruguay, V¨ªctor de la Serna y Puerto Rico, donde se respira un aire pillastre y pandillero. Es tierra de nadie, casi un museo, un lugar con callejones estrechos y manchas de humedad. "HALCONES FOR EVER", se puede leer en sus paredes, en letras azules; o "TIBURONES A MUERTE", en relieve. Pues bien: yo no tengo el gusto de conocer a los Halcones, pero s¨ª s¨¦ algo de los Tiburones y me consta que son unos chicos estupendos. M¨¢s buenos que el pan. Tiene tela: algo est¨¢ fallando en la cinta de montaje y nadie se da cuenta.
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