Bien est¨¢ lo que bien acaba
Con la adjudicaci¨®n de la terminal de Barajas al equipo formado por los despachos de Richard Rogers y Antonio Lamela, la imprescindible ampliaci¨®n del aeropuerto madrile?o recibe una esperada luz verde. Tras el ca¨®tico proceso del concurso, que llev¨® a abandonos tan sonados como el de Norman Foster, y en el marco de la pol¨ªtica indecisa, opaca y cambiante de AENA, la noticia del fallo se recibe con alivio. Bien est¨¢ lo que bien acaba.La confusi¨®n, el hermetismo y los vaivenes a que nos tiene acostumbrados el organismo del Ministerio de Fomento no disipa del todo los temores de que un nuevo golpe de teatro nos remita a la casilla inicial de esta competici¨®n de jugadores y normas en mudanza permanente. Pero las necesidades de Madrid y su aeropuerto obligan a interpretar esta luz verde en clave de esperanza.
Richard Rogers no es s¨®lo uno de los campeones de la alta tecnolog¨ªa brit¨¢nica, sino un arquitecto de sensibilidad social y ecol¨®gica que es hoy el principal consejero en la materia del nuevo laborismo de Tony Blair y el candidato mejor colocado para la futura alcald¨ªa de Londres. Autor de obras como el Centro Pompidou de Par¨ªs, junto al italiano Renzo Piano, y la sede de la aseguradora Lloyds en Londres, Rogers ha proyectado tambi¨¦n el Parc-Bit, una urbanizaci¨®n modelo en Mallorca, y la gigantesca C¨²pula del Milenio, con la que los brit¨¢nicos celebrar¨¢n el 2000 en el meridiano de Greenwich. En aeropuertos, su oficina construy¨® la ampliaci¨®n del de Marsella y tiene en curso la Terminal 5 de Heathrow (Londres).
La oficina de Antonio Lamela, asociada en este proyecto al despacho de Rogers, ofrece una profesionalidad que se ha materializado en realizaciones como las innovadoras torres de la plaza de Col¨®n o la remodelaci¨®n del Santiago Bernab¨¦u, dando prueba en ambos casos de una destreza tecnol¨®gica y una competencia en la gran escala que. le han permitido tambi¨¦n ganar -el concurso para el Estadio Ol¨ªmpico de Palma de Mallorca, en construcci¨®n. Si a esto a?adimos la preocupaci¨®n planetaria de Lamela, que le llev¨® a ser miembro fundador del Club de Roma, se comprenden tanto su sinton¨ªa con Rogers como las expectativas que suscita su colaboraci¨®n.
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